- Emma - me siento ser sacudida - Emma, despierta
Abro los ojos y enfoco mi vista en Violet, que esta sentada en la cama con una sonrisa en su rostro. Bostezo y me estiro
-¿Como te fue? - miro el reloj de la mesa de luz y noto que son las diez de la mañana. Siento que mi cuerpo se vuelve de piedra "Hoy es el día" Suspiro y me concentro en Violet que está caminando por la habitación, moviendo sus manos y exhala euforia.
- Oh Emma, es increíble. - sonríe - Realmente, realmente me gusta - detiene su caminata para mirarme - Me llevo a cenar a la luz de la luna, hablamos por horas y horas y te juro que podría seguir hablando con él por muchas horas más - se tira arriba de la cama y yo me rio. Estoy muy feliz por ella, esta alegría, ella no tiene que perderla.
- Prometeme - le digo - Que luego de irme, harás hasta lo imposible por verlo - le agarro la mano - Mereces esto Violet, mereces ser feliz y si él puede darte esa felicidad, prometeme que intentaras que funcione.
Sus ojos se llenan de lágrimas pero asiente
- Lo prometo. - su mirada nunca deja la mía - ¿Estás lista para hoy?
Cierro los ojos y suspiro temblorosa. Esa era la pregunta que temía.Y la respuesta es aun peor: No. Jamas estare lista para dejarlos atrás. Jamás estaré lista para olvidarlos. Estoy muy asustada por lo que pasará, cómo pasará. Tengo miedo de perderme a mi misma.
Pero aún así...
- Lo estoy - asiento - Es lo que siempre debió haber pasado. - "Mi destino quizá"
Violet abre la boca y la vuelve a cerrar, dudando. Finalmente me agarra la mano
- Deberías ir a tu habitación. - suspira - Dentro de unas horas se realiza la regresión, posiblemente te enviaran ropa para la ceremonio.
- Tienes razón - voy hacia la puerta y me detengo antes de abrirla, me giro para verla - Gracias Violet, por todo.
~°~
Después de pegarme una ducha y ponerme una túnica negra que casualmente encontré sobre mi cama en cuanto llegue a mi habitación, alzo a Tirso y este se acurruca contra mi.
- Tu y yo, pequeño - le digo rascando sus orejas- Hemos pasado por muchas cosas. Tienes suerte de no olvidar. - le sonrió cuando maúlla - Me veré un poco diferente, pero no te preocupes, te seguiré queriendo igual. - lo abrazo "Vamos, Emma, sé fuerte demonios" Porque la verdad es que siento que estoy apunto de quebrarme, que llorar todo lo que ya he llorado no es suficiente, que algo falta, me siento incompleta. Pero espero que este sentimiento se vaya cuando sepa la verdad sobre mi linaje de bruja, o...cuando olvide.
Tres golpes en la puerta me hacen sobresaltar. "Supongo que llego la hora" Dejó a Tirso sobre el colchón y voy hacia la entrada.
Nada en el mundo me preparo para lo que encontré del otro lado.
- Mi querida, niña - Adda sonríe - Ha llegado la hora, disculpa mi repentina aparición, eh decidido escoltarte yo misma a la regresión - se hace a un lado para que pueda salir y me hace una señal con la mano para que la siga. Nunca pierde esa sonrisa amarga en su rostro.
Salgo de mi estupor y sacudo la cabeza. Dudo, pero me reprocho a mi misma y la sigo. "No te muestres débil" Tenerla en mi puerta me ha sorprendido y su presencia sólo constata la hostilidad ya latente. La atmósfera se vuelve fría y asfixiante a su alrededor. Y su mirada se vuelve más vacía y muerta cada vez que la veo.
Me percato de que hay otra persona con ella. Uno de los ancianos de la corte que ví el primer día que llegue. Es una mujer con la túnica negra, al igual que la de Adda y la mia, pero la reconozco por sus ojos rosas, el color de una de las casas más influyentes del aquelarre según Dante.
- Oh. - dice Adda como si se hubiese olvidado de que estaba acompañada - Emma Blue, te presento a Wanda Lexan -la señala con la mano - Ella era a quien te queria presentar La Noche de la Luna - sus ojos chispean con algo parecido a la amenaza haciendo hincapié en el hecho de que huí de allí con Violet, ignorándola completamente.
Aprieto la mandíbula "No te tengo miedo, anciana" y alargó la mano.
- Un gusto, Emma - el apretón de Wanda manda pequeñas corrientes por mi piel, pero no las mismas corrientes que Adda, peligrosas y amenazantes, sino cálidas y gentiles. De inmediato puedo decir que ella es diferente. Su rostro no muestra ninguna expresión pero me parece ver una pequeña chispa saltar en sus ojos. Tiene el pelo negro y canoso, atado en pequeñas trenzas que bailan por su rostro, una nariz pequeña y una piel morena suave e impecable. Lleva una sortija con el símbolo de un halcón tallado en ella.
- Lo mismo digo - pongo toda mi sinceridad en ese comentario pero mantengo mi cara neutra.
Ella sonríe ligeramente y Adda nos llama la atención
- Vamos - me mira entrecerrando los ojos - No queremos llegar tarde.