Capítulo 18

Don Tránsito y tía Rosa fueron a tomar algo al centro en el flamante auto de de él. Don Tránsito no entraba en su cuerpo de la felicidad que tenía al recibir el ansiado “Sí” de tía Rosa. Estacionó el auto cerca del obelisco y la llevó a uno de los bares más lujosos de la ciudad. Pidió el champagne más caro, bien frappe, para brindar junto a su amada.

- Bueno, Rosa. Al fin me ha dado el anhelado sí.

- Sí, Don Tránsito. Ya era hora de sentar cabeza, lo digo por mí no por usted.

- Sí. De usted se habla mucho en el barrio, pero yo no le doy bolilla a la chusma.

- Lo bien que hace, Don Tránsito. La gente se queda corta…

Don Tránsito abrió los ojos como el dos de oro debido al gran atrevimiento de tía Rosa.

- No se ponga así, Don Tránsito. A partir de nuestro casamiento seré solo suya, todo este cuerpo para usted — le decía tía Rosa mientras se ponía las manos en la cintura y movía sensualmente sus pechos.

- ¿Qué quiere decir con que será solo mía a partir de nuestro casamiento? Yo pensé que era desde ahora que ha aceptado.

- Ay, Don Tránsito, es un decir. Eso sí, hasta que no nos casemos, entre nosotros no va a pasar nada.

- Está bien. Así es como debe ser.

- Bueno, algo podemos hacer. ¿Recuerda las noches en el zaguán?

- Rosa, esas noches fueron imposibles de olvidar para mí, y he soñado con su boca, generosa, casi todas las noches desde esos momentos.

- ¡Que zalamero que es, Don Tránsito! No me diga que desde aquellas veces nunca…

- Nunca nada. No le voy a decir que no lo he intentado porque estaría faltando a la verdad y eso es algo que nunca haré con usted, pero no pude lograr nada. Nada me excita más que pensar en usted.

- ¡Don Tránsito! ¡Que romántico! No veo la hora de llegar al cuarto nupcial y sentir a usted dentro de mis candentes entrañas.

- No siga, Rosa. No siga.

Rosa lo miró  y vio que ha Don Tránsito le habían subido los colores a la cara. Estaba como poseído, no tardó mucho en entender que Don Tránsito había tenido un orgasmo. 

- Don Tránsito, vaya al baño a limpiarse, hágame el favor. QQ

- ¿Cómo se dio cuenta?

- Conozco a los hombres. Y mire esa mancha, que desperdicio...

Don Tránsito fue al baño del bar. Rosa se quedó por unos instantes solas mientras pensaba que era un buen hombre y que con él no iba a ser feliz como en los cuentos de hada, que  hacía rato que no creía, pero que al menos iba a tener una buena vida. Don Tránsito volvió del baño lívido.

- ¿Qué le pasa? Está muy blanco.

- Nada, Rosa, nada. Pago y vamos. ¿Le parece?

- Claro que sí.

Don Tránsito dejó a tía Rosa en la puerta de casa, yo estaba en el patio. Tía Rosa entró, escuché la puerta y fui a recibirla.

- ¿Cómo anda la futura esposa de Don Tránsito Doroteo Pérez?

- Mirá el anillazo que me regaló – me contestó tía Rosa mostrándome el anillo de compromiso.

- ¡Es tremendo! La guita que le habrá salido.

- Sí, Don Tránsito es muy generoso y buen tipo.

- Sí, de eso no hay duda, pero…

- Pero ¿Qué, Isi?

- Yo pensé que estabas enamorada de Jorge.

- No, enamorada no. MIrá. Ya tengo cincuenta pirulos, no creo en el amor. Don Tránsito es una buena persona y me quiere, me ama te diría. Y yo lo quiero pero no lo amo. La voy a pasar bien con él, sé que me va a tener como una reina y no lo digo solo por los lujos.

- Ya lo sé. Pero me da pena por Jorge.

- Mi amor, yo a Jorge le llevo casi veinte años. ¿Sabés lo que voy a ser yo dentro de veinte? Una vieja. Y él va a ser todavía un tipo joven con todos los bríos. Me convertiría en una cornuda más que consciente. Jorgito está para otro tipo de mina, y se merece lo mejor porque es buena persona.

- Yo pensé que estabas enamorada de él.

- No, y él tampoco de mí, Soy solo una calentura y él también lo es para mí. No pasa de ahí. A Jorge ya se le va a pasar. Se hace el pobrecito y tiene más levante que lo que  él cree. Ustedes dos ya están en edad de buscarse una buena mujer y pensar en hijos.

- ¿Yo? Sí a mí no me da bola ninguna.

- ¡Dejate de embromar, chambón¡ ¡Qué ni vos te lo crees! Tenés que ir en ganador. Esa pibe Mariel te tiene de hijo porque sabe que te tiene cuando y como quiere. Mirala vos con ese Copitelli, mucha pinta pero es un desastre. Ese tipo en cinco años más no va a servir para nada, y cuando digo para nada es para nada…— mientras me guiñaba el ojo derecho.

- Si, que se yo. Pero es más fuerte que yo. Mariel es hermosa.

- ¡Claro que es hermosa! Pero mirá si no sabe coger, sabés que fiasco te vas a llevar. No todo es la belleza, Isi. Vos sos bello  y bueno. Y eso lo tenés que valorar.

- Yo lo valoro, pero los demás son los que no lo ven.

- Vos tenés que salir como si tuvieras un foco de luz siguiéndote todo el tiempo. Tenés con qué. Las chicas te miran mientras vos estás en otra. Tenés que salir a comerte el mundo y no dejar que el mundo te coma a vos. Como decía mi madre, un hombre con altura ya tiene la mitad de la batalla ganada. Vos sos alto y lindo, ¿Qué más querés? Olvidate de esa Mariel y sacale punta a eso que tenés entre las piernas que no lo tenés solo para hacer pis.

- Pero, yo la amo. Estoy enamorado locamente de ella. Vos no me comprendés porque nunca te enamoraste.

Tía Rosa se me quedó mirando un buen rato, fue hacía el living y volvió con un vaso de wiski. Su mirada no me gustaba nada.

- ¿Quién te dijo que yo nunca me enamoré? — me murmuró mientras le daba un sorbo largo al vaso

- Vos me lo dijiste no hace mucho.

- Te mentí. Yo si me enamoré, y como hago todo yo, extremadamente. Creo que no hubo nadie en el mundo que se haya enamorado como lo hice yo.

- ¡Ya me parecía! Vos con lo sensible que sos, era imposible que no te hubieras enamorado nunca. ¿Y quién fue el afortunado?

- Ningún afortunado. El tema es que yo me enamoré y él no. Y ese es un gran problema. Siempre creemos que ese tipo de amores son mutuos, pero no. Yo apenas lo vi sabía que era el hombre de mi vida, y lo fue aunque nunca paso nada entre nosotros.