El pasado en una pantalla

CAPÍTULO 12: Reunión

Will

Desde que hablé con Nat, sus palabras no dejaron de dar vueltas en mi cabeza. Han pasado tres días en los que intenté seguir con mi rutina habitual, pero cada tanto, me sorprendía en medio de una guardia con la mirada perdida, pensando en lo que me dijo. Y, mientras tanto, evité a toda costa encontrarme con Connor. Cada vez que lo veía, se me repetía la imagen de él con Liv... y eso dolía.

—Halstead.

Levanté la vista al escucharlo. Algunas veces era imposible evitarlo, sobre todo si nos asignaban el mismo paciente, como hoy.

—¿Pasó algo con el paciente? —pregunté, sin mirarlo del todo, concentrado en el historial clínico. La única forma de lidiar con esto era a través del trabajo.

—No. Solo vine a invitarte a la reunión de esta noche en Molly's.

Eso sí logró que lo mirara.

—¿Olvidé algún cumpleaños?

Estaba casi seguro de que no. La bienvenida de Emma fue hace un par de días, y no tenía en mente otro motivo para una celebración.

—No. Solo organicé una reunión. Tenés que estar ahí. Ocho en punto.

Lo miré en silencio por unos segundos, desconcertado, pero asentí sin protestar. Algo me decía que esta no era una simple salida de compañeros. Tal vez él quería que habláramos... o simplemente que dejara de evitarlo.

Sabía que era una mala idea. Podía inventar cualquier excusa: una guardia extendida, una emergencia de último minuto... incluso fingir un resfriado. Pero tenía un pequeño duende con nombre y apellido —Emma— que se encargó de hacerme llegar varios mensajes "amistosos" para asegurar mi asistencia.

Entonces me asaltó una idea: ¿y si Liv iba a estar ahí?

Solo pensarlo me provocó una descarga eléctrica en el pecho. Podía verla, tal vez hablarle. Volver a presentarme. Escuchar su voz, verla sonreír. Incluso sin poder tocarla... solo estar cerca de ella ya era suficiente. Era como volver a aquella primera cita en Molly's, como si todo empezara de nuevo.

Claro que también vino el miedo. El miedo de arruinarlo. De no ser lo que espera. De que me mire como a un extraño. De no encajar. Hacía mucho que no sentía esta ansiedad. Esa mezcla entre adrenalina y vulnerabilidad... pero, de algún modo, me sentí vivo de nuevo.

Liv

—Cerrá los ojos y escuchá. No uses los ojos, usá los oídos. Así sabrás cuándo es el momento exacto para hacer la foto.

Un escalofrío recorrió mi espalda al sentir su voz cerca de mi oído. Me estremecí.

Sin decir nada, hice lo que me pedía. Frente a mí, el atardecer pintaba el cielo con tonos anaranjados y rosados. Aunque tenía los ojos cerrados, podía sentir la calidez del sol en el rostro. Escuché el canto de los pájaros y el leve murmullo del viento. Y entonces... lo supe. Presioné el obturador.

El clic de la cámara rompió el silencio. Al abrir los ojos, vi la imagen en la pantalla y sonreí, satisfecha. Me giré para mirar al hombre que me acompañaba, pero el sol me cegó y no pude distinguir su rostro. Solo pude escuchar:

—Cuando te sientas perdida, usá los oídos. Sos una fotógrafa increíble, mi pequeña.

Entonces me desperté. Otra vez ese sueño. Otra vez esa voz.

Connor me había escrito para recordarme la reunión de esta noche. También me confirmó que había invitado a todos los que debía conocer. No sabía cuántos eran. Eso me ponía nerviosa. No me gustaba ser el centro de atención, mucho menos sin saber qué esperar.

Pero, a la vez, me sentía emocionada. Tener amistades que no recordaba me entristecía... pero saber que podía conocerlas otra vez me daba esperanza.

El día se me hizo eterno. Traté de mantener la mente ocupada, pero la ansiedad por la reunión no me dejaba en paz. Hasta que llegó la hora y el timbre sonó. Connor llegó puntual, como siempre.

—¿Nerviosa? —me preguntó mientras conducía. Su tono era cálido, empático.

—Un poco —respondí. En realidad, estaba hecha un manojo de nervios.

—Vas a estar bien. Todos te quieren y saben que tienen que ir con calma. Nadie va a decir nada que pueda incomodarte.

Esa frase me inquietó.

—No hace falta que me protejan tanto —lo miré.

Noté cómo su mandíbula se tensó por un momento antes de responder.

—Liv, todavía no recuperaste tus recuerdos. Es mejor ir de a poco.

Tenía razón. Al menos parcialmente. Había empezado a recordar cosas. Pequeñas, mínimas... pero eran algo. Solo Nat lo sabía.

—Si vos lo decís...

No quise discutir. Volví a mirar por la ventana. El camino me resultaba familiar, como si lo hubiese recorrido cientos de veces. Cuando llegamos, mi corazón empezó a latir con fuerza. Algo en el lugar me despertó recuerdos vagos, difusos. Pero estaban ahí. Supe que Molly's era un lugar importante para mí.

Me bajé del auto y me quedé quieta frente a la puerta. La mano de Connor en mi espalda me ayudó a dar el primer paso.

Apenas crucé el umbral, todos se giraron hacia mí.

—¡LIV!

Fue como un coro. Como si me hubieran estado esperando. Varias chicas se acercaron rápido. No sabía quiénes eran, pero al abrazarlas... sentí algo. Cariño. Calidez. Nostalgia.

Las abracé de vuelta, y las lágrimas se me agolparon en los ojos.

Ese vacío que sentí hace unos días, mientras compraba ropa con Nat, desapareció. Porque ahí estaban. Mi gente. Mi lugar. Y, de a poco, empezaba a volver.



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En el texto hay: amnesia, amor, chicagomed

Editado: 27.07.2025

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