El otro manuel

El reflejo perdido

El resto del día transcurrió con una extraña normalidad. Manuel intentó ignorar la sensación de que algo lo observaba, pero cada reflejo en los vidrios de la casa le devolvía una imagen que no siempre coincidía con sus movimientos. Al principio, pensó que era su imaginación. Pero en más de una ocasión, juró ver su reflejo pestañear un segundo después que él, o moverse con un leve retraso.

La sensación de irrealidad se intensificó cuando notó algo más inquietante: los reflejos de los objetos también parecían estar mal. El reloj de la sala marcaba una hora distinta en el vidrio de la ventana. Un vaso sobre la mesa reflejaba su silueta un instante antes de que realmente se acercara a él. Pequeños detalles, apenas perceptibles, pero suficientes para erizarle la piel.

Cuando cayó la noche, decidió evitar el espejo de su habitación. Algo dentro de él le decía que no mirara. Sin embargo, justo antes de dormir, la curiosidad fue más fuerte.

Caminó con cautela, el corazón latiéndole con fuerza. Cada paso sobre la alfombra parecía amplificado en la quietud de la noche. El aire se sentía denso, cargado con algo indescriptible.

Se detuvo frente al espejo.

Su reflejo lo miraba fijamente… pero no parpadeaba.

El miedo lo paralizó. Levantó una mano temblorosa, y su reflejo hizo lo mismo, pero con un retraso imperceptible. Apenas un segundo. Lo suficiente para confirmar que algo estaba mal.

—No tienes escapatoria —susurró su reflejo sin mover los labios.

Un escalofrío le recorrió la espalda. Se apartó de golpe, pero una fuerza invisible lo empujó hacia el vidrio. Trató de resistirse, pero sus manos tocaron la superficie fría… y entonces el espejo cedió, como si fuera agua.

Cayó.

El impacto fue leve, como si hubiera aterrizado en un suelo acolchonado. Se levantó de golpe, con la respiración agitada. A su alrededor, un paisaje distorsionado.

Era su casa… pero al revés.

Los colores eran apagados, las sombras demasiado densas. La luz de la lámpara en su buró titilaba con un parpadeo irregular, como si algo intentara escapar de su interior. El aire tenía un olor metálico, casi oxidado. Pero lo peor era el silencio absoluto. Un silencio tan denso que se sentía como si estuviera dentro de una caja insonorizada.

Dio un paso adelante, y el sonido de su pisada llegó con un leve retraso. Se detuvo en seco. Miró hacia el pasillo. Algo se movió en la penumbra.

Contuvo la respiración.

Cuando miró hacia la escalera, sintió un escalofrío.

Su familia estaba ahí. Su madre, su padre, su hermana… pero no se movían. Estaban de pie, con la cabeza inclinada en un ángulo imposible y los ojos completamente blancos. Como muñecos sin vida.

Y luego, al mismo tiempo, giraron la cabeza hacia él.

Manuel sintió un nudo en el estómago.

—No deberías estar aquí —dijeron todos a la vez, con una voz que no era la suya.

El sonido no venía de sus bocas. Venía de todas partes.

Y entonces, la casa empezó a cambiar.

Las paredes se retorcieron como si fueran de cera derritiéndose. Los muebles se desvanecieron como humo disipándose. Un viento helado recorrió el pasillo, pero no movió su ropa ni su cabello.

Detrás de él, un murmullo emergió del espejo por el que había caído.

Se giró con el pecho apretado.

Ahí estaba su reflejo. Pero ahora… sonreía.

Intentó dar un paso atrás, pero algo atrapó su tobillo. Miró hacia abajo y vio manos saliendo del suelo, retorciéndose como sombras líquidas.

Antes de que pudiera reaccionar, una de ellas lo agarró del brazo y lo arrastró con una fuerza imposible.

El mundo se desmoronó a su alrededor.

Y de pronto…

Despertó en su cama.

El sol matinal entraba por la ventana.

Todo parecía normal.

Pero cuando miró el espejo… su reflejo no estaba ahí.

El miedo lo invadió, pero trató de calmarse. Se frotó los ojos, respiró hondo. Quizás seguía soñando. Pero cuando volvió a mirar, sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

En el reflejo de la ventana, vio un destello fugaz. Como si algo —o alguien— lo estuviera observando desde el otro lado.

Y supo que algo, en algún lugar, había cambiado para siempre.



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En el texto hay: amistad amigos familia

Editado: 13.03.2025

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