El Pacto Oculto.

Capítulo 1: Sombras Bajo la Ciudad.

Margaret Smit odiaba el ruido de Terranova. No era solo el zumbido constante de los drones de vigilancia o el tráfico de vehículos flotantes; era el murmullo de la gente. Voces cargadas de ambición, desesperación y secretos, como si la ciudad misma respirara a través de ellos.

Desde lo alto del edificio Kepler, Margaret observaba el caos ordenado de la metrópolis. Las luces de neón pintaban líneas brillantes sobre la neblina que cubría las calles. En su mundo, el futuro no era brillante; era un juego de sombras y poder, donde las reglas cambiaban según quién estuviera dispuesto a pagar más.

—Puntual como siempre —dijo una voz detrás de ella.

No necesitaba volverse para saber que era Alfio Lee. Reconocería su tono, mezcla de sarcasmo y amenaza, en cualquier lugar.

—No me interesan tus bromas, Alfio. ¿Tienes lo que pedí? —respondió Margaret, su tono cortante como una hoja.

Alfio entró en la sala con la confianza de alguien acostumbrado a lidiar con el peligro. Era más alto de lo que recordaba, o quizás ella estaba más cansada de sus juegos. Llevaba un maletín en la mano, y Margaret supo que contenía lo que ambos estaban buscando: el núcleo.

—¿Sabes? Podrías agradecerme por conseguir esto antes de que los cazadores lo encontraran —dijo Alfio, dejando el maletín sobre la mesa de cristal.

—¿Agradecerte? Más bien debería preguntarme qué ganas tú con todo esto.

Alfio sonrió, pero en sus ojos no había rastro de humor.

—No me subestimes, Margaret. Si estoy aquí, es porque ambos sabemos que necesitas esto tanto como yo. Y créeme, no será gratis.

Margaret no respondió. En cambio, abrió el maletín. Dentro, el núcleo brillaba con una luz azul pulsante, pequeña pero imposible de ignorar. Su tamaño compacto ocultaba su verdadero poder: información. No solo sobre las corporaciones que gobernaban el mundo, sino también sobre aquellos que intentaban destruirlas.

—¿Sabes lo que es esto, Margaret? —preguntó Alfio, apoyándose contra la pared.

—Sé lo suficiente. Pero estoy segura de que vas a iluminarme con tu sabiduría.

—Es más que un simple núcleo. Es un mapa… uno que lleva al corazón de un arma que nunca debió ser creada.

Margaret alzó la vista.

—¿Un arma? Pensé que esto era sobre información.

—Lo es. Pero no del tipo que esperas. Lo que tienes en las manos no solo desvela secretos. Si cae en las manos equivocadas, destruirá lo que queda de este mundo.

Un silencio tenso llenó la habitación. Margaret cerró el maletín y lo aseguró con un simple gesto.

—Entonces es un buen momento para asegurarnos de que no caiga en las manos equivocadas.

Alfio arqueó una ceja, divertido.

—Y tú crees que tus manos son las correctas, ¿verdad?

Margaret se acercó a él, su mirada fija.

—Mis manos son las únicas que saben qué hacer con esto.

Alfio la observó por un momento más, como si tratara de leer algo más allá de su rostro imperturbable. Finalmente, sonrió de lado.

—Bueno, Margaret, creo que este será el comienzo de una relación muy interesante.

Ella tomó el maletín y caminó hacia la puerta.

—No te confundas, Alfio. Esto no es una relación. Es un pacto.

Sin esperar respuesta, salió de la sala, dejando a Alfio detrás. El núcleo brillaba dentro del maletín, como si supiera que su verdadera batalla apenas estaba comenzando.




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