DESCONOCIDO
-El gran día se acerca, ¿Hace cuánto no hacemos una cacería como competencia? -preguntó Aleister con diversión.
-Desde que el hijo de puta nos ganó el reinado-respondió el rubio señalándome.
Eso a todos les dolía, por más que se esforzaran en ocultarlo, les ardían las venas al saber que les gané, se retorcían al saber que no fueron, ni serán mejores que yo.
-Julian se encargará de soltarla en el bosque-comenté mientras mi mirada se intercalaba entre todos los presentes.
Todos estaban nerviosos, a nadie le gustaba perder y más si se trataba de un tema tan divertido como matar.
Pronto mi ínfima preocupación acabaría, terminaría en el momento en el que mi cuchillo entrara con lentitud en el cuello de Regina, en el preciso momento en donde se desangrara, sus ojos se apagaran y su respiración cesara. Ansiaba matar a la chica, solo había traído problemas a mi vida, pero por fin y después de tanto esfuerzo ella se iría a la tumba junto con el secreto.
- ¿Quién creen que ganará? -preguntó el castaño.
Una sonrisa se plasmó en mis labios, nadie la iba a matar, únicamente yo, solo de imaginarme encajando mi cuchillo favorito en su cuerpo una y otra vez me daba una gran satisfacción. Yo pensaba acabar con ella, yo la debía matar.
-Teniendo a estos dos estamos totalmente perdidos, son tan hijos de puta que se van a aliar para no dejarnos ganar-respondió el pelinegro sentado en el sofá individual mientras nos señalaba a mí y a Aleister.
- ¿Tan poco crees en ti que dices que no ganarás? -se burló Aleister.
-Vamos, aquí todos sabemos que uno de los dos ganará, en fin, Teodorus se la comerá-habló nuevamente el pelinegro.
-Hablando de él ¿Alguien lo ha visto? -pregunté ojeando la casa en busca de Teodorus.
-Seguramente debe de estarse comiendo al cadáver que traje ayer-respondió Aleister con simpleza.
- ¿Ahora a quién mataste? -preguntó el rubio.
El chico de ojos violetas esbozó una sádica sonrisa, algo típico de él, si alguien lo viera en la calle pensaría que era un pan de Dios, pero era peor que el mismísimo diablo, obviamente tenía sus limitaciones, pero también contaba con una incontrolable sed de sangre.
-A Dustin, un chico más del pueblo, pero fue un tanto aburrido, solo lloraba y rogaba, no intento defenderse y me facilito más el asunto-respondió Aleister.
-Repasemos todo, Aleister la atraerá, Julian la secuestrara y la soltara en el bosque, alguno de nosotros la matara y Teodorus se la comerá, así no quedara rastro de la chica-repasé todo meticulosamente.
-Pan comido, no es la primera ni la última persona que matamos, pensé que jamás diría que hacemos buen equipo-alardeó el rubio.
Tan solo un día para matarla. Un día para verla sufrir y llorar por su vida. Un jodido día para que la chica desapareciera al igual que ese amargo secreto.
REGINA ROBINSON
-Ciao, mi chiamo Regina e ho 17 anni-repetí la frase que me había aprendido.
Las clases habían pasado con normalidad, ya estaba en la última clase: italiano.
-Ya te puedes ir a vivir a Italia, de verdad que el italiano y yo no vamos de la mano, es que sí está fácil porque literalmente es muy parecido al español, pero no me entra en la cabeza-se quejó Vania mirando con disgusto su cuaderno.
Llevábamos 35 minutos repasando 2 hojas completas, a Vania le costaba más, por mi parte aprendía y memorizaba mucho más rápido.
-Es fácil, solo que te estresas tanto que tu misma lo haces difícil-repetí como por décima vez en el día.
-Mi arrendo-se rindió en italiano levantado los brazos.
Después de 15 minutos consecutivos intentando convencer a Vania de seguir aprendiendo italiano y no darse de baja de la clase, salimos del colegio.
-Quiero ir al arroyo ¿Me acompañas? -pregunté mientras abría la reja de los corrales.
-Pues ya que, la verdad es que no me apetece ir a casa. Ah otra cosa, Louis me busco ayer-comentó bajando el tono de su voz, como si le diera miedo o vergüenza decirlo.
Alcé mis cejas en una expresión de sorpresa, un horrible coraje recorrió lentamente mi cuerpo, aún no me hacía a la idea de lo que había sucedido, si para mí fue difícil no me imaginaba para Vania.
Louis era un tremendo descarado, sin vergüenza y un completo asco, hizo algo desagradable, algo imperdonable. Deseaba matarlo, acabar con él, seria perfecto que dejara de existir.
-Por favor dime que lo ignoraste-pedí mientras Vania entraba a los corrales y yo cerraba la reja.
-Por supuesto que lo ignore, de verdad que lo detesto-habló con claro disgusto.
-Espero y algún día pague por lo que hizo, de verdad que lamento no haber estado contigo, tal vez si yo hubiera estado no te habría pasado eso, solo tal vez hubiera podido hacer algo-me lamenté mientras caminaba hacia el otro extremo del corral.
No logré dar un paso más ya que ella me tomó del brazo e hizo que la encarara.
-No te sigas atormentando por eso, no es tu culpa y jamás lo será, simplemente no estabas y tal vez fue lo mejor, si hubieras estado tal vez lo que me pasó a mi podría haberte pasado a ti.
Cerré los ojos intentando dejar el sentimiento a un lado, intentando que la situación no me afectara.
-Me da tanto coraje que no haya justicia, que eso podría pasarle a cualquiera y no se haga nada. Que la gente viva con ese miedo. Que cualquier estúpido e inhumano haga eso porque tiene más fuerza o genera miedo en los demás. El mundo está completamente podrido, es una completa mierda, no deberíamos vivir con ese tonto miedo acosándonos, no deberíamos tener miedo de nada y de nadie, pero todo está perdido. La maldita sociedad está perdida, desearía poder hacer algo, deseo acabar con él, porque todavía tiene el descaro de preguntar por qué te alejaste, de cuestionarte. Todavía tiene los pantalones para venir a darte la cara. Necesito desahogarme, sacar esta impotencia que me abruma, cada que lo veo deseo clavar una flecha en su frente o decapitarlo de una buena vez, las malditas ganas me tientan, pero no puedo tomar la justicia en mis manos y odio eso, porque creo que cuando lo ves los recuerdos llegan a ti. Es horrible-farfullé enojada y con la voz quebradiza.
Editado: 28.07.2021