El oso

Capítulo 33

A Isidoro se la hacía difícil ver así a  su amigo. El simple hecho de verlo dormido y hablarle sin respuesta lo perturbaba, sobre todo porque el que más hablaba era siempre Jorge. Isidoro iba periódicamente a ver a Jorge. Y siempre era la misma escena: el hablándole y Jorge a veces sonriendo, era la única señal que podía percibir. A medida que fue pasando el tiempo de internación de Jorge, a Isidoro se le fue haciendo un callo, y no es que no sufriera, pero el mismo se preguntaba como hacía para aguantar semejante dolo de ver a su amigo en ese estado. Lo que más lo entristecía era verlo con pañales, justo él que cuando tenía que hacer, digamos lo segundo, se iba a su casa aunque se estuviera haciendo encima, y ahora verlo así le partía el alma a Isidoro. Por otro lado, cuando le hablaba, Isidoro hacía un largo silencio y miraba a Jorge, miraba su cara, sus manos, los cables a los que estaba conectado y comprendía que al ver a un ser querido, amado, de esta manera, cualquier persona se guardaría su ego en lo más profundo de su ser. Se sentía conectado con lo más íntimo de sí mismo, no podía, ni quería, pensar en otra cosa. Por suerte, la tía Rosa volvió del viaje en cuanto se enteró de lo de Jorge, y de esa manera fue una gran ayuda para Isidoro. Comenzaron a turnarse para ir a verlo, cada uno tenían sus cosas y no podían dejarlas de lado. Isidoro se sentía un tanto culpable cuando no iba a verlo, pero por suerte la palabra de tía Rosa siempre aparecía en los momentos en que más la necesitaba.

 

  • ¡Qué carucha tenemos últimamente! Le dijo tía Rosa.
  • Lo que pasa es que me siento medio con culpa por lo que le pasó a Jorge, tía.
  • A ver, Isi. Eso ya pasó, no te atormentes más. EL es tu amigo y salió en tu defensa, hizo lo mismo que vos hubieras hecho por él. Ya se va a poner bien, vas a ver.
  • ¡Ojalá, tía! SI le pasa algo…
  • No le va a pasar nada, no hables pavadas. Es un tipo joven y fuerte, en cuanto el edema baje, vas a ver que ya lo vamos a tener acá rompiendo la paciencia como siempre.

 

Isidoro se levantó con los ojos llenos de lágrimas y abrazó a su tía con fuerza, se sentía un chico de nuevo.

 

  • Bueno, bueno. Basta de lágrimas. Tenemos que estar fuertes para cuando se recupere, no nos puede ver llorando como magdalenas. Arriba ese ánimo.
  • Y por otro lado, cada vez lo voy a ver menos. NO me hago tiempo a veces y …
  • Y a veces no tenés ganas… eso es lógico. Es normal. Y mejor que no vas cuando no tenés ganas porque seguramente lo percibiría. Te entiendo. Sabés lo que pasa, Isi, nosotros no podemos hacer mucho más de lo que hacemos, él está en manos de los médicos y de Dios, No te digo que lo nuestro no sirve, que no ayuda, no, todo  lo contrario. Pero vos tenés que ir cuando tengas ganas y cuando estés bien.
  • Sí, puede ser. Pero la culpa me carcome.
  • Es normal, ya te va a pasar.
  • Y contame como te fue en el viaje. No me hablaste nada.
  • Ay, nene. Los lugares bellísimos, don Tránsito todo un caballero. Es para irse y no volver, pensaba allá, pero este es nuestro país, es nuestra tierra. No te das una idea como los extrañé a todos.
  • Y nosotros a vos.
  • Don Tránsito te compró un par de regalos, después te los va a dar él. Pilcha, pero de la buena, eh.
  • ¡Qué grande Don Tránsito.

 

La charla con tía Rosa había tranquilizado a Isidoro, pero solo en parte, o mejor dicho, en cuanto a su relación con Jorge, en su relación con Jorge en ese estado al que se iba acostumbrando poco a poco.

Se fue a su habitación y intercambió unos mensajes con Mariel. Ella se había quedado con la espina luego de haber estado tan cerca de concretar, pero no se lo decía directamente. La sentía más melosa, ya no le hablaba tanto de Copitelli. Pero Isidoro estaba con la cabeza en otro lado, más allá de lo de Jorge, Isidoro pensaba solo en sacarse de encima a Copitelli. Sabía que con un tipo así las armas limpias no bastaban,

 

  • Isi, tenemos que hablar un día de estos.
  • Mariel, no se para que querés hablar, vos te vas a casar con Copi. Esa es la realidad, lo que pasó el otro día, ya pasó. Ya fue. Fue una locura del momento. Vos estás enamorada de él. Yo ante eso no puedo pelear ni quiero. No tengo fuerzas.
  • Sí, pero quiero que sigamos siendo amigos como siempre.
  • Somos amigos como siempre. Eso no va a cambiar
  • No, yo te noto distante.
  • Estoy con el tema de Jorge en la cabeza, ya lo sabés.
  • Sí, está bien. Pero creo que hay algo que no me estás contando. Tenés la mirada rara. Ya no me mirás como antes, y eso me duele
  • Son fantasía tuyas, Mariel. No pasa nada. Te quiero y lo sabés.   Creo que vos a mí…
  • Claro que te quiero, bobo. Bueno, nos vemos mañana en la oficina, beso.
  • Beso.



#43801 en Novela romántica
#7038 en Chick lit

En el texto hay: amor, amistad, amor de familia

Editado: 27.07.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.