El Pacto

Capítulo V

Un corcel hermoso se acercaba al palacio de Satanás, el cual era montado por el caballero y general Agalariept, venia escoltando al príncipe Mefistófeles, al llegar sale del carruaje un tipo elegante y refinado, sirviente fiel de Satanás, recolector de almas condenadas, el diablo marcha elegantemente junto con Adramelech a recibir a su queridísimo amigo, se aprietan fuertemente las manos, y en seguida se abrazan como cuando dos viejos amigos que no se han visto por mucho tiempo se reúnen – tiempo sin verte mi queridísimo amigo- Samael proclamaba la gran bienvenida; Mefistófeles continuo con el saludo – como dos mil años - - como pasa el tiempo – Samael dijo mientras sonreía y prosiguió – adelante, entra – ambos entraron hasta llegar a una mesa inmensa, que cargaba con el peso de un gran mapa, - ahora sí pongámonos serios – dijo Samael mientras miraba a Mefistófeles; se sentaron acompañados de Adramelech, Agalariept y el que acababa de llegar Nebiros el gran señor de los muertos; líder de los nigromantes infernales, mano derecha de Lucifer y un enorme estratega, todos se miraron, - al parecer ya cada uno de los que está aquí, sabe en la situación en que nos encontramos, caballeros, yo su señor, el gran dragón, los ha reunido este día, para debatir las circunstancias en que me veo involucrado, ya como supongo que saben, Emma-O junto con los griegos y algunos duques de nuestro reino, ha decidido cortar mi tiempo y enviarme al reino de la Nada, pero yo no pienso dejar que eso suceda así por así, he decidido pelear y como ustedes mis queridísimos amigos son en los que más confió, les encomiendo esta difícil tarea, y de antemano les pido perdón por no atenderlos como se merecen, pero la verdad es que ni en la servidumbre confió, sin embargo esta noche habrá una gran celebración, ¡bienvenidos mis camaradas! ¡Ah! y antes que se me olvide, Jack estará por acá unos dos días – Adramelech miró a Samael y dijo - ¿acaso le perdonaste la vida?, ¿no recuerdas lo mal que te hizo quedar la primera vez que lo conociste? – Samael se rio – claro que lo recuerdo como si fuera ayer, aunque ya hayan pasado dos siglos – Adramelech pujó – ¿y aun así le vas a mostrar benevolencia? – Satanás se enfureció - ¿acaso tengo que dar explicaciones de lo que decida hacer?, ¿tengo que pedir permiso para decidir? – los demás se estremecieron, Mefistófeles con serenidad dijo – no te molestes Samael, es entendible que Adramelech se preocupe por su señor, recuerda que Jack siendo un mortal fue capaz de engañarte, es más recibe un culto que muchos confunden con el tuyo – Agalariept exclamó – sí, creo que se llama Halloween – mientras Nebiros se levantó, se puso su sombrero – bueno si no es más me retiro, con su permiso caballeros – y se marchó.

Los demás que quedaron en la habitación, se miraron unos a los otros, Agalariept fue el primero en preguntar - ¿por qué Nebiros es tan solitario? – Samael con un poco de tristeza en sus ojos respondió – hace como cien años Nebiros conoció una mujer que fue capaz de encantar su corazón, la mujer era perteneciente a las tribus mayas-aztecas, su nombre era Mictecacihuatl, pero Nebiros le decía Michel, era una mujer hermosa, de aspecto de diosa, con ojos negros, tan oscuros, que no podías ver el reflejo de ninguna luz en su iris, una nariz perfecta, cejas delineadas, una boca que provocaría a los mismos dioses si pudiesen verse cara a cara, una cabellera larga, sedosa, negra, tan intensa que su color no era comparable a ningún otro negro, un cuerpo de guitarra andante, con sinfonías placenteras, dignas de las mejores orquestas, sus manos delicadas, más preciosas que todas las joyas del universo. Admiraba la belleza incomparable de esa mujer, hasta llegué a envidiar a Nebiros por conseguir esa mujer; pero un día como cualquier otro, compartían sus amores en una cabaña que estaba en medio de un bosque, rodeada de árboles en el reino humano, ella planeó matar a Nebiros para apoderarse de su alma y su gran poder. Al intentar matarlo con una daga fina y delgada. Nebiros alcanzó a reaccionar y solo recibió una herida en su pecho, luego la tomó a la fuerza y la lanzó al patio. La encarceló por toda la eternidad. Sembró un árbol en representación de ese amor que nació y murió, la vida de la mujer, quedó atada al árbol. Entonces el decidió dejar a cargo del cuidado de el árbol a un espíritu del bosque llamado sin nombre, pero ese día perdió más que a su amor, perdió su felicidad. Al llegar a su hogar mató como a cien de sus hombres, tuve que ir a detenerlo porque si no, hubiese acabado con toda su gente. Los años pasaron y él no volvió a ser el mismo, antes se le conocía como el “benevolente demonio”, ahora se le conoce como “Nebiros, el Señor de los Muertos”. Y no adivinan quién fue que envió a esa mujer a hacer tal acto de traición; fue Kukulkán uno de nuestros supuestos aliados, así que decidí ir a visitarlo, tomamos el ultimo café o debería decir el ultimo para él, porque ese fue el segundo día que liberé toda mi ira acabando con casi todos los mayas-aztecas. Sólo dejé vivos a cuatro de ellos.




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