El oso

Capítulo 24

Tía Rosa estaba en el altar esperando a Don Tránsito. Se escuchaba la música lúgubre que salía del viejo e imponente órgano con esos tubos gigantescos y monstruosos que casi invadían una pared entera. Se escuchaba el murmullo de la gente, mientras tanto yo seguía pensando en eso días previos a la boda.

Luego de la charla que tuve con Don Tránsito al salir de la sastrería donde encargó su traje para la ansiada boda, me quedé pensando bastante en todo lo que él me había dicho casi como en una confesión. Y por eso no me parecía justo que tía Rosa solo se casara con él por interés, por un mero interés material. Al otro día la vi en el patio de casa colgando la ropa alegremente cantando y la encaré. Quería ser un tanto sutil, creo que no logré mi cometido.

 

  • ¡Qué contenta se te ve tía! Debe ser por el casamiento. ¡Qué próximo está!

 

Tía Rosa, que estaba de espaldas, dejó la tarea que estaba realizando, se dio vuelta y me clavo sus hermosos y grandes ojos negros.

 

  • Isi de mi vida, no te parí pero te crie. Tus ironías las conozco más que las mías. Que escondés debajo del facón …
  • ¡Ja! Ya sé que me conocés como nadie. Bueno, viste que lo acompañé a Don Tránsito a comprar su traje para la boda.
  • Sí, como no voy a saberlo si vino enloquecido. Ese hombre te adora, se la pasó toda la noche hablándome de vos.
  • Bueno, y yo estaba pensando algo. Es un buen tipo.
  • No es un buen tipo, es el tipo más bueno que conozco.
  • Bueno, por eso mismo.
  • Sé perfectamente a dónde vas, pero quiero que me lo digas vos con tus palabras.
  • Es difícil.
  • Inténtalo. Ya que te atreviste a pensarlo, ahora desembuchá.
  • Si, tenés razón. Lo que pasa es que el tipo a mí me cae bárbaro. No me gusta que te cases con él por interés.

 

Tía Rosa se acercó a la mesa donde yo ya estaba sentado, se sentó enfrente de mí, tomó un cigarrillo y lo encendió. Me siguió mirando para ver si yo continuaría con mi reproche hacia ella.

 

 

  • ¿Terminaste? — me preguntó con un dejo de bronca.
  • Sí, ese es el tema. Yo quiero que seas feliz. Y no quiero que el salga malherido.
  • Mirá, acá no va a salir nadie malherido. A mí me duelo lo que me decías.
  • No digo que esté mal.
  • No lo decís pero lo pensás. Vos crees que yo me caso por un interés económico, material. Es eso, ¿O no?
  • Sí, dicho así suena duro, pero es así.
  • Así es lo que pensás, pero no es así. No es la realidad.
  • ¿Cómo es eso?
  • Vos pensás, y estás casi seguro, que yo me caso por interés, por un interés material. ¿Y él?
  • Porque te ama.
  • No me ama, soy solo una obsesión, una obsesión que viene desde hace mucho tiempo.
  • Bueno, pero te quiere.
  • Yo también lo quiero.
  • ¡Tía!
  • Yo lo quiero a mi manera. — afirmó tía Rosa con una sonrisa con un toque de malicia.
  • Está bien.
  • No, no está bien. Él también se casa por un interés material.
  • ¡Ja! ¿Interés material? Sí vos no tenés un mango.
  • ¿Quién habló de plata? Para vos lo material es solo el vil metal. Mirá lo que es esto — tía Rosa se paró y se daba golpecitos en las caderas y en la cola.
  • ¡Tía!
  • Mirá lo que es esto — se tomaba los dos pechos y los movía.
  • Bueno…
  • Y mirá esto — se levantó la remera y me mostró su vientre sin una gota de grasa.
  • Pero…
  • Isidoro. Si yo no tuviera todo esto, si yo no tuviera este cuerpo Don Tránsito ni me hubiera mirado. Si fuese una gordita no me hubiera dado ni la hora, Y si no hubiera probado a esta — señalándose la boca. Y ahora qué pensás. Es así. A él le gusta mi materia que es mi cuerpo, y a mí me gusta que tenga guita. El mundo se mueve de esa manera, nos guste o no. Y no estoy diciendo que no existe el amor, digo que sí existe el amor y que existen este tipo de uniones por conveniencias mutuas.

 

Me quedé mirándola un buen rato mientras tía Rosa seguía fumando. Y la verdad que un poco de razón tenía. Tal vez no era el ideal que yo tenía del amor, de la pareja y del matrimonio, pero tía Rosa no estaba nada herrada. Apagó el cigarrillo contra el fondo de un cenicero repleto de puchos, cenizas y fósforos negros. Se notaba que tenía algo más para decirme.

 

  • Isi, sabés que te amo, no hay nada en el mundo que quiera más que vos, tu hermana y tu vieja. No soy una mala mina por hacer esto, no quiero que tengas esa imagen de mí. Esto es como un negocio para mí y para Don Tránsito, y él lo sabe aunque se haga el tonto. Si el no tuviera la guita que tiene, jamás se hubiera atrevido a proponerme matrimonio. Vos sabés que la gente que tiene mucho dinero tienen una soberbia bastante marcada, creen que pueden comprar todo. Bueno, a mí me compró y yo se lo voy a cobrar con creces.
  • Yo sé perfectamente, tía, que no lo hacés de mala mina. Y ahora que me lo explicaste, de corazón, lo entiendo. Tenés razón, él también está por interés.
  • Así se mueve el mundo. Te voy a decir algo, a veces son más sanas las parejas que se conforman de otra manera que las que, aparentemente, solo los mueve el amor. Hay mucho de problemas psicológicos en muchas, la obsesión, como te dije antes, es una. Y yo veo que vos está obsesionado con Mariel, y eso no es bueno.
  • No es obsesión, es amor.
  • Isi: el amor no correspondido es forreo. Cuando pasa eso uno se deja pisotear, justifica todo. ¿Y sabés porque?
  • No.
  • Porque ponemos a la otra persona en un pedestal. Y nadie se merece estar en un pedestal y nadie se merece estar debajo de nadie, eso jamás te olvides.
  • Pero yo la amo realmente.
  • Mejor amate un poco más vos.



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En el texto hay: amor, amistad, amor de familia

Editado: 27.07.2023

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