El Pasado Nos Condena

Capítulo 17: Porque te sientes como en casa

El señor Nigel estaba encantado con lo que se avecinaba, aunque sus hijos dejaron de dirigirle la palabra y amenazaron con irse de casa. El sabía que no podrían dejar de disfrutar de las comodidades de la mansión, los conocía muy bien y sabían que jamás se irían de su lado mientras él manejara el dinero de la familia. Se tomaba de la cabeza al pensar lo interesados que eran. Reconocía que había cometido muchos errores en su crianza pero era tiempo de corregir muchos de ellos, "y esta era la oportunidad", se alentaba a sí mismo.
En tiempo récord dispuso una habitación especial para Michael, con una cuna celeste con dibujos infantiles fabulosa y la pared haciendo juego. Maia largó un par de lágrimas al ver como estaba dispuesto todo. Había bolsas con pañales y cómodas llenas de ropa nueva de la talla del niño. Era más de lo que había soñado para su hijo. En el fondo sabía que se merecían todo esto, aunque su orgullo se lo quería impedir...pero la vida debía recompensarlos por tantos sufrimientos vividos en el pasado. Todo esto reflexionaba mientras acomodaba sus ropas en el vestidor de su habitación, que era más grande que su propia habitación en la casa donde vivían. El señor Nigel no quiso abusar de la familiaridad por lo que no quiso comprar ropa para los adultos de la familia pues temía que se ofendieran y no quería que nada sea causal de que quisieran irse.
Había un aire de tensión durante la cena del primer día conviviendo todo pues el silencio de Josh y Lauren era terrible. Sólo se podían escuchar los ruidos de los cubiertos en los platos y el "da, da, da", de Michael, que jugaba con su papilla, podría decirse que era el único feliz en la mesa.
No sabían cuanto iba a durar eso pero una pesadez en el ambiente hacía sentir a todos malhumorados y deprimidos. El único que se mantuvo equilibrado y a gusto fue el señor Nigel para quien todo era pasajero. Ya llegaría el momento del bienestar...


Leah cumplía a la perfección con la tarea asignada, se levantaba antes que nadie por las mañanas para hacer preparar el desayuno para la familia, que tenía un ritmo endemoniado debido al aumento en el número de integrantes. Chris se preparaba para ir a la escuela y los demás a la oficina. Michael también se despertaba sorprendido por el revuelo sin poder entender mucho que pasaba a su alrededor. Josh y Lauren seguían con su actitud fría no solo haca su padre, sino también hacia los demás. Sólo hablaban entre ellos cuando su padre no estaba presente pues eran muy inteligentes y sabían que no debían desobedecer las órdenes que les dio su padre sino los desheredaría. Podían perder todo, incluso su participación como socios de la empresa. Y sus cargos actuales.
Josh empezó a ser más frio con Maia y cada vez le daba más trabajo. Varias veces vio entrar en su oficina a mujeres voluptuosas y bellas exudando perfumes caros y que quedaban impregnados en la ropa de Josh, lo cual percibía cuando viajaban a casa al final del día, en los mismos lugares que les habían sido designados la primera vez por el señor Nigel: uno al lado del otro. Ella se tapaba la nariz sin disimulo para darle a entender que el olor a mujeres no se le había quitado a pesar de las horas pasadas. El la miraba divertido y decía cosas como..."¿Celosa?, "Ya quisieras estar en su lugar", "¿Te gusta el olor?" "¿envidia? a lo que ella quedaba resoplando llena de ira. Él solo seguía riendo pues se había propuesto hacerla la vida a cuadritos. El señor Nigel lo tomaba a la ligera pues pensó que ya pronto pasaría todo, que era una etapa de adaptación.


Rick que había vuelto de estudiar en el extranjero y había desaparecido también todo ese tiempo empezó a frecuentar la casa y a menudo se quedaba a cenar. Intentaba sentarse al lado de Maia sabiendo el desdén que le causaba a ésta. Era su manera de demostrar el desprecio que tenía por esa muchacha que jamás sucumbió a sus encantos. Luego salían con Josh y Lauren vaya uno a saber donde. Maia se encerraba a jugar un rato con Michael o ayudarle con las tareas a Chris. Eran de la misma edad pero tan diferentes en sus formas de ser y actuar que parecía que había un abismo generacional, pensaba silenciosamente en su despacho Carl Nigel. Alguien tocó suavemente la puerta y entró una bandeja con una taza humeante de té. 
—Disculpe, Carl. Pensé que tal vez quisiera tomar algo para conciliar el sueño —dijo Leah.
—Muchas gracias, Leah. La verdad, me leyó el pensamiento —le dijo invitándola con un ademán a sentarse en la silla frente al escritorio.
Y así empezó a ser una rutina sentarse por largos minutos a hablar de su diario vivir, se dieron cuenta que tenían muchas cosas en común. ¿Cómo podían ser tan distintos sus hijos y llevarse tan mal? Hablaban sobre sus problemas y buscaban juntos las soluciones. Se sorprendieron riendo por pequeñeces y disfrutando de la compañía del otro.

Diario de Maia


"Es muy difícil vivir en la misma casa con Josh. El solo hecho de pasar frente a su habitación me ocasiona un sinfín de cosas que no puedo explicar. Es como si rezumara el olor de su cuerpo que pude percibir el día en que casi me ahogo. Aun a veces cuando el está cerca lo siento como si estuviera encima mío. Pero es realmente desagradable su olor mezclado con el de otra mujer, siento náuseas, no sé que me pasa, en cuanto sube al auto y se sienta a mi lado la hedentina es hasta insalubre. No sé porque tengo la impresión que lo hace solo para molestarme, lo veo en su mirada ladina, en su risa burlesca. Ese hombre nació para trastocarme la vida, estoy más que segura. Es mala, realmente mala la idea de vivir en la misma casa. Tendré que esforzarme más y ahorrar para largarme de una vez por todas con Michael"




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