El oso

Capítulo 39

Y salí solo. En definitiva siempre estamos solos y logramos las cosas por nosotros mismos; mi madre me decía: “Yo no puedo cagar por vos, aunque quisiera” Y tenía razón la vieja. Y yo sabía que iba salir, tenía la convicción de ello, por momentos había tenido momentos de lucidez que eran horribles porque no podía moverme ni hablar ni nada. Escuchaba todo. Escuché a todos.

Lo que no tenía del todo claro era como iba a salir; y no me refiero de qué manera lo iba a hacer, sino como iba a ser mi nuevo yo. Qué cosas cambiarían no solo en lo físico si no también, y sobre todo, en lo psíquico. Y hubo cosas que escuché que no me gustaron. Una noche la escuché a tía Rosa diciendo << Ojalá que se muera, no lo quiero ver sufrir>> Puede que sean cosas que se dicen pensando en el otro, en este caso en mí, pero lo real es que tía Rosa me deseó la muerte, y no en una oportunidad si no en varias. Y de eso me quedó un gran resentimiento. Una mañana escuché lo mismo de parte de Isidoro; si, de Isidoro, mi hermano mi amigo, mi otro yo. Tal vez mi cerebro en algún momento no recibió el oxígeno suficiente y eso puede haberme traído consecuencias, secuelas. Lo que parece a prima facie es que me hizo un poco más malo, o bastante más malo. En uno de los largos días que he pasado internado quedé cagado sin que me cambien el pañal durante diez horas, el enfermero que debía atenderme se reía de la situación, la gozaba, decía que total no sentía nada. Sí que sentía, sentía más que él. Nunca olvidaré su nombre: Carlos Melati. En algún momento la terminará pagando, al menos yo haré lo que sea para que lo haga. Ese tipo de cosas merecen ser vengadas, no solo por quien las sufre sino por la sociedad toda ya que hay personas que no sirven para nada. ¿De qué puede servir una persona que se aprovecha de una situación como la mía? La justicia por mano propia es mi único camino. Pero primero deberé recuperarme ya que he perdido peso y masa muscular. Habrá tiempo para las venganzas. A tía Rosa y Jorge les preparará una venganza más bien liviana pero se merecen algo, al enfermero, como con él no me une ningún tipo de afecto ni relación, le prepararé lo que se merece, la única palabra que me viene a la mente es sangre. No dejaré nada librado al azar, ni siquiera haré un reclamo en el hospital, por el contrario diré que los enfermeros me han atendido de maravillas, y hasta les haré un regalo. Carlos Melati no sospechará nada.

Todavía me duele todo el cuerpo, el haber estado tanto tiempo acostado me ha producido un dolor realmente insoportable, los kinesiólogos vienen todas las mañanas para que hagamos los ejercicios de rigor, pero la puta que duele. Día a día voy recuperando algo de tonicidad muscular, tía Rosa e Isidoro vienen a visitarme casi todos los días, se hacen un poco insoportables los días en que no vienen, sobre todo los fines de semana. Tengo que permanecer un par de días más en observación, igualmente los médicos me dicen que es más por rutina, me dicen que me ven bien y que las secuelas serán mínimas. Yo por mi parte me siento distinto, mis sentidos los siento igual que antes, lo que noto distinto es mi carácter, mi personalidad; es como que no me banco nada, no me callo nada. Soy todo lo contrario a lo que era cuando ingresé a este hospital, ni siquiera sé cuánto tiempo estuvo ni me interesa. Ahora que estoy consciente, mi enfermero favorito, Carlos Melati, me cambia el pañal apenas me cago, apenas lo llamo y se lo reclamo. Me enerva su sonrisa falsa, su estudiada amabilidad, yo soy otro actor cuando estoy con él, ya que no le demuestro ningún tipo de odio ni resentimiento, este infeliz ni sabe la que le espera, pienso cada vez que entra en mi habitación.

Ahora que estoy mejor y estoy más conectado con la realidad, es como que el tiempo no se pasa más, transcurre en cámara lenta, pero sé que debo ser paciente y aunque toda la vida lo fui, en este momento me cuesta un poco más serlo. Mis pensamientos son fríos y calientes, me refiero a que son fríos para pensar en alguna maldad pero caliente para imaginarme como los voy a perpetrar. Pienso en el trabajo que tenía antes de ingresar acá y me da nauseas, pienso en mis reacciones y en mis maneras simpáticas y formales y me da ganas de perder la memoria y dejar atrás esa forma edulcorada de mí mismo. Un amigo una vez me dijo que era mejor se hijo de puta antes que boludo, yo nunca había coincidido con él, es más, era motivo de discusión permanente con él, y por más que tenía un fondo maligno, yo lo quería. El ronco Matiz era así, era todo lo contrario a lo que yo era, era, bien digo. Seguramente cuando salga de acá me contactaré con él, él tiene contactos de los buenos, o sea de gente mala pero contactos importantes. Está tarde vendrá tía Rosa, la esperaré con añejada excitación, veremos si la vieja se prende o tendré que obligarla a saciar mis bajos instintos, aunque sea con su boca, esa boca con la que he soñado cada noche de mi adolescencia hasta cada noche que he estado en este hospital de mierda. Por cierto, soy Jorge, Jorge Ferro, el que va a estar un año para recuperar la memoria, jajajajajajajajaja. Eso dijo mi médico y le haré caso, como corresponde.



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En el texto hay: amor, amistad, amor de familia

Editado: 27.07.2023

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