El oso

Capítulo 9

Terminamos de beber nuestros tragos y nos fuimos a cenar con Jorge. Yo seguía con la cabeza en otra cosa, bah…no era en otra cosa, era en Mariel.

 

  • Hermano…yo te banco a muerte tu metejón, pero tenés que divertirte. La vida continúa. Mirá, yo creo que cuando algo se tiene que dar se da… me dijo Jorge tratando de sacarme de mi letargo –
  • Si, sabés lo que pasa?...La veo tan cerca y tan lejos…
  • Si. Lejos la ves por  Copitelli?
  • No…Copitelli no es una dificultad. O, en realidad, lo es por ahora. Mariel se va a cansar de él o él de ella, y en breve. A no ser que quieran ser amantes eternamente. Les veo poca vida como pareja y como amantes…
  • Yo pienso lo mismo. Y no te lo digo por conformarte. Te lo garanto. Esos no van a llegar a nada. Copitelli es un pibe joven y le gusta la joda más que a vos Mariel…
  • ¿Tanto? Jjajajajajajajaja
  • Sí. Sabés que el tipo disfruta saliendo solo. Le gusta la noche y no le gusta que lo jodan. Mariel tiene pinta de hincha pelotas.
  • Si, se nota que es una mina de carácter y mucho más madura que él. Pero…
  • Pero ¿Qué?
  • Uno nunca sabe. No cantemos victoria todavía. Uno no está dentro de la cabeza de la gente. Hay veces que vemos ciertas actitudes y ciertas decisiones que no entendemos. Como habrá decisiones que uno toma que los demás no entiende.
  • En eso tenés razón. Yo todavía o entendí la decisión de Norita – sollozó Jorge, un poco actuando –
  • ¿Cómo no? Milzac tiene guita. Y vos sos un tirado.
  • ¿Y Bosnia? Mirá quien habla…
  • Bueno che…ya lo sé de memoria que soy un tirado. Tenemos que asumirlo.
  • Si…

 

Luego de la cena nos fuimos a lugar a tomar algo. No era un boliche para bailar, pero pasaban buena música y la gente tenía buena onda. Yo seguía en otra. Jorge estaba medio picado por el alcohol, y yo sabía lo que eso significaba: iba a encarar a cuanta mina viera. Pero eso sí, buscaría dos para no dejarme en banda. Yo le insistí para que se “corte” solo.

 

  • No, mi amigo…de ninguna manera. ¿Sabes cómo te quiero? – dijo Jorge visiblemente bebido y particularmente cariñoso conmigo –
  • Pero mirá que no tengo drama. Mirá la morocha de allá. Te está mirando. – le afirmé mintiéndole –
  • ¿En serio me mira? No será que me mira porque yo la miro…mirá que esas cosas pasan…uno mira…mira…y la mina te mira como diciendo << ¿Qué miras, boludo? >>
  • Si, pasa. Pero no es el caso. Andá. Mirá lo que es.
  • Si…está tremenda. ¡¡¡Mirá esas pìernas, Isi!!!

Jorge fue con la seguridad que solo tienen los borrachos, esa seguridad que te hace ignorar que vas caminando dibujando eses, que se te traba la lengua, que no se te entiende nada. Pero cuando estás en ese estado te sentís divino, como que nadie se va a dar cuenta de tu estado. Jorge hablaba y hablaba con la morocha, la mina se reía, se tentaba. Pero al rato Jorge volvió.

 

  • ¿Y?
  • NO pada nada.
  • Pero desde acá se veía que estaba todo bien.
  • No…no…para nada. La mina es francesa.
  • ¿Qué?
  • Si…habla en francés…
  • Entonces no te entendía nada…¿De que carajo se reía?
  • Yo le hablaba con acento francés, viste acentuando la última silaba, pero no me entendía nada, che. Y yo a ella menos…todo con la jota…parecía que se estaba como ahogando…
  • Ay, Jorgito. ¿Cómo te va a entender?
  • Yo le decía << Holá. Me llamó Jorjé. ¿Comó es tu nombré?
  • Jajjajajajajajajaajajajajajaja…Jorgito…¡Como te quiero!

 

Jorge se pidió un wiski más. Me quiso pedir otro a mi pero yo ya no tenía más ganas de tomar. Solo me quería ir a mi casa para esperar el domingo al mediodía. Me sentía un boludo pensando en una mina que simplemente me quería como amigo. Una mina que en ese mismo momento estaba con otro, mientras yo estaba colgado pensado en ella, solo en ella.

Jorge se acercó a la barra donde había dos chicas hermosas. Estuvo un rato hasta que uno de los tipos de seguridad lo agarró de atrás para sacarlo del lugar, entonces me levanté.

 

  • ¿Qué pasa flaco? – lo recriminé –
  • Tu amigo está haciendo bardo. Lo voy a sacar de acá.
  • NO te hagas problema. Yo lo saco.
  • No es problema, es mi trabajo.
  • Ok. Yo lo llevo, no te hagas problema. No es un delincuente para que te lo lleves así.
  • Son órdenes, flaco. No te enojes.
  • No me enojo, yo me lo llevo te dije.

 

Como pude lo lleve hasta la puerta. salimos y la verdad que nos viene bien respirar aire puro. Jorge se me dormía en el hombro. Estaba destruido.



#43831 en Novela romántica
#7042 en Chick lit

En el texto hay: amor, amistad, amor de familia

Editado: 27.07.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.