El oso

Capítulo 44

El oso (segunda parte)

Capítulo 44

Mariel se quedó mirándolo a Isidoro por un largo rato. No sabía si había escuchado bien, hasta pensó que todo era un mal chiste. Continuó mirándolo mientras el tiempo parecía transcurrir en cámara lenta. Su mundo se detuvo. Sus miradas seguían fijas cada una en la del otro, sin pestañear. Por fin, Mariel salió de su trance.

- La verdad que te desconozco, Isidoro. Metés, de prepo, una cámara en mi casa para espiarnos a mí y a mi pareja y, ahora, me venís con esta patraña. Copitelli gay...no serás vos el gay y, tal vez, estés enamorado de Copitelli y me utilizaste a mí todo este tiempo. Yo conozco a los gay y se que siempre pretenden enamorar a un hetero inalcanzable, bueno, Copitelli es inalcanzable para vos y para cualquier chico gay, ya que él le gustan demasiado las mujeres. En todo este tiempo no te conocí una mina, te la pasás hablando de Jorge y, ahora, tengo la duda si ustedes dos no son pareja. Y me doy cuenta que al fin de cuentas solo eras mi amigo gay – le espetó con toda malicia Mariel hablando a una velocidad que Isidoro nunca había notado en ella.

Isidoro sintió el golpe bajo pero seguía mirándola impertérrito, parecía como si sus emociones no existieran en su cara, en sus expresiones. Mientras la miraba, pensaba que le iba a contestar sin que ella notara toda su ira. Prefería ser certero antes que rápido. Muchas veces confundimos velocidad con inteligencia.

- Sabés perfectamente que no soy gay. Te conté lo de Jordana, hasta recuerdo que me hiciste una escena porque salía con ella, te conté de otras cuando estuve metido en la joda del alcohol, la falopa y el juego, pero vos nunca me escuchaste, solo importan tus problemas y solo hay que escucharte a vos. Incluso con vos estuve a nada de tener sexo, ¿O no te acordás? Igualmente, acá el tema no es si yo soy o no gay, el problema es que tu novio lo sea.

- MI novio no es un problema, vos delirás. El problema sos vos, sos un psicópata, un enfermo, y con lo que te quise…

- “con lo que te quise” Dejá de hacerte la tonta, porque si lo seguís haciendo voy a creer que realmente lo sos. Yo te quería como mujer, quería estar con vos, quería que fueras mía. No te quería como amiga. ¿Es tan difícil de entender?

- Basta, Isidoro, se terminó. Aparte, eso de que te hice una escenita porque saliste con esa pendeja, con esa negrita. ¿Pero quién te crees que sos?

- ¿Quién me creo que soy? Sé que soy mejor que vos porque no discrimino a la gente como lo hacés vos.

- Bueno, Isidoro, basta de discutir. En lugar de amigos, o examigos en este momento, parecemos novios, o exnovios, que se pelean y se tiran todas sus mierdas. Hasta acá llegó nuestra relación.

. Tenés razón, basta de discutir. Solo te voy a pedir una última cosa, dejame que te acompañe a tu casa para sacarle la cámara al oso. Yo sé que vos no me vas a denunciar pero si Copitelli encuentra la cámara sí lo va a hacer y estaría en todo su derecho. Hacelo en honor a la amistad que tuvimos, en honor a lo que sentí por vos y por lo que vos sentiste por mí aunque ahora lo neguemos. No quiero terminar preso y sin laburo.

Mariel se quedó un rato reflexionando la propuesta de Isidoro hasta que asintió con su cabeza.

Se tomaron un taxi y en el trayecto no hablaron una sola palabra. Cada uno miraba por su respectiva ventanilla. Al fin llegaron. Al entrar al departamento, Mariel lo primero que divisó fue a Copitelli con un trago en su mano derecha y recostado cómodamente sobre un gran sillón. Copitelli en cuanto lo vio a Isidoro se puso de pie, como pudo, y fue al encuentro de Isidoro abrazándolo efusivamente.

- Isidoro, amigo mío. Bienvenido a mi hogar, vos acá podés venir cuando quieras y a la hora que quieras

El alcohol ya había hecho efecto en el ánimo de Copitelli, por suerte la había agarrado la borrachera “buena onda”.

- ¿Por qué no me aviste, Mariel? Hubiera cocinado algo para mi amigo, Isi. Servite un trago, ahí en el bar elegí lo que quieras.

- Fue algo del momento, surgió recién, mi amor. - contestó Mariel incómoda.

- Está todo bien, Copi, pedimos unas pizzas – dijo Isidoro.

- Noooooo, para mi amigo Isi, vamos a pedir sushi. Lo vamos a acompañar con un buen vino blanco helado que tengo listo en la heladera.

- Copi, no te hagas problemas. Pedimos una pavada.

Al final ganaron las pizzas, Copitelli igualmente no estaba como para diferenciar una cosa de la otra. La tensión entre Isidoro y Mariel se sentía en el ambiente, pero Copitelli, por obvias razones, ni lo notaba. Luego de que terminaron de comer, Mariel sirvió el café, Copitelli estaba totalmente dormido. Entre Mariel e Isidoro lo llevaron a la habitación como pudieron. Luego ambos volvieron al living. El diálogo entre ellos seguía siendo casi nulo o, mejor dicho, totalmente nulo. Hasta que Isidoro rompió el silencio.

- Mariel, cuando puedas traeme el oso así le saco la camarita y terminamos con este asunto, por favor. - le pidió amablemente Isidoro.

Mariel asintió y fue la habitación. A Isidoro le pareció que estaba tardando demasiado, hasta que al fin divisó su silueta venir por la penumbra del pasillo largo que unía la habitación con el living, vio que en su mano traía al oso. Isidoro tomó el oso con las dos manos, lo examinó, sacó el ojo derecho que era donde tenía la cámara pero no encontró nada.



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En el texto hay: amor, amistad, amor de familia

Editado: 27.07.2023

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