El Origen del Mal

Capitulo treinta y seis

         

 

 

 

       Perder la fe es siempre mucho más fácil que adquirirla, pero aún con todo esto, aun con todo lo que ha pasado, siento que la mía habita dentro, y es que necesito tener fe, todo el mundo la necesita.

          Siempre he sentido que el ritmo de mi vida es como un goteo, todo ha parecido tan crudamente lento que lastima, pero, estos últimos cuatro meses han sido de alguna forma los más rápidos de toda mi vida. No me he detenido ni un solo momento, ahora mismo soy un indefenso colibrí, que mueve velozmente sus alas con tal de mantenerse en aire, y que le queda muy claro que detener su revoloteo no es la mejor de las opciones.

         Corro en círculos, todos nosotros lo hacemos, hemos estado dando vueltas e intentando encajar las piezas de un rompecabezas que no promete una imagen clara. Corremos una carrera sin dirección ni meta y peleamos en una lucha arreglada donde sabemos que no tenemos oportunidad.

        Hace semanas que hemos estado haciendo trabajo sucio, con el único fin de realizar la limpieza que debimos llevar a cabo hace tiempo, sin distracciones, pero yo quise olvidar el plan y vivir mi cuento de hadas, eso realmente no salió muy bien.

          Cuando Laika me ve por el retrovisor, mientras esperamos a Dashiell en el coche, me abrazo a mí misma, sosteniendo mi abrigo por los codos, y trato de enfocar mi atención en el exterior, en como el sol se esconde tras los aboles y todo pasa de un naranja cálido a un gris envolvente y desalentador. Nosotras hemos estado realmente distantes desde que Cypriám no está, de por sí nunca hemos sido cercanas, pero ahora somos solo dos desconocidas con un propósito en común.

          Sé que ella me culpa, sé que todos lo hacen, he traído el caos como un rastro apestoso y repugnante que me persigue al andar.

          La mano de Laika va a aterrizar sobre mi frente de forma entre lo gentil y no, ahí palpa un segundo, a lo que mi reacción es de sobresalto. ―¿Tienes fiebre? ―la fulmino con la mirada y ella solo me ve naturalmente, su comentario suena más como una acusación que como una pregunta.

          Trago saliva aun más envuelta en mí misma y regreso la vista hacia fuera.

        ―Estoy bien ―suelto desinteresada, pero miento, no estoy bien, nada está bien. Me siento fragmentada, física y psicológicamente, siento estar en otro plano, viéndome ser desde arriba, pero sin tener control real de mis movimientos y emociones, yo solo estoy existiendo sin alguna razón realmente significativa.

          ―No te ves así ―dice entre dientes y se vuelve al frente. Me veo cansada, me siento cansada.

          Como siempre, solo abre un paquete de no sé muy bien el qué y empieza a masticar, haciendo que el quiebre de lo que sea que come se convierta en lo único que inunde el silencioso espacio. Ofrece hacia mí con seriedad y me alejo con un mohín, mientras niego con la cabeza. Siento que no puedo estar aquí, ya no sé qué hago aquí, con esta gente, con ellos, con ella. Su plan era eliminarme desde un principio, pero gracias a Cypriám yo pude confiar, y ahora que él no está yo solo no logro saber que está bien y qué está mal.

          Dashiell sube al coche, eso ayuda a que la atención de Laika se vaya hacia él, se dicen unas cuantas cosas y en algunos momentos parece enfocarme desde el retrovisor, pero estoy distraída y no me importa de lo que sea que hablen.

         ―No ―niego enderezándome, pulverizándolos a ambos por el espejito. Dashiell se vuelve a verme en el asiento, pero Laika no hace más que pasarse la lengua por los dientes.

         Aun lejos de la plática he atinado a escuchar que me quedaría en casa mientras ellos hacen las cosas que "tienen que hacer".

          ―Si te sientes mal...

           ―Me siento perfectamente ―gruño―, solo estoy algo cansada, y si a eso vamos todos aquí lo estamos.

          Él hace una mueca con sus labios―Podemos llamar a Hopkins, que te vea rápidamente antes de irnos. Tú realmente no te ves bien.

            ―No quiero ver ningún doctor

           Escucho a Laika resoplar, se lleva la mano a la cara y se masajea el tabique―Sigo sin entender que fue lo que vio mi hermano en ti ―farfulla―, ¿Piensas madurar por lo menos? Eres una niñita malcriada.

           Dashiell se vuelve a ella―Laika ―murmura, lo que parece ser un regaño.

           ―Es la verdad. Ha estado...solo...siento una niña llorona, solo mira lo jodida que se ve ¿Hace cuando no ve un doctor? ¿Hace cuanto no duerme o come lo suficiente?

           Dashiell niega con la cabeza―Todos estamos cansados, no puedes culparla ―habla despacio. Eso es cierto, todos estamos realmente cansados, pero yo, yo siento que me caigo a pedazos.

           ―¿Ah? ¿No puedo culparla? ―clavo mis ojos en ella y siento que mis mejillas se calientan― ¿Entonces a quien vamos a culpar? Estoy harta de que se comporte así, últimamente hay que obligarle a todo, yo no soy George, no soy su maldita niñera.

           ―No vamos a culpar a nadie ―contesta él―, solo vamos a seguir tomándolo con calma.

           Laika se muerde el labio―Entonces porque no le dices a la princesita que así lo tome. Se comporta como una imbécil todo el tiempo.

            ―¿Yo me comporto como una imbécil? ―hay un nudo hecho en mi garganta cuando hablo, pero me mantengo lo mas compuesta que me es posible.

          ―¿Crees que es fácil cuidar de ti? ―se frota la frente mientras se llena el pecho y luego lo libera con un suspiro―, No sé como él lo hacía, pero eres realmente insoportable. Y por un momento hasta pensé que podía funcionar, mi hermano estaba feliz, tú te estabas comportando bien, pero desde que murió eres como...una maldita momia.




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