La mañana había llegado con rapidez. Después de mi extraño sueño de anoche no había vuelto a dormir, en cambio Heaven se había ido a su habitación después de haber comprobado que estaba bien.
Baje a la cocina con la intención de no hacer ni un mínimo ruido, pero el rechinar de las escaleras no ayudaba mucho a mi cometido. Entre a la cocina con la intención de buscar un vaso de agua, ví a Annalise parada frente a la estufa atareada sin más, tenía bastantes ollas por todos lados, así que me acerque a ayudarle a recoger aquellas que ya no ocuparía y a ayudarla a hacer el desayuno.
—¿Ya tienes hambre? —pregunto cuando estaba sacando una tarta del horno.
—No mucha —dije apagando la tetera, la cuál chillaba anunciando que ya estaba listo el té.
—¿Dormiste bien? —preguntó nuevamente Analisse.
—No muy bien, supongo es un poco extraño dormir en una cama que no es tuya.
La sonrisa de Analisse se ensanchó al tomar dos tazas y llenarlas del líquido amarillo verdoso que había en la tetera.
—Esa fue la habitación de tu madre, no emos quitado absolutamente nada desde que se fue —suspiró.
El corazón me dio un vuelco de 360 grados, mis padres habían muerto hace años, yo no había alcanzado a conocerlos, era apenas una niña de dos años, que ahora no recordaba casi nada de ellos, lo único que me quedaba de ellos eran las fotos, Miguel y mis pocos recuerdos, a los que me aferraba con ganas.
—Las flores que están en la pared las pintó tu madre —continuó Analisse con una voz más apacible, me tendió una taza de té y a través de los gruesos espejos de sus lentes me miró con amor—. Tienes sus ojos.
Murmuró con un apice de melancolía.
Escucharlo de otra persona que no sea Miguel me lleno el corazón de alegría, ahora estaba más que claro que mi madre estaba presente en mí, tanto como yo lo había estado en ella.
Le di un sorbo al té que yacía en mis manos, las cuáles ahora me temblaban, tal vez por el frío, tal vez por la emoción de saber que tenía los ojos de ella, de mi madre, los mismos color avellana que veía en el espejo.
—¿Cómo era ella? —pregunté.
Me gustaba escuchar a Miguel hablar de nuestra madre, pero sin duda alguna me gustaría más escuchar otra versión de ella a través de mi abuela, la persona que la conoció antes que las demás personas.
—Ella era perfecta cariño, sin más ni menos —le dio un sorbo a su té, una pequeña sonrisa surcó sus delgados labios—. Amelia era querida por todos los del pueblo, amante de la naturaleza y el arte, un ser tan noble y bondadoso, amaba a los animales, la música clásica, dios, cantaba como los angeles —susurro lo último, dejo la taza de té en la meseta de la cocina y se dispuso a continuar con la tarta, pude ver cómo limpiaba una lágrima de su mejilla, cuando estaba a punto de preguntar nuevamente ella dijo: —Miguel se fue en la mañana, pero te ah dejado algo en la cochera.
La conmoción perduraba en todo su esplendor en mi pecho, Miguel se había marchado sin mí. Ya sabía que sucedería, pero no esperaba que sucediese tan pronto. Cuando me di cuenta que me había movido de la cocina ya estaba abriendo la puerta para ir directamente a la cochera.
Frente a mi estaba el automóvil en el que había llegado con Miguel, abrí la puerta del piloto esperando que fuera una mentira, pero en lugar de encontrar a Miguel como yo esperaba, encontré una nota en el asiento. La abrí y era la letra curvada de mi hermano:
Suerte en tu primer día de clases.
Mi coche te acompañará para que no te sientas sola.
Con cariño Miguel.
Suspiré con pesar, tal parecía que tendría que arreglarmelas sola. Tomé las llaves de la guantera, rápidamente note el curioso llavero que colgaba de estas. Era una pluma de piedra jade, parecía simplona y pesada, pero resultaba también única y brillante a su manera.
Encendí el automóvil y lo saque de la cochera llevándolo frente a la casa, me baje con prisa y entré nuevamente a la casa, cuando lo hice Jack, Heaven y Analisse se encontraban desayunando, los pase de largo, subí las escaleras a bañarme y vestirme apropiadamente para la preparatoria, lo cuál lo conseguí en menos de quince minutos. Volví a bajar con mi mochila colgada en mi espalda, Analisse me preguntó que si iba a desayunar, conteste negativa y volví a salir para entrar en el automóvil.
Cuando arranque el automóvil lista para marcharme alguien abrió la puerta del copiloto.
—¿Pensabas marcharte sin mí? —penguntó divertida Heaven.
Solté un grito ahogado y me lleve una mano al pecho.
—Dios, casi moría.
—Dios, no es para tanto —se burlo Heaven.
Tal parece que ya habíamos agarrado confianza para las bromas, bueno. Arranque el coche directo a la escuela, cuando estaba girando la calle Heaven me entrego un Topper azul cuadrado, al decir que me lo entrego me refiero a que lo metió a mi mochila, la cuál dejo en el asiento trasero junto a la suya.
—Te lo mando la abuela Ana, es un trozo de pie de zarzamora, le preocupa que no desayunemos, así que te lo mando para el desayuno, para el almuerzo nos dio un poco de dinero, de verdad que es un amor.
Heaven siguió hablando de muchas cosas y yo le prestaba atención. La conexión me sorprendió, era una cosa genuina, la cuál se rompió rápidamente, al girar la calle que me indico Heaven para llegar a la preparatoria topamos de frente con el cine viejo, casi automáticamente mis ojos viajaron a la parte de arriba intentando encontrarlo a él, mirándome fijamente como la primera vez, pero no, está vez el cine hasta se veía con cierta vibra de vida, había un viejillo montado en una escalera cambiando la cartelera anunciando que está noche abrirían con la película Romeo y Julieta, que resultaba un clásico, suspiré y volví a girar rodeando el cine para continuar con nuestro camino.
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habrá mucho romance, habrá una profesia que cumplir, habrá un demonio sexy
Editado: 17.06.2025