El Pasado del Rey (#1.5 Oels)

9. El Pasado del Rey

HADES

- Aún queda esperanza de encontrarla.- repetí por enésima vez, pero Hermes no quería entrar en razón y lo comprendía.

Maya llevaba demasiado tiempo desaparecida. 

- ¿Cuánto más tengo que esperar, Ajax? - después de que habíamos decidido cambiar nuestros nombres, cada miembro de mi familia parecía disfrutar no volver a decirme Hades.

La verdad es que toda esta época moderna me ponía los pelos de punta. 

- Podemos seguir buscando, solo... no te desesperes.

- Ya estoy harto.- gritó, dándole una patada a uno de los faroles que se encontraba en un rincón, rompiéndola por completo.- Esa... esa... mujer no volvió a aparecer ¿Qué quieres que haga? Mi abuelo no sabe nada, Cronos se burla de mi desgracia y mi padre solo se ha interesado en conquistar a quien se aparezca. 

- Nos tienes a nosotros.

- Lamento decepcionarte, Hades, pero ¿De qué me ha servido a mí o a ti? ¿Cuántos años duraste buscándola? Fue como si se hubiese esfumado, así como mi madre, así como la hechicera ¿Qué pretendes ahora? No te funcionó antes y tampoco te va a funcionar ahora. ¿De qué me sirve ser un Dios del Olimpo si ni siquiera puedo proteger a los que amo? ¿De qué me sirve tener inmortalidad si no puedo estar con ella? Mírame, tantos años ocultando mi angustia y desesperación solo para ver que nada de esto me llevará a donde quiero. - la ira en sus ojos era tanta que por un momento sentí que también me consumía a mí. - Maya está muerta y ya no quiero seguir engañándome diciendo que algún va a volver, porque no es así. 

- El que no haya aparecido no significa que esté muerta. 

- No podrías saberlo, nadie podría.- susurró mirando el suelo mientras se mordía el labio inferior con fuerza.- Ser lo que somos no nos ha servido de nada y todos creen que tenemos todo solucionado pero no es cierto. Creo que los mortales tienen más ventajas que nosotros. 

- Las tienen.

- Son libres de elegir que es lo que quieren ser - vociferó, soltando una lágrima - ¿Qué somos nosotros? Fingimos ser cada cosa cuando no sabemos siquiera que es lo que deberíamos ser - respiró hondo y soltó suficiente, pero la inquietud seguía allí, arrasando con todo por dentro - ¿En que nos convierte eso? Adara me quitó lo que más quería y después de tantos años, ser esto no me ha servido de nada. Es como si las esperanzas se hubiesen convertido en agua para resbalarse de mis manos. 

- Adara hizo mucho daño pero daremos con ella, Deacon.

- ¿Cómo puede hacerte tanto daño una persona que jamás has visto? 

- No lo sé. 

- Ni siquiera sabemos que es o porqué hizo todo esto, solo lo hizo y... la odio, Hades, la odio y no pararé hasta ver como la vida se esfuma de sus ojos.

- ¿Qué quieres decir? - lo que menos quería era que mi sobrino cargara con aquellos sentimientos que se asemejaban tanto a los míos. 

- Te juro que si encuentro a esa mujer, la mataré.- después de decir eso, dio media vuelta y se fue.

Esta vez la ira de Hermes parecía estar mezclándose con la mía y  fue consumiéndome poco a poco, sin retorno a mis sentimientos de paz y felicidad.

Deacon daba por muerta a Maya, a su madre, así como yo daba por muerta a la que una vez consideré el amor de mi vida.

Danessa se había ido, por una u otra razón, se había marchado y con eso ya llevaba muchos años.

Nadie sabía nada.

Ni siquiera el "temido" Dios del Inframundo.

Perséfone había ganado.

Y con todo eso, mi esperanza se había agotado.

Ya no era el mismo, de eso estaba bastante seguro. Sin embargo, no sabía que era mejor, si tener los sentimientos a flor de piel como los tenía cuando estaba desesperado por una solución o si lo mejor era sentir lo que sentía en este momento, un vacío que probablemente no me llevaría a ningún sitio.

Estaba aprisionado en la oscuridad de mis temores.

Había retomado mis actividades en el submundo, así como tenía que ser desde un principio, antes de la tormenta Danessa.

Ahora solo esperaba no decepcionarme de nuevo.

Meses y meses de indecisiones y malestares terminaron poniéndome al margen de todo el dolor que he causado, en donde yo pagué las consecuencias, en donde yo estaba y estaría siempre atado a mis temores, a mis errores.

 Y de ahora en adelante solo me culparía de mis decisiones y me ocuparía de mis errores.
 

 

 

 




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