Liv
Volver al departamento fue como entrar en un museo de recuerdos. Cada objeto, cada rincón, parecía hablar. No hacía mucho que había recordado todo lo vivido con Will. La ternura, las risas, los silencios compartidos, incluso las pequeñas discusiones... estaban allí, intactos, como una cápsula del tiempo.
Will me abrió la puerta con una sonrisa que intentaba ocultar sus nervios. Me pidió que pasara y, por un segundo, pensé que mi corazón se quebraría. Pero no fue así. No como esperaba.
Me senté en el borde del sofá, y él se mantuvo de pie, a pocos pasos. Había tanto que decir, pero el aire lo decía todo.
—Me alegra verte —dijo él, con la voz baja.
—Yo también estoy feliz de verte —respondí, sincera, aunque sabía que el siguiente momento no sería nada fácil.
Will se sentó frente a mí. Sus ojos me buscaban con esperanza, como si aún quedara algo más por revivir.
—Desde esa noche, no he dejado de pensar en ti, en nosotros... —empezó, pero lo detuve con una suave sonrisa.
—Will, lo que vivimos fue real. Lo que sentí por ti lo sigue siendo... en su forma más pura —tomé aire—. Pero ya no es lo mismo. No puedo mentirte.
La expresión en su rostro cambió, como si se apagara lentamente una luz detrás de sus ojos.
—¿Es por Connor?
Asentí, sintiendo un nudo en el estómago.
—No lo planeé. Pero estar con él... me confunde, me sacude. No sé en qué momento empezó todo, pero ahora lo sé. Sé que quiero intentarlo con él.
Will no lloró. No se quebró. Solo bajó la mirada y suspiró.
—Gracias por decírmelo. Sé que no fue fácil.
Me acerqué para tomar su mano.
—Tú siempre vas a ser una parte de mí, Will. No por los recuerdos... sino por quién fuiste conmigo.
Él me sonrió con una melancolía suave y, mientras nos abrazábamos por última vez, me susurró al oído:
—Siempre podrás recordarme.
Me levanté. Crucé la puerta sin mirar atrás, aunque cada paso pesaba.
Y justo cuando llegué al ascensor, la lluvia comenzó a caer.
Connor
Golpearon la puerta con fuerza. Me levanté del sofá, algo confundido por la hora, y cuando abrí... ahí estaba ella. Empapada, temblando, respirando entrecortadamente. Sus ojos se encontraron con los míos, y en ese instante lo supe.
—Te elijo a ti —dijo con voz firme, aunque sus labios temblaban por el frío—. No puedo seguir negándolo, no después de todo lo que vivimos... lo que despertaste en mí.
No dije nada. Solo la atraje hacia mí y la abracé con fuerza. El contacto de su cuerpo contra el mío me hizo sentir que, por primera vez, todo cobraba sentido.
Nos besamos. Sin preguntas, sin miedos. El beso que ahora sí tenía nombre, tiempo y certeza.
Esa noche fue nuestra. Nos quitamos las dudas como la ropa, uno a uno, hasta quedar piel con piel, verdad con verdad.
Will
Unos días después...
El hospital seguía su curso habitual, pero para mí todo se había detenido. Estaba en la sala de descanso cuando abrí el correo que llevaba días ignorando. La oferta seguía ahí. Una posición temporal en México. Un respiro. Una salida.
Suspiré, listo para rechazarla, hasta que, por el pasillo, los vi.
Connor caminaba al lado de Liv. Ella reía con esa naturalidad que antes era mía. Se miraban con la tranquilidad de quien ya eligió.
Lo entendí.
Tomé mi teléfono, respondí al correo y acepté la oferta.
Horas después, en el aeropuerto, Emma y Jay me acompañaban mientras esperaba el vuelo. Emma no dejaba de mirarme con preocupación.
—¿Estás seguro de esto? —preguntó.
—Es lo mejor. Para todos.
Saqué una carta del bolsillo y se la extendí.
—¿Puedes dársela a Liv cuando llegue el momento? No ahora. No quiero una respuesta. Solo... que la lea.
Emma la tomó con cuidado, asintiendo.
—¿Qué escribiste?
—La verdad. Lo que nunca supe cómo decir en voz alta.
Liv
Una semana después...
—Emma, ¿esto qué es?
Me entregó un sobre doblado, con mi nombre escrito a mano. Lo reconocí de inmediato. Su letra.
Me senté sola en mi departamento y la abrí con las manos temblorosas.
Liv,
Quise odiarte. Juro que sí. Era más fácil hacerlo que aceptar que ya no éramos lo que fuimos. Pero la verdad es que no puedo. Porque lo que vivimos fue demasiado hermoso para empañarlo con rencor.
Gracias por enseñarme lo que es amar con todo el corazón. Gracias por elegirme, una vez, aunque no haya sido para siempre.
Me voy por un tiempo. A México. A sanar. A encontrarme lejos de lo que perdí.
Espero que, cuando pienses en mí, lo hagas con una sonrisa. Yo te recordaré así, con esa risa tuya que siempre llenaba cualquier habitación.
Y si alguna vez dudas, si alguna vez te preguntas si hiciste lo correcto, solo recuerda:
Siempre podrás recordarme.
—Will
Lloré. Como pocas veces. No por arrepentimiento, sino por gratitud. Porque pocas personas aman como él lo hizo. Sin condiciones.
Dos años después
La brisa acariciaba mi rostro mientras me arreglaban el vestido. Emma entró corriendo con el ramo en la mano.
—¡Todo está listo! Jay ya está esperándote.
—¿Y Connor?
—Nervioso. Como nunca lo he visto. —sonrió.
Jay me tomó del brazo con una ternura silenciosa.
—¿Lista?
—Sí. —afirmé.
Las puertas se abrieron y caminé por el pasillo con el corazón palpitando con fuerza.
Vi a Connor, hermoso, emocionado... y justo entre los invitados, lo vi.
Will.
Me miró con esa sonrisa que solo él podía darme. Como si me dijera "estoy bien, todo está bien".
El resto fue un borrón feliz. Promesas, risas, besos y aplausos.
Esa noche, en la terraza del hotel, Connor y yo observábamos la ciudad iluminada. Tomé su mano, recostándome en su hombro.