El Pacto Oculto.

Capítulo 32: Bajo la Superficie.

Narrado por Alfio Lee

El viaje de regreso desde la mansión de Elara Crowe fue un silencio cargado de emociones reprimidas. Alex y Margaret no habían intercambiado palabra desde su última discusión frente al resto del equipo, y esa tensión se extendía como un manto entre todos nosotros. En el asiento del conductor, mi única tarea era mantener los ojos en el camino, pero mi mente estaba atrapada en las implicaciones de lo que habíamos hecho. Elara tenía acceso a una parte crucial de nuestros datos. Habíamos confiado en ella porque no teníamos otra opción, pero eso no significaba que no estuviera preocupado por las consecuencias.

Mientras el vehículo avanzaba por el bosque, los faros cortando las sombras, mi mente divagaba hacia la primera vez que había oído hablar de Elara. Fue mucho antes de que AtlasCorp se convirtiera en el monstruo que era ahora, cuando aún pensábamos que la organización podía salvar el mundo. Elara siempre había sido un nombre susurrado, una sombra en la periferia de cada decisión importante. Sabía que había sido una de las mentes más brillantes de AtlasCorp, pero también una de las más peligrosas.

Al llegar al campamento improvisado donde estábamos operando, todos salimos del vehículo en silencio. Alex fue el primero en desaparecer dentro de la estructura, claramente todavía molesto. Helena y Ren intercambiaron miradas antes de seguirlo, dejándome solo con Margaret.

—Está enfadado contigo, pero lo superará, —dije mientras Margaret se detenía junto al vehículo, mirando hacia el bosque.

—No me importa si me odia, —respondió ella, su voz más cansada de lo habitual—. Lo que me preocupa es si tiene razón.

No supe qué decir. Margaret siempre había sido la líder fuerte, la que tomaba las decisiones difíciles sin titubear, pero ahora parecía cargada por el peso de cada una de esas elecciones.

—Elara nos ayudará, —dije finalmente—. Lo sé.

Ella me miró, sus ojos oscuros buscando algo en los míos, quizás una certeza que yo mismo no tenía. Finalmente asintió y se dirigió hacia el campamento, dejándome solo en la fría noche.

Reunión interna

Dentro del campamento, el ambiente seguía siendo tenso. Helena estaba sentada en una esquina, revisando su equipo mientras Ren miraba un monitor lleno de datos que había recopilado de Umbra Nexus. Alex estaba de pie cerca de la entrada, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

—Tenemos que hablar, —dije, llamando la atención de todos.

Margaret entró detrás de mí y se dirigió directamente hacia la mesa central, donde un mapa holográfico de la región mostraba nuestras ubicaciones clave.

—Sé que muchos de ustedes no están de acuerdo con lo que pasó hoy, —comenzó, sin rodeos—. Pero necesitamos a Elara si queremos ganar esta guerra.

—¿Y a qué costo? —interrumpió Alex, su voz llena de irritación—. Le diste acceso a nuestros datos más importantes. ¿Y si nos traiciona?

—Si nos traiciona, lo sabremos, —respondió Margaret, manteniendo la calma—. Pero ahora mismo, ella es nuestra mejor oportunidad de entender lo que Kane está planeando.

El equipo comenzó a discutir, las voces elevándose mientras cada uno expresaba sus preocupaciones. Era como si todas las tensiones que habían estado acumulándose finalmente hubieran encontrado una salida.

—¡Basta! —exclamé, golpeando la mesa con fuerza suficiente para que todos se callaran.

Las miradas se volvieron hacia mí, algunas sorprendidas, otras molestas.

—Estamos todos en el mismo barco, y si seguimos peleando entre nosotros, Kane ya habrá ganado, —dije, dejando que mi voz se mantuviera firme pero controlada—. Necesitamos trabajar juntos, incluso si no estamos de acuerdo en todo.

El silencio que siguió fue incómodo, pero al menos las discusiones cesaron. Margaret aprovechó el momento para trazar el siguiente paso.

—Elara nos dará información sobre el Proyecto Umbra Omega, —continuó—. Según lo que sabemos, es la última pieza del rompecabezas de Kane, algo que puede darle un poder absoluto.

—¿Y cómo planeamos detenerlo? —preguntó Helena, su tono más tranquilo pero aún lleno de dudas.

—Todavía estamos trabajando en eso, —respondió Margaret, sin mostrar debilidad.

La sombra del pasado

Esa noche, mientras los demás se retiraban a sus estaciones, me quedé solo revisando los datos que teníamos. Sabía que había algo que me estaba perdiendo, algo que estaba justo fuera de mi alcance. Cada vez que miraba los esquemas de Umbra Nexus, algo en ellos me resultaba inquietantemente familiar.

Finalmente, decidí buscar a Margaret. La encontré en una pequeña sala, sentada frente a una pantalla mientras revisaba los mismos datos que yo.

—No puedes dormir tampoco, ¿eh? —dije, entrando.

—No con todo esto en mi cabeza, —respondió sin apartar la vista de la pantalla.

Me senté junto a ella, dejando que el silencio se asentara por un momento antes de hablar.

—Hay algo que no estamos viendo, —dije finalmente—. Algo que conecta todo esto.

Margaret asintió, pero no dijo nada. Sus dedos se movieron rápidamente sobre el teclado, mostrando un esquema de lo que parecía ser una instalación subterránea.

—Elara mencionó que Umbra Omega no es solo un arma, —dijo en voz baja—. Es un sistema completo, algo que puede alterar la realidad misma.

—Eso suena… imposible, —dije, aunque sabía que en el mundo de AtlasCorp, pocas cosas lo eran.

Margaret se volvió hacia mí, sus ojos llenos de preocupación.

—Si Kane activa este sistema, no sé si podremos detenerlo, —dijo—. Necesitamos encontrar su ubicación antes de que sea demasiado tarde.

Miré la pantalla, las líneas y números fusionándose en mi mente mientras intentaba encontrar una respuesta. Pero lo único que podía pensar era que el tiempo se nos estaba acabando, y que nuestras posibilidades de éxito eran cada vez más escasas.

La resolución




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