El Pacto

Capitulo VI

Una ridícula historia! Sí, eso es lo que es. Ese día cuando te vi alegre porque habías decidido qué estudiar, me puse muy contento; creí que todo mejoraría, no pensé que daríamos un paso hacia atrás. Samael se me apareció de la nada, me asusté al verlo sonriente al lado mío, sentado como si nada, así que le repliqué - ¿acaso no puedes aparecerte de una manera más normal? - él se levantó y me dijo –qué tiene de divertido hacerlo así, siempre me sorprenden los humanos, creo que por su naturaleza tan extraña es que los he odiado tanto, pero tú eres diferente, me caes bien, creo que tal vez algún día te perdone y no me lleve tu alma- lo miré y pregunté - ¿qué quieres ahora? – él sonrió como siempre lo hace, me sorprendí cuando se sentó y me abrazó – quiero que me acompañes a una fiesta en el infierno – fue lo que dijo con mucho entusiasmo, evidentemente yo me negué a hacerlo, él es el único al que se le ocurre invitar a un humano común al infierno, fuese a lo que fuese, estaba asustado, así que le pregunte irónicamente - ¡¿Qué?! – no sé si él no captó mi indirecta a negarme o si lo hizo a propósito, pero contestó - lo que oíste bien muchacho – me sorprendí y levantándome de la cama, caminé de allá para acá, miré a tu padre de frente - ¿y qué sucedería si decido no ir? – Él se levantó de la cama, puso sus manos en mis hombros, sabía que algo tramaba - te daría donde más te duele – al decir eso pensé que me apartaría de tu lado, así que tragué mi saliva. No quería que me alejaran de ti, entonces pregunté - ¿qué haremos con Samantha y mi sobrina? – Samael sonrió con esa cara de que ya tenía un plan y de entre las sombras de mi habitación salió este demonio, Belfegor, Samael le ordenó hacer su trabajo; me tomó del hombro y en un parpadeo ya estábamos en el infierno. No sé porque me dieron tantas nauseas, vomité, hasta una parte alcanzó a caer en mis zapatos, Samael con su voz de gomelo (presumido) dijo – sí que eres asqueroso, no sé qué te ve Samantha - él aplaudió y vinieron unas sirvientas, para limpiar el vómito y me pasaron una menta, Samael me ordeno comérmela, así que lo hice, tenía un sabor amargo pero mi aliento quedó oliendo riquísimo, las sirvientas trataron de coquetear conmigo, evidentemente eran muy lindas pero yo las rechacé sin basilar, Samael me miró y dijo – no eres hombre, debiste tener sexo con todas ellas – yo como te respeto mucho, le dije – no pienso revolcarme con cualquiera, no vine a tener sexo con nadie – Samael sonrió, me llevó a una enorme habitación y observándome dijo – tengo unos trajes que te quedarán muy bien - hizo ponerme varios, hasta que decidió que uno azul me quedaba perfecto.

Después fuimos en un carruaje hacia una fiesta; nos bajamos, nos recibieron como reyes, caminamos por una alfombra roja, de una tela tan linda que parecía hecha de gemas preciosas. Al entrar vi que había muchas personas, todos parecían adinerados. El primero en saludar a Samael fue un tipo que daba mucho miedo, su nombre era Nebiros, el sujeto me dió la mano, y con sólo apretármela sentí un escalofrió que si no hubiese estado al lado de Samael me hubiese orinado del miedo, luego ellos hablaron de unas cosas de traición o algo así, Nebiros dijo – no he visto nada sospechoso aún – después Samael subió a un escenario, y le dio la bienvenida a todos, todo iba marchando de una manera normal, los tragos que servían eran de un sabor espectacular, nunca había tomado algo tan delicioso, empecé a liberarme, tal vez era por el alcohol, pero empecé a socializar, siendo tan malo en eso toda mi vida, no sé cómo todo empezó a salir bien, después de unos segundos me encontraba solo, en una fuente tomando aire, ya estaba mareado, una joven se me arrimó era muy linda, sus ojos negros profundos, un pelo liso y negro intenso, tenía un tono de piel blanco paliducho. Ella invadió mi espacio, creó que más de la cuenta, me susurró – tu sangre huele muy bien, ¿qué clase de ser demoniaco eres? –no sé si la embarré al decir que era humano, pero ella se emocionó aún más, me besó en el cuello y sacó unos enormes colmillos, entonces entendí de que ser se trataba, corrí rápidamente hacia dentro, pero ella me alcanzó y me tumbó al suelo, dijo – beberé tu sangre aquí mismo – cerré los ojos, creí que moriría ahí mismo, pero en eso, un ser más atemorizante aun la detuvo y dijo – no vinimos a matar los invitados, señorita Teresa – miré fijamente al hombre, él me dió la mano y me ayudó a levantarme, Samael apareció acompañado de otro demonio, se dieron las manos entre todos y Samael dijo – Señor conde Drácula, me alegro que haya podido venir, tuvieron algún inconveniente con el señor Nick – la chica me miró, luego miró a Samael– no, no tuvimos ningún inconveniente, sólo que me rechazó – Samael sonrió, me miró - ¡Quién te ve!, eres todo un casanova – me dió un golpe en la espalda, así que decidí entrar, tenía muchas ganar de ir al baño, así que le pregunté a una de las chicas de la servidumbre y me mandó al segundo piso, cuando iba hacia el baño, alcance a ver en una de las habitaciones a dos demonios hablando sobre aprovechar el momento para matar a Samael, de repente tenia a alguien de pie detrás mío, me dijo – joven es mejor que continúes tu camino – el demonio entró a la habitación y dijo – esa era la prueba que esperaba – luego los otros dos gritaron – Mefistófeles no – decidí proseguir mi camino y no involucrarme en esos asuntos. Justo cuando iba abrir la puerta del baño salió un demonio acompañado con una espesa oscuridad como la lava y ojos negros sin mancha, solo al pasar por mi lado me hizo temblar, entré rápidamente al baño, oriné. Intenté tranquilizarme, respiré hondo, mi corazón latía aún muy rápido, sudaba mucho, luego, de un baño salió un hombre que parecía mujer, mientras se lavaba las manos. El hombre me vio y dijo – creo que te haría bien un poco de té, yo hago uno muy delicioso, si quieres te puedo brindar, te tranquilizaría – subí mi cierre, lavé mis manos y le respondí – creo que tienes razón, puedes darme un poco -, - sí claro, ven conmigo, por cierto, me llamo Paimon ¿y tú? – Contesté de la manera más educada posible – Nick – aunque el lugar no ayudaba mucho, - no te preocupes por las formalidades, vamos – lo seguí hasta una cocina, me sirvió un té riquísimo, era incluso más rico que el Satanás me dio el día en que lo conocí, realmente me ayudo a calmarme. Luego decidí irme por ahí, trataba de buscar donde relajarme un rato, cuando de repente fui jalado de una habitación, me entraron a la fuerza, el poco té que tenia se regó. Una jovencita muy linda me puso su dedo en mis labios en señal de que me callara, me miró fijamente y dijo – no quiero que mi padre me encuentre, estar acompañado de tantos demonios es horrible, pero al ver como casi fuiste asesinado por la vampira, me di cuenta que no eres un demonio, y en mi naturaleza está ayudar a los humanos – luego se me acercó de más, sentía su cuerpo pegado al mío, empezó a recorrer mi cuerpo con sus dedos, y acariciarme. - Lo siento, por casi engañarte Samantha - no sé qué fue lo que pasó, pero empecé a ceder, ella me lanzó a la cama, me sentía como hechizado, ella besó mi cuello, besó mi pecho, luego se quitó el vestido azul oscuro que tenía. Se me subió encima, me quité la camisa, comencé a besarla con mucha emoción, me sentía en éxtasis. Miré fijamente el espejo sin querer, mientras ella me practicaba sexo oral. Al ver mi reflejo es como si te hubiese visto a ti, quité a la mujer, tomé mi camisa y salí corriendo, la chica me siguió, me agarró la mano y dijo – si no pactas conmigo, te mataré – le manoteé la mano, le dije que no haría nada con ella. Ella se molestó mucho, estaba prácticamente en ropa interior, yo la miré fijamente – no tendré nada contigo, tengo a alguien muy importante conmigo – y la dejé sola.




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