Al aparcar el automóvil enfrente de las puertas de la preparatoria me sentí temblar, lo cuál era demasiado raro, yo estaba totalmente acostumbrada a iniciar una vida nueva cada seis meses, pero ese estremecimiento venía con una promesa de algo diferente. Escuché a Heaven abrir la puerta del copiloto para después abrir la trasera y sacar su mochila. Sabía que tenía que hacer lo mismo, sabía que quedaban cinco minutos para que iniciarán las clases, sabía que esos cinco minutos bien podía usarlos para buscar mi salón y llegar temprano, pero parecía que mis pies estaban estáticos, que se rehusaban a obedecerme.
—¿Todo bien? —preguntó Heaven abriendo mi puerta.
—Si, andando que llegamos tarde —Heaven se apartó y finalmente salí del automóvil quitando las llaves de la ranura, Heaven me mostró mi mochila, la cuál tomé para hechar andar a la puerta llena de gente.
No era mi imaginación, pero parecía que era surreal cuando todos nos volteaban a ver, nos dedicaban una sonrisa amigable o nos saludaban con la mano, nunca en mi vida me había pasado algo similar, hasta ahora, volteé a ver a Heaven, la cuál regresaba los saludos como si los conociese desde siempre, lo cuál era sumamente extraño, porque según tenía entendido que ella también había llegado al pueblo a conocer por primera vez a la familia.
—¿Los conoces? —pregunté.
—Para nada, pero parecen unas grandiosas personas, y muy amigables —sonrió.
Nuestro camino continuo siendo el mismo hasta que llegamos a orientación, donde una señora de mediana edad y sonrisa amigable nos recibió con chistes, después nos dio nuestros respectivos horarios, dónde no teníamos los mismos cursos, ya que Heaven era menor que yo por un año, eso explicaba su jovialidad.
—Bien, tal parece que nos tendremos que separar —dijo decaída.
—Nos veremos en el almuerzo —le explique con una sonrisa, la cuál rápidamente le devolvió la suya, me dio un abrazo y se alejo dando brinquitos por el pasillo que le señalo la orientadora.
Suspiré y viendo mi horario camine a mi primer clase, la cuál me mostró la orientadora por el croquis que nos dibujo, le di una mirada rápida a mi reloj, tan solo faltaban dos minutos para comenzar las clases, así que apresuré mis pasos, pero choque con un cuerpo al entrar, al levantar mi vista vaya sorpresa me lleve.
El chico que vi en el techo del cine el primer día que llegue a Uresco estaba frente a mí con mala cara, me veía de manera despectiva.
Tenía unos ojos verde oliva que podían transmitir todo el odio que sentían, de un gruñido me pasó de largo llendo a sentarse hasta atrás, en una esquina, cruzo los brazos, subió los pies a la mesa de su banca y cerro los ojos dejando bien en claro que le importaba un bledo el mundo. Así podía detallarlo mejor, su piel trigueña parecía brillar a causa de la luz del sol, un tatuaje que no podía distinguir bien zurcaba su antebrazo, aquel que se escondía entre su pecho y su otro brazo, su cabello negro como carbón estaba sin peinar, y rebeldemente miraba a todas las direcciones posibles.
Intenté contener un suspiro en vano, apreté la correa de mi mochila y me senté hasta enfrente, en la otra esquina intentando estar lejos de él, muy lejos de su mirada oliva, la cuál de alguna manera me había hecho recordar el cosquilleo en mi estómago. Por la puerta comenzaron a llegar uno a uno los alumnos. Odiaba ser la nueva en la escuela o cualquier otro lugar ya que implicaba que todos los ojos se posaban en mí, pero pese a odiarlo llegué a acostumbrarme de cierta manera, es como vivir la misma escena una y otra vez, también llegaba a aburrir.
El sonido de la campana sonó y tan pronto lo hizo el profesor de historia entro a dar su clase, dejando un trabajo en parejas, gire mi rostro a mi alrededor buscando un posible candidato para tal trabajo, pero todos estaban con el chico de ojos oliva, o bueno, la gran mayoría, de un momento para otro sus ojos que antes estaban atentos a su lápiz se alzaron para encontrarse conmigo, un dejá vú. Se levantó de su asiento con total tranquilidad, como si el mundo solo tuviese su tiempo, como si él supiera que todo y todos se detendrían por él, con tal seguridad se abrió paso entre toda la gente que lo rodeaba y avanzo a paso lento, entonces sentí un golpecito en mi hombro sacándome de mi pequeño trance, volteé, era una chica que se veía muy amable.
—Soy Ruth, ¿Quieres hacer el trabajo conmigo?
Estaba por contestar con emoción...
—Ella ya tiene pareja —dijo otra voz, una voz masculina e increíblemente grave, segura de si misma, aquella que dijiese lo que dijiese sonaba que sentía que siempre tenía la razón en todo.
Al voltear encontré al chico de ojos oliva sentándose en la banca vacía junto a mí, al mirar sobre su hombro encontré a todos expectantes ante tal escena, todos parecían un poco confundidos, entre la gente había unos ojos que destacaban más que todos los demás y eran de un color gris intenso, ella me veía con rabia absoluta, por una razón que yo no lograba comprender del todo.
—Deberán sentarse con su pareja todo el semestre, sin cambio alguno —Explicó el profesor una vez todos habían encontrado a su pareja, Ruth se marchó tan rápido como el chico de ojos oliva tomo asiento a mi lado.
Para ser sincera no podía concentrarme del todo, por más que yo quisiera centrar mi atención al profesor no podía, al menos no teniendo al ojioliva a mi lado, por qué en él había un algo que no sabía exactamente qué que despertaba mi curiosidad.
—Si no quieres reprobar el semestre deberías dejar de mirarme cada cinco segundos —susurro él de forma apática.
—No te estoy mirando —refuté igual, en un susurro.
—Sé que me viste la otra vez en el techo del cine, eso debe causarte curiosidad.
Me quedé perpleja, se supone que desde su ángulo él no podía verme, pero entonces recordé como nuestros ojos se habían conectado aquel día.
—Ni por poco cerca —me defendí, como si hubiera algo malvado en aceptar que lo único que me generaba desde que lo conocí era curiosidad.
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habrá mucho romance, habrá una profesia que cumplir, habrá un demonio sexy
Editado: 17.06.2025