El pasado en una pantalla

CAPÍTULO 26: ¿Amor?, no solo es cariño

Will

Habían pasado apenas unos días desde que estuve con Liv, pero no dejaba de pensar en esa tarde. Todo se sintió tan bien... como si el universo, por fin, estuviera dándome una segunda oportunidad. Y esta vez, pensaba tomarla.

Me pasé la mañana libre revisando recetas, velas aromáticas y posibles listas de reproducción. Sí, estaba planeando una cena. No una cualquiera, sino la cena. Nada demasiado ostentoso, Liv odiaba que las cosas se sintieran forzadas, pero sí lo suficiente como para que entendiera lo que siento. Lo que siempre he sentido.

Estaba harto de vivir a medias con ella. Habíamos recuperado algo de lo que teníamos, esa chispa, las bromas, la conexión... pero era momento de ir un paso más allá. De decirle lo que significaba para mí. De hacerle saber que esta vez no la dejaría ir.

Preparé todo con cuidado. Iluminación suave, velas en la mesa, su vino favorito y la misma canción que había sonado la noche que me confesó por primera vez que le gustaba el olor a tierra mojada.

Quería que fuera especial. Quería que, si aún había algo en ella que me recordara, ese algo despertara esa noche.

Liv

Emma y yo caminábamos por Lincoln Park con un par de smoothies en la mano. El sol caía suavemente entre las ramas, y los sonidos de la ciudad se sentían lejanos, como si estuviéramos en pausa del mundo.

—¿Entonces? ¿Me vas a contar o tengo que seguir adivinando? —dijo Emma con esa sonrisa pícara que nunca presagiaba discreción.

—¿Contarte qué? —respondí, fingiendo desinterés.

—Vamos, Liv. Saliste con Will. El Will. Y me tienes con el chisme a medias desde hace dos días. ¿Qué pasó?

Suspiré y me dejé caer en una banca, quitando la tapa del smoothie como si eso me ayudara a ordenar mis ideas.

—Fue lindo —admití finalmente—. Me llevó a recorrer la ciudad, fuimos al Navy Pier, al Millennium Park, al planetario... Fue como reencontrarme con Chicago a través de sus ojos. Me hizo sentir...

—¿Amada? —interrumpió Emma con una ceja levantada.

—No, no sé si esa sea la palabra. Me sentí... segura. Familiar. Como si todo lo que estaba roto se alineara por unas horas —miré mi bebida y la removí sin beberla—. Pero entonces, pienso en Connor.

—Ay no, no otra vez este triángulo de novela —bromeó Emma, aunque su tono se suavizó cuando me vio la cara.

—Con Connor es distinto —dije—. Siento cariño. Mucho cariño. Me cuida, me hace sentir cómoda, me acompaña en los peores días sin pedir nada a cambio. Pero... no siento mariposas. No de ese tipo. ¿Eso cuenta como amor?

Emma me observó en silencio un momento antes de hablar.

—¿Tú qué sientes cuando estás con Will?

—Caos —reí suavemente—. Mariposas, dudas, recuerdos sueltos que empiezan a encajar como piezas que no sabía que estaban perdidas. Pero también siento miedo.

—¿Miedo a qué?

—A que esto sea solo nostalgia. A que lo que tuve con él ya no sea lo que necesito ahora.

—Liv, hay una diferencia entre cariño y amor. Y tú lo sabes. Solo que a veces confundimos la paz que nos da alguien con la comodidad de no tener que elegir.

—¿Estás diciendo que estoy confundida?

—Estoy diciendo —Emma me miró con ternura—, que puede que ya estés enamorándote otra vez... y eso te asusta.

No respondí. Porque tal vez tenía razón. Porque tal vez ese "caos" que sentía con Will no era solo por lo que fuimos, sino por lo que podríamos volver a ser.

Emma me dejó en casa entrada la tarde, luego de una caminata larga y una conversación aún más larga. Cuando entré a mi departamento, encendí una vela, me quité los zapatos y me dejé caer sobre el sillón.

Entonces, mi celular vibró.

Era un mensaje de Will.

"¿Tienes planes para esta noche? Me preguntaba si te gustaría cenar conmigo. Prometo no invitarte a otro recorrido turístico... solo yo, tú, algo rico y tranquilo."

Sonreí, sintiendo ese ligero salto en el estómago. Era simple. Era directo. Y era él.

Pensé por unos segundos. Pensé en todo lo que Emma me había dicho, en lo que sentí durante el paseo, en el cariño que tenía por Connor... y en ese beso que no fue.

Abrí el chat, y escribí:

"Acepto. ¿A qué hora paso?"

Un segundo después, llegó la respuesta:

"No te preocupes, yo paso por ti. Esta noche va a ser especial."

Apagué la vela, me levanté del sillón y fui directo al armario.

Algo me decía que esta cena cambiaría muchas cosas.



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En el texto hay: amnesia, amor, chicagomed

Editado: 27.07.2025

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