El otro manuel

Ecos en el espejo

1. Un mal despertar

Manuel llegó a la escuela con cara de zombie. Julián le dio una mirada y soltó:
—Pareces mi tío cuando intenta hacer dieta… puro sufrimiento.

Clara le lanzó un codazo antes de preguntar en serio:
—¿Otra vez los reflejos?

Manuel les contó lo que pasó: la advertencia, la luz que no desaparecía y el ruido en el espejo. Julián, aunque intentaba bromear, también se veía tenso.
—Mira el lado bueno… si tu reflejo es más inteligente que tú, tal vez puede hacer la tarea por ti.

A pesar de la broma, los tres sentían que esto ya no era solo un misterio. Era un problema real.

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2. Pruebas y errores

Durante el recreo, decidieron hacer pruebas en los baños del colegio, el único lugar con varios espejos.

Clara movió la mano frente a un espejo y su reflejo la siguió… aunque por un segundo pareció que dudaba.

Julián sopló aire al vidrio para empañarlo. Nada raro.

Manuel parpadeó varias veces. Su reflejo lo siguió perfectamente.

Suspiró aliviado, pero entonces notó algo. Cuando miró de reojo, vio que el reflejo de Clara tardaba un segundo más en moverse. Lo mismo pasaba con el de Julián.

—¿Vieron eso? —susurró.

Hicieron otra prueba, moviéndose de manera sincronizada. Esta vez, los reflejos tardaron aún más.

—Esto no pasaba antes —dijo Clara, cruzándose de brazos—. Tal vez el problema no somos nosotros… sino que estamos juntos.

El aire en el baño se volvió pesado. Manuel tragó saliva. ¿Los reflejos solo se comportaban así cuando había varios observándolos?

Para romper la tensión, Julián propuso una competencia absurda: “El que haga la cara más fea frente al espejo, gana.” Todos se rieron de las caras ridículas, y por un momento, el miedo desapareció.

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3. Mensajes ocultos y un objeto sospechoso

En clase, el profesor Gómez daba la lección como siempre, pero en un momento dejó caer una frase que hizo que Manuel sintiera un escalofrío:
"Hay cosas que, cuando las ves demasiado, terminan viéndote de vuelta."

Manuel lo miró, pero Gómez siguió con la clase como si nada. ¿Fue una advertencia intencional?

Cuando salieron al pasillo, Manuel vio algo extraño. Gómez sacó un pequeño espejo de bolsillo y lo guardó en su chaqueta con un movimiento rápido, como si lo protegiera… o como si temiera que algo saliera de él.

—¿Vieron eso? —susurró Manuel.

—¿Qué tipo de profesor carga un espejo así? —murmuró Clara.

—Uno que probablemente se peina más que tú —bromeó Julián, pero su voz sonaba más nerviosa que graciosa.

Entonces vieron a la directora. Estaba en la puerta del aula, mirándolos con una expresión difícil de leer. No dijo nada, solo los observó hasta que se fueron.

—Nos están vigilando… —susurró Clara.

—Tal vez solo quiere asegurarse de que no rompamos más cosas —dijo Julián.

Manuel no estaba tan seguro.

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4. Un recuerdo inquietante

Esa tarde en casa, Manuel decidió preguntarle a su hermana Laura sobre los reflejos.

—¿Alguna vez has visto algo raro en los espejos?

Laura frunció el ceño, como si buscara en su memoria.
—No… —respondió, pero su tono no era convincente.

Cuando Manuel insistió, ella murmuró:
—No, otra vez no…

Y se alejó, dejándolo con más preguntas que respuestas.

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5. Un comentario escalofriante

Mientras Manuel estaba en la sala, Tomás, su hermanito, se le acercó con la naturalidad de quien no entiende el peligro.

—Manuel, anoche vi tu sombra moverse en la pared… pero tú estabas dormido.

Manuel sintió que la sangre se le helaba.

—¿Cómo que se movía?

Tomás se encogió de hombros.
—No sé, pensé que estabas despierto, pero cuando me acerqué, estabas dormido. Igual no importa. ¿Puedo usar tu tablet?

Manuel no respondió. Su sombra… ¿se había movido sola?

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6. Una sonrisa equivocada

Esa noche, Manuel se armó de valor y encaró su reflejo en el espejo del armario. Sabía que algo andaba mal, pero no podía evitar mirar.

Pero esta vez, su reflejo no le dijo "Corre".
Esta vez… le sonrió.

Manuel parpadeó, pero la sonrisa no desapareció. De hecho, parecía estirarse un poco más.

De repente, un golpe sonó en el vidrio.

Manuel saltó hacia atrás, su corazón latiendo como un tambor.

Por primera vez, se dio cuenta de algo terrible.

Los reflejos no solo los observaban.

También querían salir.




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