El Pacto Oculto.

Capítulo 21: El Precio de la Resistencia.

Narrado por Margaret Smit

El silencio del bosque no era suficiente para calmar el caos en mi mente. El sacrificio de Alfio seguía resonando en mis pensamientos como un eco que no desaparecía, repitiendo la misma pregunta una y otra vez: ¿Fue suficiente? Habíamos escapado con vida y logrado detener la activación de Umbra Omega, pero a un precio que parecía demasiado alto.

Helena y yo caminamos en dirección al punto de encuentro, un refugio temporal que nos había indicado la resistencia antes de la misión. Era un lugar seguro, aunque sabía que esa seguridad era solo un espejismo. Nada era seguro mientras AtlasCorp tuviera poder, y ahora éramos fugitivas con un blanco en la espalda.

—Margaret, tenemos que seguir moviéndonos —dijo Helena, su voz firme pero cansada.

Asentí sin decir nada. Mi cuerpo seguía avanzando, pero mi mente estaba atrapada en la imagen de Alfio enfrentando a los drones, sabiendo que no iba a salir de allí. Lo había perdido, y ni siquiera había tenido tiempo de despedirme.

Una promesa rota

El refugio resultó ser una cabaña abandonada, oculta en el corazón del bosque. Cuando llegamos, Helena inspeccionó los alrededores antes de darnos la señal para entrar. Me dejé caer en una de las sillas desvencijadas mientras ella revisaba su equipo, buscando alguna forma de comunicarse con la resistencia.

—Tenemos que informarles sobre lo que pasó —dijo, sin mirarme.

—¿Informarles? —pregunté, levantando la cabeza con incredulidad—. ¿Qué les vamos a decir? ¿Que sacrificamos a Alfio para salvar un sistema que probablemente ya estén reconstruyendo?

Helena se detuvo, dejando caer el comunicador sobre la mesa. Su expresión se suavizó por un momento, mostrando un destello de vulnerabilidad que rara vez dejaba ver.

—Lo siento, Margaret. Sé lo que él significaba para ti, pero no podemos detenernos ahora. Si lo hacemos, todo lo que hizo habrá sido en vano.

Sus palabras eran ciertas, pero no por eso eran menos dolorosas.

—No fue solo para mí, Helena —dije en voz baja—. Alfio era nuestro líder, nuestra fuerza. Y ahora… ahora estamos solas.

Helena me miró fijamente antes de sentarse frente a mí.

—No estamos solas. Lo que hicimos esta noche, lo que Alfio hizo, fue por algo más grande que cualquiera de nosotros. Él lo sabía, y tú también lo sabes.

Quise discutir, pero no encontré las palabras. En el fondo, sabía que tenía razón. Sin embargo, el peso de la pérdida seguía siendo abrumador.

El mensaje oculto

Mientras Helena trabajaba en el comunicador, comencé a revisar las pertenencias que Alfio había dejado en mi mochila. Había un pequeño dispositivo que no reconocí de inmediato, pero al encenderlo, una proyección holográfica llenó el espacio entre nosotras. Era un mensaje de Alfio.

—Si estás viendo esto, Margaret, significa que ya no estoy contigo.

Helena dejó lo que estaba haciendo y se acercó, con los ojos fijos en la proyección.

—No quería que esto terminara así, pero siempre supe que había una posibilidad. Quiero que sepas que cada decisión que tomé fue para protegerte, para protegernos. AtlasCorp no puede ganar, y tú eres la clave para asegurarte de que no lo hagan.

El holograma cambió, mostrando un mapa del complejo Titan y una serie de coordenadas que no reconocí.

—Estas coordenadas te llevarán al núcleo de su operación. No solo es una base, Margaret; es donde almacenan todas las copias de seguridad de Umbra Omega y los datos que sostienen su red. Si logramos destruirlo, será un golpe del que no podrán recuperarse fácilmente.

Alfio hizo una pausa, y su expresión se suavizó.

—Sé que esto es mucho para ti, pero también sé que puedes hacerlo. Confío en ti, Margaret. Siempre lo he hecho.

La proyección se apagó, dejando un silencio pesado en la habitación.

—¿Qué opinas? —preguntó Helena, rompiendo el silencio.

—Que no tenemos opción. Tenemos que seguir adelante.

El consejo de AtlasCorp

Sabía que si queríamos llegar a esas coordenadas, tendríamos que enfrentarnos a lo peor que AtlasCorp podía ofrecer. El consejo directivo, un grupo de individuos despiadados que gobernaban desde las sombras, no se detendría ante nada para proteger sus secretos. Cada miembro del consejo representaba una amenaza distinta: poder militar, control económico, manipulación tecnológica.

—Si vamos a hacer esto, necesitamos un plan mejor que el que tuvimos en Titan —dije, mirando a Helena—. No podemos permitirnos otro sacrificio como el de Alfio.

Helena asintió, aunque su expresión mostraba duda.

—Lo sé, pero el tiempo no está de nuestro lado. Si AtlasCorp ya sabe que intentamos detener Umbra Omega, van a reforzar la seguridad en todas sus instalaciones. Estas coordenadas podrían ser nuestra última oportunidad.

La presión era abrumadora, pero no podía permitirme flaquear. Alfio había confiado en mí, y no podía dejar que su sacrificio fuera en vano.

La última chispa

Pasamos el resto de la noche preparando el plan. Helena revisó los mapas y los sistemas de seguridad mientras yo estudiaba las coordenadas y trataba de encontrar una forma de entrar sin ser detectadas. Sabía que sería una misión suicida, pero no podía rendirme.

Cuando el sol comenzó a salir, Helena se acercó con una pequeña sonrisa en el rostro.

—Creo que tenemos una oportunidad. No es perfecta, pero podría funcionar.

—¿Qué necesitas que haga? —pregunté, dispuesta a cualquier cosa.

Helena me miró con una determinación que igualaba la mía.

—Necesito que sigas siendo esa persona que Alfio vio en ti. La líder que puede hacer lo que sea necesario, incluso cuando todo parece perdido.

Asentí, sintiendo una chispa de esperanza encenderse en mi interior. Era pequeña, frágil, pero suficiente para seguir adelante.




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