El pasado en una pantalla

CAPÍTULO 9: El pasado

Liv

—Creo que esta fue la semana más tranquila en el hospital... incluso algo aburrida, diría —observandaba cómo Connor se movía con soltura en mi cocina. Era increíble lo natural que se le daba todo, como si la cocina le sirviera para desconectarse del hospital.

—¿Ningún caso interesante? —pregunté con la voz algo distraída, incapaz de mantener el foco. Me sentía como una adolescente en pleno crush, lo cual me confundía.

Connor dejó por un momento la cuchara y me miró, estudiando mi expresión.

—¿Estás bien, Liv?

Su tono fue suave, pero su mirada era seria, atenta. No era solo una pregunta por cortesía: se notaba que realmente le importaba.

—No sé... todavía me siento como si no terminara de encajar en mi propia vida. Es raro. No tengo recuerdos, y aunque me dicen que es una oportunidad para empezar desde cero, no quiero arrastrar a nadie conmigo si al final los dejo fuera —me sinceré. Con él podía hacerlo, aunque me costara entender el tipo de relación que habíamos tenido antes.

—No estás arrastrando a nadie —dijo con calma mientras volvía a centrarse en la cena—. Nos tienes a todos, Liv. Y si necesitas empezar de cero con cada persona que olvidaste, puedes hacerlo. Es lento, pero vale la pena.

—Gracias, Connor —esbocé una leve sonrisa.

Él me devolvió otra, esa típica media sonrisa suya que tenía algo de sarcasmo y algo de calidez. Me tranquilizaba.

Lo que aún no podía resolver era el recurrente sueño que tenía: un hombre del que no lograba ver el rostro. Solo escuchaba su voz. Una voz cálida, suave, que me acompañaba incluso después de despertar. Cada vez que abría los ojos, mi corazón latía como si hubiese corrido una maratón. No sé si lo reconocería si lo oyera en la vida real, pero estoy segura de que mi cuerpo sí.

—Liiiiiv —la voz de Connor me sobresaltó, justo cuando estaba sumida en esos pensamientos. Me giré con un pequeño salto y él se rió sin piedad—. Al fin volviste al presente. ¿Qué tanto pensabas?

—Nada en particular —mentí con una sonrisa evasiva—. Solo intentaba recordar si ya había revisado todos los contactos del celular.

Connor me estudió de nuevo con los ojos entornados, como si no me creyera del todo.

—Podríamos organizar una reunión —sugirió—. Así puedes ver a todos juntos. Hay mucha gente que ha preguntado por ti, y seguro te ayudaría verlos.

—¡Eso suena perfecto! Así no tengo que buscar a cada uno por separado.

—Exacto. Voy a hablar con Matt, quizá podamos hacerlo en Molly's o en la 51 —dijo mientras sacaba su celular y apagaba la hornilla—. Por cierto, la cena ya está lista.

Dicen que hay que soltar el pasado para vivir el presente, pero perder tu pasado no es lo mismo que dejarlo atrás. Cada recuerdo, cada error, cada risa te construye. Y cuando se borra todo eso, ¿cómo sabes quién eres? Tal vez deba mirar atrás antes de poder avanzar. Y si al final no encuentro nada... al menos sabré que lo intenté.

Will

Otra noche más en Molly's. Otra cerveza. Otro intento fallido de distraerme.

La galería de mi celular está llena de fotos de Liv. No lo hago por masoquismo. Lo hago porque tengo miedo de que algún día se me olviden también a mí.

—¡Halstead! —gritó Hermann desde el otro lado del bar. Miraba hacia la puerta, justo cuando mi hermano entraba.

Suspiré, bajando el celular. Segunda cerveza en menos de una hora. No era la mejor idea, pero tampoco la peor que he tenido últimamente.

—¿Otra vez solo? —Jay se sentó a mi lado, con ese tono neutral suyo que siempre esconde un poco de burla y preocupación a partes iguales.

—Se está volviendo costumbre —respondí, haciendo un gesto a Estella para pedir otra.

—Sabes que Emma te mataría si te ve así, ¿no?

Esa frase hizo que me girara de golpe.

—¿Volvió? —mi voz sonó más ansiosa de lo que me gustaría admitir.

Jay asintió mientras sacaba su teléfono. Y en ese instante, me entró el pánico. Emma, mi mejor amiga, la persona que me vio enamorarme de Liv, irme a vivir con ella, planear el futuro... y que ahora encontraría a este desastre.

—¿Ya sabe todo, verdad? —traté de mantener la compostura, pero sentía que el corazón me latía en la garganta.

Jay levantó una ceja.

—Es Emma, Will. No le puedo ocultar nada. Además, ya te conoce. Sabe perfectamente cómo te pones cuando todo se va al diablo.

—¿Y no intentaste suavizarle las cosas?

—¿Cómo suavizas esto? —me miró directo—. Hermano, tenías todo y de pronto... nada. Hasta yo estaría peor. Pero no le oculté nada porque si alguien puede ayudarte a salir de esto, es Emma.

—Llamaré a la funeraria —dijo Estella, dejando las cervezas sobre la mesa.

Jay se rió.

—No es gracioso —dije, mirándolos a ambos.

—No, pero vamos, Will —respondió Estella con una sonrisa—. Sabes cómo es Emma. Es fuego. Pero también es la única que logra que escuches.

Jay asintió, pero su expresión se volvió más seria.

—Tienes que enfrentarla, y más importante: tienes que enfrentar a Liv. Emma va a estar contigo, como siempre. Pero no esperes que te resuelva la vida.

Miré mi cerveza por unos segundos. Tal vez era hora. Tal vez mañana.

Tal vez.



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En el texto hay: amnesia, amor, chicagomed

Editado: 27.07.2025

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