1. Una mañana sin reflejos
Manuel despertó con los ojos pegados, sintiendo el peso de la noche anterior. Se quedó unos segundos acostado, tratando de recordar si había dormido bien. Miró de reojo el espejo de su habitación… vacío.
No literalmente, claro. Su reflejo estaba ahí, en su sitio, sin moverse raro ni sonreír de forma aterradora.
—Tal vez fue un sueño —murmuró, aunque no se lo creía del todo.
Bajó a desayunar y encontró a Tomás jugando con una caja de cereal, tratando de hacer una torre con los pedazos.
—¡Mira, Manuel! Es la Torre de Tomás.
—Genial… ¿cuánto durará antes de caerse?
—¡Nunca!
La torre colapsó de inmediato.
—…Por lo menos sobrevivió más que mi paciencia —dijo Manuel, sirviéndose leche.
Laura entró en la cocina con una mirada cansada.
—Tienes ojeras. ¿Otra vez pesadillas?
—No exactamente.
Ella lo observó un segundo más, como si estuviera a punto de decir algo, pero solo suspiró y se sirvió café.
—Bueno, no hagas cosas raras en la escuela. No quiero que mamá me eche la culpa si te pasa algo.
Eso le dio un escalofrío. ¿Otra vez no…?
Mientras Laura bebía su café, Manuel notó algo extraño: su hermana evitaba mirar la pantalla apagada de su teléfono.
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2. Un plan absurdo pero efectivo
En la escuela, Julián lo recibió con una palmada en la espalda.
—¡Sigues vivo! No te absorbió el espejo. Excelente.
—¿Cómo sabes que no soy mi reflejo malvado? —bromeó Manuel.
Julián puso cara de pensador.
—Si fueras tu reflejo, ¿qué sería lo más raro que podrías hacer?
—Comerme la comida de la cafetería sin quejarme.
—Buena respuesta, eres el verdadero Manuel.
Clara se cruzó de brazos.
—No sé qué es peor… los reflejos o sus conversaciones.
Durante el recreo, decidieron espiar al profesor Gómez. Querían verlo usar su misterioso espejo de bolsillo, pero vigilar a un adulto sin parecer sospechosos no era fácil.
—Si nos ve siguiéndolo, lo notará —dijo Clara.
—Necesitamos distracción —añadió Manuel.
Julián chasqueó los dedos.
—¡Plan absurdo pero efectivo!
Tomó una piedra del suelo y la lanzó lejos, apuntando a un grupo de alumnos que jugaban fútbol. La pelota rodó en dirección opuesta, causando un caos total. Gritos, empujones y un maestro corriendo a ver qué pasaba.
—¿¡Qué fue eso!? —preguntó Clara, boquiabierta.
—Caos controlado. Ahora, a vigilar.
Se escondieron detrás de un seto y vieron a Gómez sacar su espejo. Se reflejó un segundo y lo guardó enseguida.
—No parece un gesto de vanidad… —susurró Manuel.
—Tal vez está revisando si su reflejo sigue siendo él —dijo Clara en voz baja.
La idea los dejó helados.
Antes de poder pensar más, la directora apareció de la nada.
—¿No deberían estar en clase?
Su voz sonaba neutral, pero su mirada era intensa.
—No todo lo que ven en un reflejo es real —dijo antes de que pudieran responder.
Los tres se quedaron en silencio, sintiendo un escalofrío recorrerles la espalda.
—¡Sí, claro, por supuesto! —dijeron los tres al unísono y huyeron.
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3. Un experimento improvisado
En la siguiente clase, Manuel no podía dejar de pensar en los reflejos. ¿Y si había alguna manera de probar si se comportaban diferente?
En un impulso, sacó un pedazo de su espejo roto y lo puso sobre su cuaderno.
Miró de reojo. Su reflejo también lo observaba.
Clara y Julián lo notaron.
—¿Qué haces? —preguntó Clara.
—Prueba rápida… si este espejo también está raro, tal vez…
Se inclinó y susurró algo en voz baja al vidrio.
Nada.
Pero cuando apartó la vista y volvió a mirar… su reflejo tardó un segundo en moverse.
El corazón le dio un vuelco.
Julián lo vio y susurró:
—Hermano, si tu reflejo está laggeado, tenemos un problema.
Clara no se rió.
—Manuel, guárdalo. Ahora.
Lo hizo sin dudar. Tal vez esto no era el momento ni el lugar.
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4. Una pregunta difícil
Por la tarde, en casa, Manuel se armó de valor y fue a buscar a Laura.
La encontró en su cuarto, con audífonos, mirando su teléfono.
—¿Podemos hablar?
—Depende, ¿qué tan raro es esto?
—…Bastante.
Laura resopló, pero hizo un gesto para que hablara.
—¿Alguna vez viste algo raro en los espejos?
Su hermana no respondió enseguida. Bajó el teléfono y pareció pensar en algo.
—No… —respondió al final.
Pero Manuel notó algo. Laura apretó el puño, como si esa respuesta no fuera del todo cierta.
—¿Laura?
Ella se puso de pie de repente.
—Tengo tarea. Hablamos luego.
Salió de la habitación antes de que Manuel pudiera insistir.
Se quedó en la puerta, sintiendo que había estado a punto de descubrir algo importante… pero que Laura se lo había negado.
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5. Algo en la sombra
Cuando cayó la noche, Manuel se quedó despierto, mirando el techo. Solo un día más… sin cosas raras…
Entonces vio algo moverse en la pared.
Era su sombra.
Se quedó helado.
La luz de la lámpara proyectaba su silueta en la pared… pero por un segundo, creyó verla moverse sola.
Respiró hondo. Debo estar paranoico…
Se giró hacia la pared opuesta.
Y su sombra seguía ahí.
Pero no en el mismo lugar donde debería estar.
Cerró los ojos.
Los abrió de nuevo.
Su sombra no se había movido esta vez.
Respiró hondo y se tapó con la sábana. Solo es mi imaginación…
Tac.
Un golpecito suave.
Abrió los ojos.
Miró el espejo del armario.
No pasó nada más.
Pero ahora sabía que no estaba solo.
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Epílogo: Algo se acerca
El día había sido casi normal.
Casi.
Pero la directora, Laura y la sombra le decían lo contrario.
Algo estaba por pasar.
Y esta vez… no iba a poder ignorarlo.
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Editado: 01.04.2025