Su madre estaba encantada. Nunca había estado en una mansión y mucho menos con una familia de tan alta escala. Pero le daba vergüenza no tener ropas adecuadas ni sabía como comportarse ante ellos.
—No, mamá. ¡No iremos! ¡No podemos ir! —le decía exaltada —¿De qué hablaremos con ellos? No conoces a Lauren y tampoco a Josh...ellos pueden llegar a ser muy hirientes —prácticamente estaba en el llanto.
—No me interesa lo que hagan unos mocosos igual que tú. Me gustaría conocer al mismo señor Nigel y si él nos invita pues, iremos —le dijo muy resuelta.
Nada pudo hacer Maia para convencerla.
Diario de Maia
"No puedo creer que mi madre aceptara ir a comer con los Nigel, ¿que bicho le picó? Ojala pasara algo antes de ese día que evite encontrarme con esa gente insoportable. El único que vale la pena es el señor Nigel. No puedo ver a Josh mi a Loren ni en pintura. Todo sea por darles el gusto a mi madre y al señor Nigel."
Hace cuatro años
Las clases eran un bodrio salvo por la presencia de por quien estaba allí, pensaba muy en el fondo Josh. Durante el primer trimestre dejó entrever su personalidad amistosa y empezó a rodearse de los más cool. Todos venían de familias adineradas así que era fácil encontrarse en ámbitos comunes. Las fiestas se desarrollaban casi a diario y sobraban el alcohol, las drogas y las chicas dispuestas a disfrutar de una noche de placeres. En esas noches locas se encontró con todos, menos con alguien. Recorría las pistas de baile y la barra buscando que alguien la hubiera invitado. Pero jamás pasó. No entendía por que no habituaba a los mismos lugares que el resto. Pronto se sacó las dudas cuando un personal administrativo interrumpió una clase para decir: "Señorita Maia Low, la llaman desde el sector de becas, acérquese inmediatamente por favor". Entonces entendió por que estaba aquí. No pertenecía a su mundo...y entendió que cada vez se hacía más inalcanzable.
Estaban en la fiesta, todos muy animados. Una de las tantas chicas con las que intimaba estaba a su lado apoyando su brazo en uno de sus hombros. La charla era animada, sólo que él esperaba encontrar a alguien allí. Le había pedido hace unos días a Jack, el dueño de la fiesta, que le diera un par de invitaciones más para conocer a gente "nueva". El se encargaría de repartirlas en un par de amigas nuevas que aún no habían caído en sus redes.
—¿Qué hace aquí, señor Nigel?
—Perdón, señor Larson, es que olvidé dejar una nota en este sector. Aproveché que tengo un momento libre para venir hacia aquí —le contestó un nervioso Josh al encargado de la limpieza. Ya no había nadie en el instituto, las clases habían finalizado hace media hora más o menos y todos se habían retirado.
—Maldición, Low. Lo que me haces hacer —masculló entre dientes. Aún no lograba encontrar su casillero. Tenía que dejarle la invitación o perdería la oportunidad de encontrarla en la fiesta de Jack. Esperó a que el señor Larson se retirara al pasillo siguiente y continuó leyendo. Estaban ordenados por orden alfabético así que era fácil ubicarlos. El problema era que había muy poca luz. "Linch, Logan, Low...aquí estás", dijo internamente. Introdujo el sobre por la rendija y se fue, triunfante.
—No entiendo que diablos pasó —dijo de repente. Los demás se quedaron quietos.
—¿Qué diablos pasó con qué? —preguntó Rick.
—Nada, nada. Sólo pensaba en voz alta —trató de sonar convincente, como si no tuviera importancia. Pronto retomaron la charla y las risas, pero él estuvo intranquilo el resto de la noche.
El día anterior, cuando Maia abrió su casillero encontró el sobre. Se sorprendió de que estuviera allí, miró para todos lados para detectar al que le estuviera haciendo esa broma pesada. Tenía hasta miedo de abrirlo, podía ser cualquier cosa. Hasta ahora las burlas habían sido de forma oral cuando pasaba por algún grupo, sobre todo en el que estuviera Josh Nigel o su hermana. También la indiferencia, el que no la invitaran a las actividades habituales a las que asistían el resto. De todas maneras la tenían sin cuidado. Ella tenía muy claras sus metas y si estaba allí no era para ir a fiestas sino para estudiar e intentar tener un futuro mejor.
"Jack Cook invita a su fiesta de cumpleaños en la mansión Island el día sábado a las 21 horas. Estás invitado. Sólo debes llevar las ganas de divertirte y pasarla bien. Llevar traje de baño."
No entendía nada. Nunca había cruzado palabra con Jack Cook, sabía que iba un año más que ella pero no entendía la familiaridad para invitarla a ella. Esto debía ser obra de alguna de las chicas, se daba cuenta que la odiaban tanto aunque no entendía por que. Les molestaba su forma de vestir, su cabello, su pobreza aunque con todo esto no las afectaba en nada. Suspiró y guardó el sobre.
—¿Por qué no asistes? Es la primera vez que te invitan a una fiesta desde que empezaste a estudiar en ese lugar —decía su madre mientras le cepillaba el largo cabello castaño que era rebelde. Se enredaba con facilidad y siempre parecía despeinada.
—No lo creo, mamá. No me sentiría cómoda. No sabría que hablar, ni como vestir. Tú no los conoces —estaba pensando en las opciones. Tal vez no sería mala idea después de todo. Quizás si ellos la conocieran en otro ámbito en algún momento la aceptarían.
Ese día Cris volvió enfermo de la escuela y su madre tuvo que llevarlo al hospital. Con suerte solo fue una gripe que lo tuvo con alta fiebre y debieron turnarse para atenderlo. Se esfumaron las ganas de ir a la fiesta. El sábado Maia durmió casi todo el día para recuperarse de la mala noche que habían pasado.
Editado: 14.03.2022