El oscuro secreto tras las cartas

CAPITULO 2

Agua, mucha agua.

Ella grita. Grita por su vida, hace hasta lo imposible por salir.

Risas...

Desperté con la respiración acelerada y sudando gélido. Una vez más esa estúpida pesadilla atormentándome, lo raro es que ahora sueño despierta y ocurre con mayor frecuencia, lo que siempre me asusta.

Me levanté de la cama y me puse mis pantuflas, salí de la habitación dirigiéndome a la cocina. Entre en ella, abrí el refrigerador, saqué la garra de agua, me serví en un vaso y lo bebí. Al salir de la cocina extrañamente tocaron la puerta, ¿Quién demonios toca la puerta en plena madrugada? Solo la gente de este pueblo, claro.

Me regresé y la abrí, no había nadie, pero en el piso yacía una carta idéntica a la de esta mañana. Enseguida la tomé y examiné, no había remitente, pero si destinatario y como era de esperarlo era yo. Abrí la carta rompiendo el sobre y la desdoblé torpemente.

Veo que no lo has entendido.

Regina debes cuidarte, sé que en un futuro lo entenderás.

¿Cómo creer en esto? ¿Para llegar a atormentarme?

Regrese a mi habitación y guarde la carta junto con la de la mañana.

- ¿Qué harás hoy? -pregunto Vania con la mano extendida mirando sus uñas.

Su pelo café obscuro llega hasta su cintura. Estaba sentada en el escritorio del profesor y yo me encontraba en un pupitre frente a ella.

-No lo sé, ¿Y si me acompañas al bosque? -pregunté con un tono un tanto suplicante.

Enseguida enfocó sus grandes y cafés ojos en mí. Al ser muy bajita la falda gris, le llegaba a las rodillas, pero aun así le quedaba perfectamente bien junto con la camiseta azul marino de cuello italiano con los tres botones abotonados.

-No, ni lo pienses-negó mirándome con desaprobación.

Solté un suspiro y rodé los ojos. Ella odiaba ir a ese bosque y si decía que no la entendía perfectamente, tenía sus buenas razones.

-De acuerdo, entonces ¿En los corrales? -pregunté dándole una mirada de suplicante y esbozando una sonrisa.

-De acuerdo. Espera, ¿No me digas que primero me pediste ir al bosque porque sabías que si proponías eso y después otro lugar yo aceptaría enseguida la segunda opción? Maldita manipuladora-contestó mientras se bajaba del escritorio.

Teníamos mucha confianza, al punto de insultarnos a manera de cariño, la gente solía vernos mal, pero para nosotras era de lo más normal.

-Ya hay que irnos, ya todos salieron-avisé mientras me levantaba del pupitre y tomaba mi mochila color lavanda.

Antes de salir por la puerta subí mis calcetas azul marino, hasta que casi me llegaran a las rodillas. Rodeamos la cancha, Vania paro en seco y se quedó ida, como en trance. Desvíe mi mirada hacia donde ella miraba y era el estúpido de Louis, quien estaba con su grupito de amigos en la entrada de la escuela.

Pase mis manos por enfrente de ella para hacerla reaccionar.

-Vania deja de fulminarlo con la mirada, él pagará tarde o temprano, pero lo hará-dije mientras la tomaba de la muñeca y literalmente la arrastraba conmigo.

Al pasar por la entrada Louis enfocó sus ojos color ámbar en Vania, me moví de mi lugar para interponerme entre ambos. Podría ser guapo, pero era una basura de persona, con esa mirada dulce y a la vez maliciosa no engañaba a nadie.

Salimos lo más rápido posible y nos dirigimos hacia el camino que daba a mi casa.

-De verdad lo detesto-habló Vania con desagrado y en su mirada resplandecía el claro enojo.

Me volteo a ver y nuestras miradas se encontraron, le brindé una sonrisa triste.

-El tendrá su merecido, se paciente.

Seguimos nuestro camino hasta llegar a la reja del corral. Vania, espero mientras yo me acerqué a la gran reja, la cual tenía una R dorada en el centro. Abrí la gran reja con sumo cuidado, intentado no hacer ruido. Al abrirla las dos entramos y enseguida cerré la reja.

- ¡¿En dónde lo dejaste?! -preguntó Vania moviendo la tierra con el pie.

Yo hacía lo mismo que ella, pero a la otra punta del corral. La tierra esparcía mucho polvo el cual llegaba hasta mis calcetas manchándolas.

- ¡Debe estar por aquí, sigue buscando! -exclamé concentrada en buscar.

Al mover un poco de tierra en donde yacía un gigantesco sabino, mi pie toco algo, me agaché y lo tomé, haciendo que la tierra cayera al suelo y el objeto quedara empolvado.

- ¡Lo encontré! -grité con emoción alzando el objeto en forma victoriosa.

Vania se acercó a mi corriendo y esbozando una gran sonrisa.

-Dame tu mochila, yo seré la mejor espectadora, así que tira y desahógate-habló con emoción y un toque de diversión.

Antes de entregarle mi mochila la abrí y saqué mi carcaj de piel.

Lo pasé por mi cuello y brazo, le entregué la mochila a mi mejor amiga, quien la tomó y enseguida fue a una piedra grande que utiliza como asiento. Tomé mi arco de madera antiguo de caza y me posicioné al lado de Vania a una distancia considerable del sabino que utilizaba como objetivo.

Tomé del carcaj que tenía en mi espalda una flecha, la acomodé para después jalarla con mi mano derecha y detener mi respiración para apuntar y por último soltarla.

Como de costumbre dio exactamente en el blanco. Escuche a Vania, detrás de mi aplaudir con emoción.

- ¿Qué pasa? Tiraste con mucha fuerza la flecha y te conozco Regina.

Solté un suspiro y tomé otra flecha para seguir tirando al blanco.

-Me llegó una carta-admití seria-. No tenía remitente y dice que alguien quiere matarme y me están vigilando y temo que sea real.

No la miré y seguí en lo mío; no me permitía sentir miedo, ni dolor y mucho menos tristeza, porque eso me hacía débil.

- ¿Por qué lo crees? -preguntó, ella sabía que si lo creía era por algo, me conoce mejor que nadie.

-Ayer fui al arroyo y tuve una pesadilla lúcida. Para cuando me di cuenta la corriente ya me había arrastrado a un lugar más hondo, nadé y nadé, pero no pude salir, sentí mi garganta fría y perdí la consciencia-pausé tomando una bocanada de aire-. Al despertar me encontraba en mi cuarto vestida con el bikini que llevé puesto al arroyo y el cabello mojado.



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En el texto hay: asesinato, psicopata, psicopatia y secretos

Editado: 28.07.2021

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