- ¿Un gato? - Jeff sonaba dudoso como si no creyera mis palabras y pensara que solo le estoy jugando una broma.
Llevaba 20 minutos en el hospital visitando a Jeff. Veinte minutos desde que Orión nos transportó a la parte trasera del hospital para asegurarse que nadie nos viera. "Demonio inteligente"
El ambiente entre nosotros surgió en un tenso silencio. Nuestras manos seguían unidas y para ese momento mi piel estaba ardiendo, perdida en su toque y el calor de su piel. Todo a mi alrededor desapareció. Solo existía su esencia y mis descontrolados sentimientos. Y fui consciente de lo cerca que nos encontrábamos Orión y yo. A solo un respiro.
La aparición repentina de una enfermera del hospital, redujo el momento a cenizas. La mujer parecía como si hubiese descubierto a dos adolescentes en pleno acto. Mi cara se calentó.
Orión había comenzado a gruñir a la intrusa y algo en su cara hizo que la mujer de unos cuarenta años huyera despavorida.
Su reacción me dejó sorprendida y algo intrigada. Algo en su accionar me hizo pensar brevemente que tal vez le había molestado su interrupción. Y que tal vez estaba tan perdido en el momento como yo.
Había comenzado a entrar en pánico al encontrarnos de nuevo a solas y estaba sintiendo las chispas comenzar a surgir y el imán invisible atrayendome hacia Orión. Pero él no me liberaba. Su mano se había cerrado sobre la mía como una especie de candado.
Con toda la fuerza de voluntad que pude recolectar le pedí que me soltara. Él lo hizo.
Apenas libero mi mano salí corriendo a la puerta del edificio, dejando al demonio un poco demasiado irritado. No podía soportar estar un segundo más con él. Su sola presencia era una tentación para mis sentidos y su mirada es la llave que desata en mí un deseo sin igual, uno que nunca había experimentado.
Volví a concentrarme en el presente. Estaba en la habitación de Jeff y él parecía no creerme.
- Es verdad, papa - La palabra sonaba extraña pero correcta. Después de todo él es mi padre. Me crió y a pesar de todo lo que pasamos siguió a mi lado.
Sus expresión fue de sorpresa pero inmediatamente fue reemplazado por una ternura que inundó por completo sus ojos. Me dio una sonrisa cálida
- Te creo - No sabía si se refería al gato o al que yo lo llamara papá. De todos modos me siento feliz de que las cosas se hayan arreglado. "Quizá, cuando todo esto termine, podremos empezar de nuevo. En otro lugar. Una nueva vida" El pensamiento me inunda de anhelo y causa que mi estado de ánimo crezca interminablemente.
Me encojo de hombros
- Solo quería avisarte para que no te lleves una sorpresa - Él ríe
- Seguro que si
Son estos momentos los que quiero recordar. Son estos momentos lo que hubiese querido vivir toda mi vida y son por los cuales voy a luchar.
-Tengo que irme - El presentimiento de que haber dejado esperando a un demonio tanto tiempo no es buena idea hace que me inquiete.
Cuando termino con esa línea de pensamiento mi tatuaje se calienta y los vellos de mi nuca se erizan. Algo anda mal. Muy mal. El sentimiento de algo incorrecto fluye por mi cuerpo gritando PELIGRO
Escucho la voz de Orión en mi cabeza
- Tenemos compañía - gruñe
Mi corazón se detiene una milésima de segundo para luego volver a la normalidad. Y por normal me refiero a que siento que se me sale del jodido pecho. Trago saliva
- ¿ Quienes son? - mis palabras salen entrecortadas, la sensación de peligro se intensifica y sé que no falta mucho para que algo verdaderamente malo ocurra
- Demonios -La voz de Orión me llega a través de la neblina de mi mente. Mi respiración se corta, mi cuerpo tiembla. Mi energía se agita ferozmente. Exigiendo liberación.
- ¿Quiénes son qué? - Jeff tiene el ceño fruncido - Te has puesto pálida de repente, Emma. ¿Estas bien? - Sus palabras me sacan del trance y me lanzo a darle un abrazo "Tengo que salir de aquí. No puedo permitir que le hagan daño". Corro hacia la puerta ignorando los llamados confundido de Jeff
- Lo siento - Gritó sobre mi hombro. Los pasillos del hospital están inundados de gente. Hago un zigzagueo entre ellos, algunos me miran curiosos, otros sorprendidos. Y por supuesto, no faltan las miradas embobadas.
Sigo la esencia de Orión. Su imán atrapandome y guiándome. Y sé donde ir.
Me encuentro con él en el aparcamiento del hospital.
Su semblante es serio y su ceño está fruncido. Sus labios entreabiertos dejan entrever unos colmillos que se van alargando. Me hace una señal con el dedo para que me acerque. Sus uñas crecieron largas y negras. Me quedo un poco embobada al verlo. Su aspecto nunca pudo ser más peligroso y sensual. Irradia un aura oscura y puedo ver el ligero contraste de la niebla que lo rodea. Se ve como un ángel. Un ángel oscuro.