Julián no podía dejar de pensar en lo que había pasado.
Había perdido su reflejo.
Y cuando volvió… no era exactamente el mismo.
Estaba en su habitación, frente al espejo de su clóset, con una linterna en la mano. Solo tenía que probarlo.
—Si mi reflejo sigue haciendo lo que quiere, mínimo que me avise antes —murmuró.
Se miró fijamente.
Levantó una mano. Su reflejo la copió perfectamente.
Hizo una mueca. Lo mismo.
Pero cuando parpadeó… sintió que algo cambió.
El reflejo tardó una fracción de segundo más en parpadear.
Julián sintió un escalofrío.
—No… seguro estoy viendo mal.
Retrocedió un poco.
El reflejo no lo hizo al mismo tiempo.
Julián tragó saliva.
—Esto no me gusta.
Apagó la linterna y salió de su cuarto como si no hubiera visto nada.
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1. Un plan para entrar al cuarto de Gómez
—¿Cómo entramos sin que nos atrapen? —preguntó Clara.
Estaban en casa de Manuel, revisando un mapa viejo de la escuela que su mamá había guardado.
—Miren esto —dijo Manuel, señalando una parte del plano.
El cuarto donde Gómez guarda el espejo… antes era más grande.
—¿Y si hay una parte que sigue ahí, pero está oculta? —preguntó Clara.
Julián, que seguía pensando en su reflejo, apenas puso atención.
—Genial, ahora también hay pasadizos secretos.
Manuel lo miró.
—¿Sigues con lo de tu reflejo?
Julián asintió lentamente.
—Mano, siento que ya no es mío.
Clara frunció el ceño.
—¿A qué te refieres?
—Lo probé. Parpadeó después de mí. Y cuando me moví, se tardó en copiarme.
Manuel y Clara se quedaron en silencio.
—Eso… no debería pasar —murmuró Manuel.
Julián se cruzó de brazos.
—Bienvenidos a mi pesadilla.
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2. Un mensaje nuevo
Antes de que pudieran seguir con el mapa, el cuaderno se cerró de golpe.
Nadie lo había tocado.
Los tres se quedaron viéndolo.
—Eso tampoco debería pasar —dijo Julián.
Manuel lo abrió otra vez. Todo parecía normal.
Pero entonces…
Clara miró la ventana.
—Chicos… vean esto.
Manuel y Julián se giraron.
En el reflejo del vidrio, el cuaderno estaba abierto.
Pero lo más extraño era que en la página reflejada… había algo escrito.
Manuel miró el cuaderno real. La página estaba en blanco.
Pero en el reflejo…
"Él ya los ha visto."
El aire pareció volverse más pesado.
—… No me gusta esto —susurró Julián.
Clara miró la página real.
—La frase no está aquí. Solo en el reflejo.
—Entonces, ¿el cuaderno también usa los reflejos? —preguntó Manuel.
Julián levantó las manos.
—¿Saben qué? Mejor pongamos la casa de Manuel a la venta y nos vamos del país.
—No es momento para bromas —dijo Clara.
—¡No es broma!
Manuel miró la frase en la ventana.
"Él ya los ha visto."
—Sea lo que sea… significa que ya no somos invisibles para lo que está detrás de los reflejos.
Julián suspiró.
—Genial. Ahora no solo me espían en la escuela, también en mi casa.
Clara miró el mapa de la escuela otra vez.
—Entonces, tenemos que hacer algo antes de que "él" haga algo primero.
Manuel cerró el cuaderno.
—Entonces, mañana entramos al cuarto de Gómez.
Los tres se quedaron en silencio.
Sabían que estaban metiéndose en algo peligroso.
Pero ya no había marcha atrás.
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Editado: 01.04.2025