El Pacto Oculto.

Capítulo 7: La Sombra de una Alianza.

Narrado por Margaret Smit

Salir del Sector Siete con Lucian Kane fue como atravesar un campo minado. Cada esquina parecía esconder un nuevo peligro, y cada paso que dábamos hacia el vehículo estaba cargado de tensión. Lucian caminaba detrás de nosotros, cojeando ligeramente, pero su mirada se mantenía firme, observando todo con una mezcla de paranoia y experiencia.

—¿Siempre es tan activo este lugar? —pregunté, rompiendo el silencio.

—Activo es una forma amable de describirlo —respondió Lucian con una sonrisa amarga—. Esto es lo que pasa cuando una corporación juega a ser Dios y luego abandona sus juguetes.

Su tono era sarcástico, pero había una amargura genuina en sus palabras. Me pregunté cuánto de lo que veía había sido su creación, cuánto de este caos tenía su firma.

Alfio estaba al frente, con su arma lista y su cuerpo tenso como un resorte. No decía nada, pero su presencia era suficiente para que me sintiera un poco más segura. Helena cerraba la marcha, sosteniendo un escáner que emitía pequeños pitidos cada vez que detectaba algo fuera de lo común, lo que ocurría con más frecuencia de la que me gustaba.

Cuando finalmente alcanzamos el vehículo, dejé escapar un suspiro de alivio. Pero Lucian no parecía compartir mi sensación de seguridad.

—No estarán seguros ni siquiera fuera del Sector Siete —dijo mientras se acomodaba en el asiento trasero conmigo—. Si AtlasCorp sabe que estoy con ustedes, no tardarán en venir.

—Sabemos en lo que nos estamos metiendo —respondí, aunque una parte de mí dudaba si eso era cierto.

Lucian me lanzó una mirada que parecía atravesarme.

—¿De verdad lo sabes, Margaret? Porque si crees que esto es una lucha justa, necesitas despertar. AtlasCorp no pelea, elimina.

Su tono era cortante, pero no respondí. En el fondo, sabía que tenía razón.

El viaje de regreso fue silencioso, salvo por las constantes alertas de Helena y las órdenes ocasionales de Alfio para tomar rutas menos obvias. Cuando finalmente llegamos al refugio, sentí como si hubiera pasado una eternidad.

Lucian bajó del vehículo y observó nuestro improvisado cuartel con una mezcla de curiosidad y desprecio.

—¿Este es su gran centro de operaciones? —preguntó, levantando una ceja.

—Es lo que tenemos —respondí con más dureza de la que pretendía.

Él soltó un resoplido, pero no dijo nada más. Lo guiamos al laboratorio, donde Helena encendió un mapa holográfico de las instalaciones de AtlasCorp. Lucian lo observó en silencio durante un largo momento antes de señalar un punto en el borde del mapa.

—Aquí es donde deben mirar. El Proyecto Umbra Omega no está donde creen.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Alfio, acercándose al mapa.

—Umbra Omega no es solo un programa, es una estructura. Cada división de AtlasCorp es parte de ella, pero la base del proyecto está aquí, en este punto. Lo llaman “La Cámara”.

El nombre me provocó un escalofrío.

—¿Qué hay en esa cámara? —pregunté.

Lucian se cruzó de brazos y me miró con una seriedad que hizo que el aire se sintiera más pesado.

—Umbra Omega no es solo un sistema de control. Es una conciencia artificial, algo que está diseñado para evolucionar por sí mismo. Si logran activarlo completamente, no habrá forma de detenerlo.

El silencio cayó sobre la sala como una losa. Por un momento, nadie supo qué decir.

Finalmente, Alfio rompió el silencio.

—Entonces necesitamos destruirlo antes de que lo activen.

—Eso sería ideal, sí —respondió Lucian—. Pero si creen que van a entrar en esa cámara sin enfrentarse a una resistencia brutal, están más locos de lo que pensé.

Helena comenzó a trazar rutas posibles hacia la cámara mientras Alfio y Lucian discutían estrategias. Pero yo apenas podía concentrarme. Mi mente seguía atrapada en lo que Lucian había dicho.

Una conciencia artificial, diseñada para evolucionar.

Había algo en esas palabras que no dejaba de resonar en mi cabeza, como un eco persistente. ¿Qué significaba exactamente “evolucionar”? ¿Y qué tan lejos estaba AtlasCorp dispuesto a llegar para lograrlo?

—Margaret.

La voz de Alfio me sacó de mis pensamientos. Lo miré, tratando de enfocar mi atención en el presente.

—¿Estás con nosotros?

Asentí lentamente, aunque no estaba segura de si era verdad.

—Sí. Solo tratando de procesar todo esto.

Alfio asintió, como si entendiera. Luego volvió a la conversación con Lucian, dejando que mis pensamientos se desbordaran.

En ese momento, me di cuenta de algo: esta lucha no era solo contra AtlasCorp. Era contra algo que apenas comenzábamos a entender, algo que podía cambiar el mundo de formas que ni siquiera podíamos imaginar.

Y, de alguna manera, sabía que el precio sería más alto de lo que estábamos preparados para pagar.




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