El oso

Capítulo 3

La densidad del aire podía sentirse en la oficina. No sé, creo que nadie lo supo, cuanto tiempo pasó desde que Mariel le espetó toda su verdad a Fernández hasta que se escuchó algún sonido. El silencio había sido atroz. La cara de Fernández era una máscara, sus ojos estaban inyectados en sangre y miraban a la nada. Mariel se quedó mirándolo fijo, con una mirada segura y penetrante, hasta que dijo << Con permiso >> y se retiró a su escritorio. Los demás comenzamos a “desconcentrarnos” poco a poco sin decir una sola palabra. Por un momento pensé que mis anhelos por cortejar a Mariel habían muerto debido al miedo que me había dado su actitud beligerante, pero justo, ante el gordo Fernández. Pero, en realidad, me pasó todo lo contrario. Ese miedo no me paralizó sino que me dio más ganas de conocerla, de seducirla y de lograr que fuera mía. Y yo de ella. Cuando llegué a mi posición, Jorge ya estaba sentado en la suya, justo enfrente de mí.

 

  • ¡Qué “paliza” le pegó la mina nueva al gordo Fernández!
  • Sí, ese gordo por un tiempo va a dejar de hacerse el vivo. Pero no creo que le dure mucho, ya tiene ese comportamiento en su naturaleza. ¡Pero qué bien que estuvo Mariel!
  • Ay…Mariel… ¿Qué? ¿Ya es tu amiga? Más allá de que el gordo es un forro, esta mina vino pisando fuerte, anda a saber quién la acomodó. No me gusta nada.
  • A mí me gusta todo en ella. Es hermosa. Tiene carácter. Es segura. Es la mujer ideal.
  • ¡Ja! Isidorito de mi vida, esas mujeres no son para nosotros. Esa en breve va a tener un puestazo mientras nosotros seguiremos “tecleando” como el par de boludos que somos.
  • Jorge, ya me cansé de escuchar eso. “Esa mina no es para nosotros”. Nos cerramos la puerta solitos. Siempre te digo lo mismo, a esas minas, como a las de la tele, alguno se las coge. ¿Te crees que las que se cogen ese tipo de minas son mejores que nosotros? ¿te crees que tienen más “facha” que nosotros?
  • Ay…Isidoro, amigo mío. Sabés lo que te quiero, nos criamos juntos, nuestras familias se aman, pero no por eso te voy a mentir. Los puntos que andan con esas minas tiene guita, tienen poder, tienen actitud. Y, creo, que una cosa es consecuencia de la otra: si vos tenés guita y sos un nabo y feo, para las minas tenés actitud. Es así.
  • No pienso como vos. Hay mujeres a las cuales no les importan esas cosas…
  • Si…tu vieja, tu tía, tu hermana y mi vieja…
  • No…pensar así es pensar cortito. Hay minas que no van detrás del billete.
  • Puede haber alguna, un porcentaje muy bajo. Pero no creo que…la Mariel esa sea una de ellas.
  • Mmmmmm…siento un dejo de celos cuando la nombraste a Mariel…dame un beso… agarré a Jorge del hombro y amagué con darle un beso -
  • ¡Largá de acá, asqueroso!
  • Hablando en serio, yo creo que Mariel no es como esas minas a las cuales te referís. Hay de todo, como hay de todo en los tipos. Hay tipos como Fernández, tipo como nosotros…
  • Sí, tipos como Copitelli…¡Que curda tenía hoy! jajajjajajajajajajajajaja
  • Pero es un buen tipo. A mí nunca me vino con ningún cuento. Ni siquiera viene a enrostrarnos con las minas que sale. Y sabemos que con la pinta que tiene debe tener un arrastre de novela.
  • Sí, pero yo creo que se debe dormir en medio del acto…
  • Eso puede ser.
  • Bueno, entonces si te querés levantar a la nueva, tenés que ser rápido. Copi te puede ganar de mano…
  • No lo creo.
  • Me gusta tu seguridad amigo, pero no quiero que termines herido.
  • Uno siempre termina herido. O al menos, es una posibilidad grande cuando de amor se trata…
  • ¡Ah bueno! Ya estamos hablando de amor. Te desconozco, ya veo que te pierdo – Jorge hacía como que lloraba –
  • No seas bobo…

 

Seguimos trabajando y hablando de nuestras cosas. El ambiente en la oficina ya se había normalizado, lo único notable era el silencio de Fernández ya que generalmente la voz que más se escuchaba era la de él, el gordo hablaba hasta por los codos. Pero hoy había quedado herido de guerra, seguramente, conociéndolo, estaría pensando una venganza hacia Mariel. La mañana se iba haciendo de goma. Desde mi posición pude ver como Mariel se levantaba de la suya, agarró la cartera, saludó y se dirigió al ascensor. Era mi momento, pensé, agarré mi sacó y lo saludo a Jorge.

 

  • ¿A dónde vas, loco?
  • Me voy a almorzar.
  • Esperame y vamos juntos.

 

Pensé en decirle que no, que iba a ir solo. No me animé. Después de todo me vendría bien su apoyo antes de “atacar” a Mariel.

 

  • Bueno, dale.

 

Jorge tomó rápidamente su saco y fuimos hacia los ascensores. Por suerte Mariel seguía ahí esperando. La saludamos con un leve movimiento de cabeza hasta que llegó el ascensor y lo tomamos los tres.

 

  • Me voy a almorzar pero no sé bien a donde…ustedes conocen más que yo, seguramente ¿A dónde se puede ir?
  • Si, conocemos bastante. Si… ¿Qué querés comer? – primereó Jorge –
  • No se…Vos tenés cara de saber, Bernárdez.

 

En ese momento sentí  la mirada de Mariel clavada en mis ojos, yo no sé qué buscaba ella, yo no sé si era solo histeria, seducción o un juego. Pero lo que tenía claro era lo que buscaba yo…

 

  • Sí, acá abajo hay un lugar al cual vamos muchos de nosotros…me refiero, nosotros y muchos…compañeros…
  • Bueno, justamente no quiero ir a un lugar en donde van todos los de la oficina…digo un lugar más íntimo, y no me mal interprete…
  • No, no te mal interpreto…entiendo…un lugar al que no vayan todos…
  • ¡Guau! Es una luz, Bernárdez. Que rapidez para entenderme – me dijo Mariel con una ironía exagerada –
  • SI, es una de mis muchas cualidades – le retruqué a  pesar de que se me ruborizó un poco el rostro –
  • ¡qué bueno!
  • Podemos ir a Puerto Madero (2)
  • ¡Ay, Bernárdez! ¡Rompiste el chanchito!
  • Nadie dijo que te iba a invitar…
  • Y nadie dijo que yo iba a aceptar, Bernárdez…



#43801 en Novela romántica
#7038 en Chick lit

En el texto hay: amor, amistad, amor de familia

Editado: 27.07.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.