El pasado en una pantalla

CAPÍTULO 15: Amores del pasado

Will

Pasé toda la noche en el hospital. No quería regresar a casa y enfrentarme a su ausencia. Anoche estuve a punto de hablarle, de que me conociera de nuevo... y no pude. Debería sentirme satisfecho con ese roce, con ese instante de su calor, pero mi cuerpo pide más. Mi corazón grita por ella.

—Pensé que ya estarías en casa.

La voz de Connor me tensó. Había logrado evadirlo durante la fiesta y también al llegar al hospital. No sabía si él también se había quedado toda la noche o si recién estaba ingresando para su turno en emergencias.

—No podía dormir —respondí sin mirarlo, con la mirada fija en el suelo.

Connor se acercó con pasos tranquilos, como si no quisiera sobresaltarme más de lo que ya estaba.

—Lo noté. Me dijeron que estuviste aquí desde anoche —se sentó frente a mí, dejando un par de papeles sobre la mesa—. ¿Has comido algo?

—No tuve tiempo —mentí. Con la mente llena de cosas, no había pensado en alimentar mi cuerpo.

Él solo asintió y se levantó para guardar sus cosas en el casillero. Tomé mi laptop y comencé a revisar mi correo electrónico. Necesitaba distraerme con algo, lo que fuera. Y, como si el universo hubiera escuchado, una cara conocida captó mi atención, unos ojos oscuros y expresivos, fijos en Maggie mientras hablaban animadamente. Verla después de tanto tiempo me sorprendió y, a la vez, me alegró más de lo que imaginé.

Sin pensarlo dos veces, salí de la sala de descanso y caminé por el pasillo hasta encontrarlas. No había cambiado mucho, salvo por las largas trenzas que caían hasta la mitad de su espalda. Le quedaban increíblemente bien, como si hubiesen sido parte de ella desde siempre.

—April —la llamé, y su rostro se iluminó al instante.

—Will, cuánto tiempo —sonrió, y sin pensarlo mucho, la abracé.

—Yo los dejo solos —la voz de Maggie interrumpió el abrazo. La vi alejarse con una sonrisa en el rostro, como si agradeciera que alguien que me conocía muy bien hubiera llegado.

—¿Hace cuánto llegaste? —La atención de la morena se centró en mí de nuevo, y me sonrió como solo ella sabe hacerlo.

—Hace unas horas. Quería pasar por aquí a ver cómo están todos... y veo que algo está pasando —sus ojos estudiaban mi rostro y sabía que mi aspecto lo decía todo.

Solo suspiré y le conté todo. Ella ya estaba al tanto de mi relación con Emma antes de irse de la ciudad. Nuestro matrimonio terminó en buenos términos y quedamos como amigos. Confiaba en April; me conocía lo suficiente como para saber ayudarme en lo que fuera.

—Es una situación complicada —no sabía si era una afirmación o si simplemente estaba asimilando todo.

—Aún siento que es un sueño, que en cualquier momento voy a despertar y la veré ahí, a mi lado —suspiré, y las ganas de llorar volvieron con fuerza.

April volvió a abrazarme, esta vez con más fuerza. Me alegraba que estuviera de nuevo aquí. Necesitaba un apoyo, y si bien Emma es mi mejor amiga, con April puedo ser más vulnerable y abierto siempre.

Liv

Llegué al hospital con la intención de hablar con Connor y Nat. Había recordado a Jay. Tenía recuerdos de él y de las cosas que pasamos juntos: las salidas, las risas, las discusiones... Había partes borrosas, otras se mezclaban entre sí, pero estaba segura de que lo recordaba.

Ese pensamiento me hizo sonreír mientras caminaba por el pasillo. Era como si, poco a poco, mi mente comenzara a unir las piezas del rompecabezas. Aún faltaban muchas, pero esa certeza me daba esperanza.

Pude ver a Connor con su traje negro mientras revisaba su iPad, pero una escena en particular captó mi atención. Vi al hermano de Jay abrazando a una mujer. Su cabello rojizo brillaba bajo la luz artificial, su piel era clara, y sus ojos marrones estaban cargados de tristeza. Tenía una barba algo descuidada, del mismo color que su cabello. Se notaba cansado, pero eso no le restaba atractivo.

—Su... esposa.

La voz de Maggie me sacó de mis pensamientos. Solo alcancé a oír una parte de lo que dijo, pero fue suficiente para entender que la mujer con la que Will estaba era su esposa.

No supe por qué, pero algo dentro de mí se revolvió. Una incomodidad extraña, casi como celos, me apretó el pecho.

Entonces lo recordé. El día del accidente. Su rostro apareció en mi mente con una nitidez inesperada. Él fue quien me recibió, quien sostuvo mi mano mientras me llevaban a emergencias. Pero ahora se veía distinto, más agotado, más... roto. Y su mirada transmitía un dolor profundo, como si cargara con más de lo que podía soportar.

—¿Liv? —La voz de Connor me trajo de nuevo a la realidad. Se había acercado sin que me diera cuenta.

—Hey, justo venía a verte —sonreí, tratando de ignorar la escena que sucedía detrás de él.

—Aquí me tienes, y tengo tiempo. Vamos a la sala de descanso —tomó mi mano con suavidad y me guió hasta allí.

Mientras lo seguía, mi mirada volvió a enfocarse en Will, quien parecía un poco más animado conversando con su esposa. Ella era muy hermosa y sus trenzas me encantaron. En sus ojos aún se notaba tormento, pero también vi el cariño evidente que le tenía. Y con eso, la sensación de dolor dentro de mí aumentó.

Pude notar que Connor también los había visto; lo delató la tensión que sentí en su mano justo antes de ingresar a la sala y cerrar la puerta detrás de él.

—Bien, ¿por qué me buscabas? —preguntó con curiosidad, fijando toda su atención en mí.

—Anoche recordé a alguien —lo miré, perdiéndome en el azul brillante de sus ojos, los cuales me miraban con ilusión.

Connor se quedó en silencio, expectante.

—A Jay —dije al fin, y sus cejas se alzaron por la sorpresa—. Recordé cosas. Momentos. Su risa, nuestras conversaciones... no todo está claro, pero sé que lo conocía. Que era importante para mí.

Su expresión cambió, y aunque trató de ocultarlo, noté una sombra de decepción cruzar por su rostro. Asintió lentamente.



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En el texto hay: amnesia, amor, chicagomed

Editado: 27.07.2025

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