Era una noche tormentosa. En la sala de la casa estaban reunidos viendo televisión, cuando Sara la más pequeña aburrida de la peli dijo:
—Tío ¿nos cuentas una de tus historias de miedo? Es que la peli está muy aburrida.
El tío Pedro miró primero la cara de su hermano y su cuñada como buscando consentimiento y luego mirando a los ojos a sus tres sobrinos, Sara la más pequeña, Luis el mediano y Sandra la mayor. Les preguntó:
—¿Están seguros que en esta noche de tormenta con rayos y truenos a la luz de las velas quieren escuchar una de mis historias de miedo?
Los tres, sin pronunciar palabra, asintieron con la cabeza.
—Pues bien les voy a contar un relato que me contaba mi abuelo, cuando vivíamos en la casa de los llanos en la sabana. Y era un cuento que a su vez él había escuchado de su padre, algo que la gente contaba, había sucedido años atrás. Cuando aún no había llegado la electricidad al pueblo.
Sara la más pequeña lo interrumpió y en su inocencia le preguntó:
—Pero tío, ¿cómo es eso que no había electricidad? ¿Acaso la electricidad no existe desde siempre?
Eso provocó una risita de su hermana mayor Sandra, quien dijo:
—¡Ay hermanita! ¡Claro que no!
—Sobrina eso será tema para otra historia —dijo el tío y siguió—. En el pueblo se contaba una leyenda acerca de una linda muchacha, de una familia rica, que se enamoró de un jornalero que trabajaba en la hacienda de su padre. Un muchacho muy trabajador y honrado. Pero los padres no estaban de acuerdo con esa relación y trataron de separar a la joven pareja.
—Que crueldad —dijo Sandra.
—Pero si se amaban y el muchacho era bueno. ¿Por qué los padres no estaban de acuerdo? —dijo Luis que hasta ese momento no había mediado palabra.
—Prejuicios de la gente de ese entonces —dijo el tío—, pero vamos a seguir con el cuento. Una noche tormentosa como esta, la joven pareja decidió escapar. Tomaron lo que pudieron, un caballo y se internaron en la sabana. La lluvia y el viento les hacía difícil seguir el camino y terminaron en un terreno fangoso que los obligó a bajar del caballo para poder seguir.
Nuevamente la pequeña Sara interrumpió diciendo:
—Pobres, seguro estaban muy asustados.
—Sí Sara, estaban asustados, pero ahora deja que termine el relato antes que se me olvide como sigue.
Así el tío prosiguió:
«No dejaba de llover, los relámpagos eran la única fuente de luz que iluminaba el camino. Sombras tenebrosas se formaban frente a ellos, que aceleraban el latir de sus corazones. Avanzando con gran dificultad con las piernas que se hundían casi hasta la rodilla en el fango. La muchacha ya no podía seguir pero no había donde descansar así que el chico le dijo que aguantara un poco más a ver si llegaban a algún refugio.
»Pero la tormenta arreció con más fuerza y escucharon un ruido estruendoso que venía de las montañas. Cada vez más cerca, parecía como una estampida de animales salvajes que iba hacia ellos.
»La joven pareja asustada comenzó a correr lejos de ese ruido, pero moverse era cada vez más difícil y lo peor, no veían hacia donde estaban corriendo. Finalmente una avalancha de agua mezclada con troncos, animales y tierra los alcanzó y fueron arrastrados hacia el pantano. Finalmente llegó el amanecer y con él la calma».
—¡Tío! ¿Qué pasó con los novios? —preguntó Sandra.
—Todo el pueblo se unió a la búsqueda de la joven pareja. —Prosiguió el tío—. A la tarde del segundo día, encontraron al muchacho sin sentido en la orilla norte del pantano, con moretones por todo el cuerpo y un brazo fracturado. Pero de la chica nada. Ni siquiera una prenda, parecía haberse desvanecido.
—¡Tío! —los tres sobrinos, exclamaron al mismo tiempo—. ¡No puede ser! ¿La chica murió? ¿Acabó la historia?
—Sí, a la chica nunca la volvieron a ver, pero la historia no acaba aquí. Esto es solo el comienzo de muchos relatos de amor que contaba la gente de ese pueblo luego que ocurriera esa fatalidad —dijo el tío y siguió hablando—. Ahora déjenme seguir sin interrupciones. A los pocos días el novio, de la chica desaparecida, se quitó la vida colgándose en las ramas de un árbol cerca del pantano, para estar por siempre al lado de su amada. Esos acontecimientos causaron conmoción entre todos los habitantes del pueblo y una leyenda comenzó a rodar de boca en boca, donde se contaba que el alma de la chica quedó atrapada en las aguas del pantano mientras el chico quedo condenado a deambular por la orilla sin nunca poder encontrarse. Solo podían hacerlo, por unos instantes, en las noches de tormenta cuando el agua de las lluvias torrenciales unía la orilla con el pantano. No faltó quien dijera que en noches de tormenta habían visto la pareja abrazarse cerca de la orilla. Con el tiempo la gente del pueblo llamó al fantasma de la joven amante: La Novia Del Pantano.
Los sobrinos estuvieron a punto de interrumpir pero el tío levantó su mano derecha llevando el dedo índice a la boca en señal de guardar silencio y siguió con su cuento.
«De las tantas historias que me contó mi abuelo, sobre las apariciones de la Novia del Pantano una me impresionó particularmente, porque me recordó un poco la historia de la propia Novia.
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Editado: 29.10.2022