Las pequeñas manos de Jimin sudaban hasta mas no poder y odiaba la sensación de pánico que está experimentando en ese momento. ¿Cuál era el motivo? Sencillo, se encontraba en el auto de su mejor amigo, frente a la casa de su novio; joven y a punto de conocer a sus suegros ¡Una situación espantosa!
— Quieres relajarte —Hoseok carcajeo— No sucederá nada del otro mundo, anda bájate.
— ¿No irás conmigo? —pregunto nervioso.
— Si —el castaño negó— Solo necesito que te bajes para poder parquear el auto.
— Bien.
Haciéndole caso a su mejor amigo y cuando estuvo fuera del auto, Hoseok le sonrió amablemente y se puso en marcha. Jimin se preguntaba ¿Dónde irá a dejar el auto? Espero unos 3 minutos y el castaño nada que regresaba. Observo el cielo estrellado y fue entonces cuando se percató de las intenciones de su "amigo" ¡Lo había dejado abandonado a su suerte!
¡Maldito seas, Jung Hoseok!
Observo la gran mansión de los Jeon y sintió su cuerpo temblar, pero no podía dudar, después de todo ya se encontraba frente a la casa y si quería saber el paradero de su hijo, no podía ser un cobarde. Tomo aire y lo contuvo, luego abrió los ojos y camino a pasos seguros hacia la casa. Cuando llegó a la puerta de la casa, dos toques bastaron y espero pacientemente a que alguien abriera, fue cuando se percató de otra cosa ¡No le había llevado nada a sus suegros! Era mal visto llegar con las manos vacías.
En definitivita, era su fin.
— ¡Ya voy! —grito una voz desde adentro de la casa.
La voz era infantil, así que supuso era la pequeña hermana de Jungkook, la menor de los Jeon; Sulli.
— Buenas noches —saludo con la mejor sonrisa que tenía.
— No puede ser —la pelinegra se quedó congelada en la puerta— ¡Mamá, están cayendo ángeles del cielo! —grito sin apartar la mirada del rubio.
El rostro de Jimin enrojeció y solo quería devolverse por donde vino, estaba demasiado avergonzado.
— Te he dicho que no abras la puerta fácilmente —se escuchó la voz de una mujer.
— Buenas noches —saludo ahora nervioso.
Adiós seguridad que tenían antes de tocar la puerta.
— Oh —la castaña se detuvo— Acaso usted es ¿Jimin? —pregunto con ilusión.
— Ah —el rubio se rasco la cabeza— Soy yo, buenas noches.
— ¡Cariño, nuestro yerno vino a casa!
Dios ¡Soy yo nuevamente!
[...]
— ¿Quieres dejar de mirarme como si quisieras matarme? —Jungkook caminaba abrazándose a sí mismo.
— No hay otra manera de mirarte en este momento —Yoongi hablo con molestia notable— ¡Demoraste dos horas en regresar! Y por cierto ¿Por qué no viniste en el auto?
— ¡No encontré las malditas llaves! —grito de regreso— Pero lo importante es que pagamos y no nos echaron a la policía —sonrió victorioso.
— ¿Sabes qué hora es? —pregunto irritado— ¡Fui el último en salir de la cafetería! No me querían dejar salir hasta que no pagara.
— Fue bueno que no hubiera tantos clientes ¿Cierto? —menciono con nervios.
— Agradece que tienes auto y dinero, que eres el único capaz de regresarme a mi casa, sino ya serías hombre muerto —y continuo su camino.
Y Jungkook se lamentaba por haber rechazado la oferta de la señora Yuna, porque de haber accedido, hace horas estarían en el hotel y no apenas en camino. Era cierto, había llegado, encontró la billetera encima de la cama, pero las llaves del auto ¡Por ningún lado! Era su día de mala suerte definitivamente.
Caminaban de manera rápida, pues ya había oscurecido bastante y aunque aún había personas paseando por la zona, no querían que los asaltarán o algo por el estilo. Aunque era una ventaja que casi no les quedar dinero. Jungkook tendría que ahorrar y pedirle a su padre horas extras en la empresa, estaba arruinado.
— Supongo que tenías razón —Jeon hablo desanimado— Hemos venido en vano, nada de este viaje salió bien. De verdad lo siento, Yoon. Haberte traído con la idea de encontrar a tu padre biológico y no hemos tenido la mínima suerte. Deberíamos regresar...
— Jungkook —el pálido detuvo sus pasos.
— Pensé que sería más fácil —continuaba el pelinegro— Pero la ciudad es inmensa, no sé cómo se me ocurrió que podríamos encontrarlo
— ¡Jungkook! —la mano de Yoongi empujo al más alto.
— ¿Qué?
— Creo que nos siguen —hablo en tono bajo— Así que deja tus tontas disculpas y mueve ese trasero.
— ¿Nos persiguen? —Jungkook miro hacia atrás, confundido.
Y en efecto, cuatro tipos los seguían a una distancia considerable y no quería ser paranoico, pero no lucían para nada amigables.
— Cállate y camina —ordeno.
— No creo que nos estén siguiendo —quiso calmar la situación— De pronto son como nosotros y están paseando o ¿buscando a alguien?
— ¡No seas ingenuo, Kook! Creí que de los dos eras más realista, pero ya veo que no. ¿Quieres caminar más rápido? Creo que nos están alcanzando.
Y nada continuaba saliendo bien. Ambos terminaron corriendo en dirección al hotel, que por cosas del destino aún se encontraba lejos. Definitivamente no era el día de Jeon, todo había salido opuesto a sus planes y lo odiaba. Pudo reconocer un poco la calle, hace unas horas se había encontrado al pequeño Jihoon y la señora Yuna, pero la tienda yacía cerrada y con las luces apagadas.
Quizá podía enfrentarse a los matones, pensaba el pelinegro. No tenían tanto dinero, quizá para conseguir algo de comida y si decidían quedarse después del intento de asesinato, debía llamar a su padre o a Namjoon.
Yoongi de pronto tropezó y al momento de intentar sostenerlo, un tipo alto y acuerpado, se detuvo frente a ellos con una sonrisa en el rostro ¡Diablos!
— ¿Estás bien? —pregunto sin dejar de mirar a los matones.
— Si... Pero por mi culpa nos alcanzaron —se lamento.
— No olvides que esás al lado de Jeon Jungkook.