El oso

Capítulo 12

  • ¡Cómo me agarró Isidoro! Y bueno, soy bastante obvio a veces, o siempre, cuando miro los atributos de una mina. Pero que justo me vea mirandolé el culo a la tía Rosa. Pero, bueno, convengamos que tiene un culo descomunal, unas caderas que bambolea con gracia y sensualidad. La culpa es de Isidoro que se la pasó toda la vida contándome las andanzas de su tía, por mostrarme fotos de ella en la playa. Y bueno, la verdad que la tía Rosa me tiraba, pero yo no me animaba a insinuarle nada ya que sería todo un papelón si no me diera cabida y toda la familia se enterara, aunque también sería bastante chocante que ella quisiera y estuviera todo bien. Lo que pasa es que la gente siempre habla, claro…la diferencia de edad, aunque tampoco me llevaba tanto, serán menos de veinte años. Aparte la tía Rosa parece menos edad, sobre todo de físico, ya que mantiene su figura aunque se vista generalmente con ropas sueltas. Y la fama en el barrio es del  peor, si lo miramos desde el punto de vista del chusmerío de los vecinos, para mí es de la mejor. Dicen que nunca reculó cuando un hombre le gustó. Que nunca le importó el qué dirán, que es una máquina sexual. Bueno, yo sé que la gente generalmente exagera ciertas virtudes y ciertos defectos, pero la tía Rosa tenía pinta de que todo lo que decían de ella era verdad y que, tal vez, se quedaban un poco cortos – pensó largamente Jorge mientras iba de camino a su casa.

Jorge vivía solo hacía unos diez años. Tuvo la desgracia de que sus padres y su hermano menor murieron en un accidente automovilístico. Fue en la ruta rumbo a la costa. Ese viaje justo Jorge no lo hizo porque tenía un metejón terrible con una piba que vivía en el centro y lo había invitado a su casa, ya que se quedaba solo ese fin de semana largo. Igual Jorge era un tipo feliz, o eso era lo que demostraba al menos.

Y otra vez no pude dormir. No me podía sacar a Mariel de la cabeza. Y encima, lo peor, era que estaba nuevamente con Copitelli. Evidentemente el tipo le partía la cabeza, era más fuerte que ella lo que le pasaba con él, pero yo creo que era algo más sexual que amor verdadero. Yo debería ser paciente. Alguna esperanza tenía todavía.

  • Hola, Jorge… ¿Estás despierto?
  • Si…bueno…ahora sí.
  • No te quería despertar…
  • Ya fue. Ya me levanto, me pego una ducha y voy para allá – le dijo con entusiasmo Jorge, mientras esperaba que Isidoro no le dijera nada de Rosa. Aunque por como estaba, no tenía tiempo para pensar en eso.
  • Gracias, Jorge. Siempre puedo contar con vos. Gracias.
  • ¡Pero claro que siempre podés contar conmigo!
  • Ya lo sé. Fue solo una afirmación de algo que sé que siempre va a ser así.
  • Dalo por hecho, amigo.

Me levanté y me fui al patio. A la media hora llegó Jorge. La tía Rosa le abrió la puerta.

  • Hola, Jorge. ¡Qué cara de dormido! – le dijo la tía Rosa mientras le daba un sonoro beso en el cachete derecho del rostro de Jorge.
  • Hola, tía Rosa. ¡Justo me viene a abrir la puerta la más linda de la casa! ¡Qué digo de la casa, del barrio! ¡Qué digo del barrio…

Tía Rosa le puso su dedo índice de la mano derecha sobre la boca de Jorge como callándolo. Y se fue acercando lentamente a él, sin sacarle la mirada a sus ojos, y le habló al oído.

  • Jorgito, no juegues con juego si no te querés quemar…

Jorge tragó saliva, la tomó suavemente de la cintura y le contestó al oído de Rosa.

  • ¿Y quién le dijo, Rosa, que yo no me quiero quemar?

Se separaron lentamente mientras se seguían observando, mirada contra mirada. Hasta que aparecí yo.

  • Hola, Jorge.
  • Hola, Isi querido. Te traje esto. – Jorge me dio una bolsa que contenía una botella de vino y unas masas.
  • Gracias, Jorge.
  • De nada. Las masas son para las damas. – Afirmó Jorge, en tanto la miraba a tía Rosa.
  • ¡Qué amable, Jorgito, como siempre! El más caballero del barrio…bueno…junto a mi sobrino preferido. – dijo tía Rosa con cierto aire de malicia en su mirada.
  • Bueno, vamos al patio, Jorge.
  • Vamos. Tía Rosa también puede venir.
  • Los dejo un rato solos así hablan de sus cosas.

Jorge e Isidoro se fueron al patio. Al poco tiempo, la tía Rosa les llevó un aperitivo y una pequeña picada.

  • Gracias, tía Rosa. – le dijo Jorge mientras agarraba un escarbadientes para comerse un trozo de queso.
  • De nada. Soy así de gauchita no más. – le contestó con sarcasmo tía Rosa.

Yo me hice un poco el tonto. Yo creía que era solo un juego de seducción, una joda. Igualmente ya no estaba con edad para cuidar a mi tía de las fauces del insaciable Jorge. No me iba a interponer en una relación entre adultos.

  • ¿Me puedo sentar con ustedes? –preguntó, respetuosamente, tía Rosa.
  • Claro que sí. – le dije, mientras le tendí mi mano para que se siente a mi lado.
  • Bueno, mirá Isi. Yo no sé qué vas a hacer con esta piba que viene hoy. Yo lo único que espero es que no seas gil, no te dejes pasar por encima. Ya demasiado has cedido, por lo que me has contado, no quiero ni imaginar lo que me contaste. – me dijo con mucha seriedad tía Rosa.
  • Ya sé. Tía. Y sé que me lo decís porque me querés y que nunca me dirías nada malo ni por herirme, pero es más fuerte que yo. Yo la veo y…me olvido de todo…
  • Si, te ponés hecho un boludo. Las cosas por su nombre, sobrino. Te atonta.
  • Tía, el amor siempre atonta…
  • No mí querido…no siempre. A mí no me atontó nunca.
  • Bueno…pero a veces puede ser que uno se comporte como un boludo – acotó tímidamente Jorge.
  • Mi querido Jorge – le dijo tía Rosa tomándole la mano – uno no tiene que dejarse dominar por el amor, hay que usar la cabeza. Las mejores cosas pasan si uno usa la cabeza aparte del corazón. Está muy lindo ser romántico, enamorarse y todo eso que nos cuentan en los cuentitos de hadas o en las novelas. Pero…hay que usar la cabeza siempre, hasta en la calentura más intensa que podamos tener. Es la única manera de sobrevivir – tía Rosa le acariciaba la mano casi imperceptiblemente. La cara de Jorge se había transformado, la miraba con un deseo, con unas ganas que no podía disimular.
  • Si…si…puede ser…



#47612 en Novela romántica
#7704 en Chick lit

En el texto hay: amor, amistad, amor de familia

Editado: 27.07.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.