Will
No sabía cómo, pero después de dos semanas había logrado estar frente a frente con Liv, charlando como solíamos hacerlo, con una taza de café en mis manos y un chocolate caliente entre las suyas. Sus ojos tenían un brillo que nunca antes había visto. Se la notaba feliz, y cada vez más encaminada.
No había vuelto a recuperar más recuerdos, y a este punto, todos habíamos aceptado que su memoria, al menos en gran parte, no regresaría por completo. Pero eso ya no dolía tanto como al principio. Había algo nuevo en ella, una energía distinta, una forma de enfrentar la vida que la hacía incluso más fuerte.
—¿Qué miras? —preguntó con una sonrisa curiosa, interrumpiendo mis pensamientos.
—Nada... —negué, aunque no pude evitar sonreír también—. Es solo que te ves... bien. En paz.
—Me siento así —respondió, bajando la vista por un segundo—. Aún hay momentos en los que me frustro, pero estoy aprendiendo a vivir con lo que tengo. Y me gusta lo que tengo ahora.
Asentí en silencio, guardando sus palabras como si fueran algo precioso. Este nuevo comienzo, esta segunda oportunidad que nos dábamos todos, no era algo que debía tomarse a la ligera. Ella ya no era la misma Liv, pero eso no significaba que no fuera digna de ser conocida otra vez.
—¿Y tú? —preguntó—. ¿Cómo estás?
La pregunta me sorprendió un poco, pero respondí con sinceridad:
—Mejor. Supongo que también estoy aprendiendo. A soltar lo que fue y enfocarme en lo que es. Y... me alegra estar aquí contigo.
Liv me miró un momento en silencio. No hacía falta decir mucho más. Tal vez eso era lo que hacía diferente a este momento: ya no necesitábamos llenar el aire con palabras, porque el silencio también se sentía cómodo.
En ese instante, su teléfono vibró. Era un mensaje de Connor.
Ella lo leyó, sonrió levemente y respondió con rapidez. No sentí celos. Tal vez un poco de nostalgia. Pero sobre todo sentí alivio. Porque Liv merecía sentirse querida, cuidada, acompañada. Y si yo podía ser parte de eso, aunque sea desde otra posición, entonces estaba bien.
Porque más allá de todo... aún me importaba.
—¿Quieres ir a tomar unas fotos después de esto? —preguntó, devolviendo su atención a mí.
—Claro —respondí, sin pensarlo.
Era un paso más. Y a veces, los pasos pequeños son los que marcan la diferencia.
Liv
Ahora la presencia de Will era agradable. Supo cómo acercarse de nuevo sin invadir demasiado, y eso lo agradecía. Pero aún sentía que comenzaba a entrar en un dilema que no lograba comprender. No podía evitar compararlo con Connor. Ambos eran importantes para mí, mis amigos, mis pilares... y sabía que Will había sido algo más. En estas semanas, él no me lo dijo, pero terminé descubriéndolo por mi cuenta: fuimos pareja.
Después de que fue a mi departamento a dejar los cuadros, me armé de valor y decidí revisar todo aquello que hasta ahora no me había atrevido a ver en mi celular. Ahí supe que lo amé, que ese hombre fue mi otra mitad. Y ahora... era un completo desconocido.
Mi cuerpo empezaba a reaccionar con su cercanía. A veces bastaba un roce, una mirada, para que algo dentro de mí se agitara. Pero mi corazón solo se confundía. No quería sentirme presionada, ni forzarme a recordarlo para continuar una historia que ya no vivía en mí, solo para no causarle más dolor del que ya le provoqué desde el accidente. Pero sin necesidad de decirlo, él mismo me lo dejó claro: no buscaba eso. No pretendía que recuperara lo que fuimos, sino conocer quién era ahora. Acompañarme, si yo lo permitía.
Y eso... eso me conmovía profundamente.
Sin embargo, no podía ignorar a Connor. Él había estado ahí desde el primer día. No solo como doctor, sino como amigo, apoyo constante, y algo más. Sentía que empezábamos a construir algo que no necesitaba del pasado. Y aunque no sabía bien qué era, sí sabía que se sentía bien. Tranquilo. Real.
Por ahora, era eso lo que necesitaba: tiempo. Espacio para seguir sanando y descubrir, a mi ritmo, lo que quería para mi vida... y para mi corazón.
Porque, por primera vez en semanas, sentía que tenía ese derecho.