El oso

Capítulo 17

La tía Rosa tomó, con nerviosa ansiedad, el estuche que contenía el reluciente anillo de compromiso, lo retiró y comenzó a observarlo con detenimiento. Lo alejaba de su ángulo visual para verlo mejor y luego  lo acercaba. Se lo puso en su dedo anular de la mano izquierda mientras lo seguía contemplando, ahora lo sentía en su piel. Yo, por el rabillo del ojo, podía ver a Jorge. Su nerviosismo y bronca eran evidentes. Sus ojos parecían querer salir de sus órbitas. Mi madre se levantó nerviosa con una pila de platos que llevó a la cocina. Copitelli miraba la escena como sin ver ni entender, Mariel le tocaba el cabello despeinándolo. Don Tránsito Pérez había comenzado a transpirar  y le caían gotas negras por sus patillas, era evidente que no solo se había teñido su delgado y ridículo bigotito. Tía Rosa comenzó a balbucear pero nadie comprendía lo que quería decir, era como que no podía arrancar hasta que, al fin, lo logró

- Don Tránsito, me toma de sorpresa ya que lo he rechazado en otras tantas ocasiones, mas usted sigue con su repetida insistencia y, por otro lado, aquí delante de todos, de mi familia y amigos.

- Mi amada Rosa. He visto la oportunidad tocando mi puerta y he aprovechado esta hermosa ocasión para buscar por fin su ansiado sí. No me importará su rechazo de hoy como tampoco los innumerables de otrora. Yo tengo la percepción de que algún día aceptará mi persistente y, ya clásico, convite. Y vine a esta respetable casa con la convicción firme de que hoy es el día. Tuve una epifanía en el instante mismo en que salía de la joyería “Pinel e Hijos”, esa misma que está en el centro cerca del obelisco. ¿La conoce?

- Claro que la conozco, es donde compran las estrellas de la tele. Bueno, al menos eso dicen ellas cuando le hacen la publicidad.

- Sí, eso es verdad. Por eso he comprado este excelso anillo para usted, ya que, usted amada mía, es una estrella. Es la estrella más brillante de la zona oeste y aledaños.

Tía Rosa se quedó muda. No había prestado demasiada atención a las palabras de Don Tránsito, no solo porque se sabía sus palabras de memoria, sino también porque seguía embelesada por el anillo que disfrutaba en su dedo.

- Esta maravilla vale mucho más que lo que cuesta una casa como dijo Copitelli. Con lo que sale este anillo me puedo comprar una gran mansión y un auto de alta gama - me dijo tía Rosa por lo bajo.

Don Tránsito notó el brillo que irradiaban los ojos de tía Rosa y, aunque parecía tonto no lo era. El veía la respuesta afirmativa a su propuesta dibujada en la mirada de ella.

- Es lindo, ¿No? Imagine todos los que puede tener como este y hasta mejores aún. Rosa, ya no somos unos mocosos, creo yo que estamos en la edad ideal para casarnos y recorrer el mundo. No imagino una compañía mejor que la suya.

- Don Tránsito, lo veo hoy más decidido que de costumbre y eso me gusta. Me gustan los hombres decididos y que no pierden el tiempo.

- ¿Eso es un sí, Rosa?

- Excúseme unos minutos.

Rosa se levantó y se fue al baño llevando el anillo en su dedo. Entró, cerró la puerta y se miró por un rato en el espejo.  Luego miró el anillo y, ahora, pudo obeservar bien todos sus detales. Era de oro blanco y de platino. Tenía grandes piedras preciosas incrustadas. Eran diamantes y rubíes, y en el centro tenía un gran diamante rojo, la piedra preciosa más cara del mundo. Se miró nuevamente en el espejo, se miró la boca y pasó su lengua suavemente por sus labios, notando que aún tenía el gusto de la piel de Jorge en ellos. Pensó lo bien que la había pasado con él, lo mucho que había esperado ese momento, pero también sabía que no había amor entre ellos, que solo era una calentura que se había incrementado por lo prohibido de la relación. Luego de esas reflexiones salió del baño, se sentó frente a Don Tránsito, le tomó la mano y le espetó con lágrimas en sus ojos

 - ¡Acepto!

Mamá y María aplaudieron entusiasmadas, Copitelli festejó levantando una copa semi vacía y Mariel miraba todo con expresión sorprendida. Jorge, mientras tanto, era la viva, o muerta, imagen de la derrota. Agarró el paquete de cigarrillo de Copitelli, sacó uno y lo encendió, se paró y fue para la puerta de salida, yo lo seguí.

- ¿A dónde vas, Jorge? — le pregunté con desesperación.

- Por ahí, Isi. Por ahí. ¡Qué sé yo! A casa supongo, a donde voy a ir.

- No te pongas así. ¿No era que no te pasaba nada con la tía Rosa?

- No me pasa nada con la tía Rosa. Me pasa con la vida. ¿Viste cuando te cansás de perder?

- Decímelo a mí…

- Y bueno, es eso. Pero, y bueno, te tengo que ser honesto, si me pasan cosas con tía Rosa.

- No me tenés que decir nada.

- Y la verdad, hay que perder contra Don Tránsito. Pero claro, y la entiendo a tía Rosa. Con este mequetrefe va a nadar en la abundancia, en cambio conmigo, un gris oficinista con un sueldo como para llevarla a Mar del plata, en marzo que es más barato, por supuesto.

- ¡No seas exagerado! Tan mal no cobramos.

- Eso es verdad. Pero no tengo ni para competir con Don Tránsito. ¡Viste lo que es ese anillo! Tía Rosa quedó hipnotizada. Y la entiendo. Pero bueno, tendremos casamiento en breve. ¿Y vos con Mariel? ¿Qué onda?

- Ninguna onda. Sigue ahí con Copitelli. Y no la entiendo. El tipo esta borracho como una cuba y ella parece encegucida por él. No sé, encima ahora que va a trabajar juntos en el laburo creo que mis posibilidades son cada vez más remotas.

- Y bueno, mi gran amigo Isidoro Bernárdez, así es la vida. A veces creo que deberíamos ser un poco hijos de puta. Siempre nos dejan por ellos.

- Don Tránsito no es un hijo de puta, es un buen tipo.

- Ah, como lo defendés a tu futuro tío.

- No seas bobo, querés.

La tarde ya se estaba acabando y los invitados se fueron yendo hacia sus casas. Primero fue Mariel junto a Copitelli que casi no podía mantenerse en pie, por suerte ella manejaría. Luego se fue Don Tránsito con tía Rosa de la mano. La tristeza que emanaba la mirada de Jorge al ver esa escena no la vi en toda mi vida, ni nunca la vería. María era la única de la familia que estaba con una cierta alegría, tenía el campo libre con Jorge. Mamá lavaba los platos con su tristeza y melancolía habitual por la vida que le había tocado en suerte.



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En el texto hay: amor, amistad, amor de familia

Editado: 27.07.2023

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