El oscuro secreto tras las cartas

CAPITULO 4

Mientras me miraba al espejo mi madre entro en mi habitación avisándome que ya era hora de irnos. Lo de Logan había sido otra muerte más sumada a la lista, claro que dolía, pero lo mejor era olvidar qué pasó, era por nuestro bien, nadie desea meterse con la mafia porque simplemente esa es una muerte segura.

El conejo muerto no dejaba de dar vueltas en mi cabeza, veía ciertamente innecesarias las amenazas de muerte, lo que no entendía era que si tenía la oportunidad de matarme el día que me asfixio ¿Por qué no lo hizo? Esa situación abrumaba completamente mi cabeza, no entendía qué de un día a otro alguien quisiera acabar con mi vida.
Deseaba saber quién lo quería hacer y sobre todo por qué, había ciertas cosas que me inquietaban, pero solo era cuestión de esperar, lo que tampoco lograba comprender eran las cartas, ¿Quién las envío? Y sobre todo ¿Por qué?

Salí junto a mi madre de la casa para después subirnos a su coche, en el trayecto al cementerio solo nos acompañó un espeso silencio; la muerte de Logan la puso muy mal, extrañamente algo trastocó su interior porque a pesar de que las muertes de cierta manera nos afectaban a todos, ella siempre se ponía verdaderamente mal.

Bajé del coche de mi madre y frente a mí se encontraba la mayoría del pueblo, antes de comenzar a caminar me puse mi gabardina negra. Llegamos un poco tarde por lo que Logan ya estaba en el hoyo, antes de que su ataúd comenzara a ser cubierto por tierra me acerqué a la orilla y dejé caer el ramo de rosas blancas, en ese instante no logré mantener en equilibrio y mi cuerpo se abalanzó hacia enfrente. Pensé que caería encima del ataúd de Logan, obviamente haría el ridículo, pero antes de que mi cuerpo quedara suspendido en el aire una mano cálida tomó mi brazo y me jalo hacia sí.
Al incorporarme volteé a ver directamente a la persona que me había salvado de caer y era un chico que jamás había visto, llevaba un buzo negro con el gorro puesto y del mismo salían unos cuantos cabellos cafés oscuros casi negros, enfoqué mi mirada en su rostro, pero no logré ver nada claro ya que él se dio cuenta y enseguida salió disparado perdiéndose entre la gente.

Me quede unos segundos analizando hasta que mi madre llegó a mí.

- ¿Qué acaba de pasar? -preguntó escrutando mi rostro

-No lo sé, creo que es mejor que nos vayamos-opiné mirando alrededor por si el mismo chico aparecía.

Mi madre asintió, las dos dejamos el cementerio subiéndonos al coche. Lo que había pasado fue muy extraño, tan extraño como que el chico no quería que viera su rostro y por la adrenalina del momento no pude verlo bien.
Llegamos a casa, entré enseguida a mi habitación y me quité la gabardina, la tiré al piso y en el preciso momento en que cayó y resbaló un poco en el piso de mármol algo salió de uno de sus bolsillos, algo que en dos ocasiones ya había visto.
Me acerqué y tomé la carta que tenía el mismo sello violeta con una letra "A", también tenía flores del mismo color, pero ahora no había remitente. De alguna manera todo comenzó a cobrar un poco de sentido, el chico que había evitado mi caída la había puesto en uno de los bolsillos de mi gabardina.

La curiosidad por leer el contenido de la carta era mucha y enseguida rasgué el sobre y saqué la hoja de papel con el escrito en una perfecta caligrafía.

Tu curiosidad es inmensa, por eso me gustan las sorpresas y más si yo las hago.
Así que prepárate Regina porque muy pronto conocerás al desconocido detrás de las cartas, al desconocido que busca salvar tu vida.
El 13 de noviembre a las 10:00 de la noche te espero en los corrales detrás de tu casa, está de más decir que quiero que vayas sola.

Todo se tornaba más confuso, me mandaba las cartas que decían que quería salvar mi vida, pero también me deseaba matar, era muy extraño hasta entenderlo.

2 días para conocer al desconocido. 2 días para entender todo. 2 días tal vez para que mi vida termine. No comprendía sus estúpidos juegos.

Mientras estaba sentada en mi cama con la carta en mis manos la puerta se abrió dejando pasar a Vania.
Entro un poco afligida, se sentó a mi lado, al percatarse de lo que sostenían mis manos abrió los ojos como platos y enseguida me arrebató la carta, para después enfocar sus grandes ojos en ella.

Se quedó unos segundos leyendo hasta que me volvió a ver, su expresión era asustadiza.

-Definitivamente no vas a ir, es el lugar perfecto para matarte y aún más si quiere que vayas sola-opinó mientras negaba.

Yo tenía claro que mi vida corría peligro, pero necesitaba saber por qué demonios deseaba matarme.

-Lo voy hacer, pero aquí yo pongo las condiciones no él-hablé mientras esbozaba una perversa sonrisa.

Él deseaba tenerme a su disposición, no sabía con qué motivo, si para matarme o para revelarme su retorcido juego, pero no contaba con qué tal vez ahí la más astuta era yo.

- ¿A qué te refieres? -preguntó confundida mientras sostenía la carta en su mano derecha.

-A que, si el monstruo quiere terminar conmigo, porque no mejor, yo termino con el monstruo-aclaré con cierto poder, como si tuviera el mundo bajo mis pies.

- ¿Qué piensas hacer? De seguro terminarás muerta, es que eres una tremenda terca-opinó casi lo obvio.

-Ponerle una trampa, en lugar de yo ir a él, él vendrá a mí. Haré que el temido monstruo asome su cabeza, lo tomaré desprevenido-expliqué con ápice de emoción.

-Tú definitivamente estás loca, ¿Qué le diré a tus padres si te mata?, me meterás en un lío-farfulló mientras se levantaba y caminaba de un lado a otro en la habitación alzando sus brazos- ¡Eres su única hija! Se morirían si tú lo haces.

Sonreí ante su alteración y paranoia, para después tranquilizarla-No me pasara nada, lo tendré bajo control, pero si no te llamo el día 13 de noviembre a las 12:00 A.M. tendrás que ir por mí al arroyo.



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En el texto hay: asesinato, psicopata, psicopatia y secretos

Editado: 28.07.2021

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