6 meses después
Las rosas blancas estaban ordenadas con primor en todo lo que daba el ancho del gran patio de la casa Nigel. Había una fuente de agua preciosa cuyas aguas danzaban alegremente. Los manteles blancos daban la sensación de mayor frescura al ambiente caluroso de Valle Largo.
Maia recorrió una a una las mesas para ver que todo estuviera en orden. "Al menos sé que esta vez no chocaré con Josh", pensó con un dejo de tristeza en sus ojos. Los mozos estaban terminando de acomodar las copas de cristal sobre una larga mesa, en el mismo lugar que Rufus había tirado todo aquella vez de la piscina. Esta vez se aseguraron de que estuviera bien resguardado. No podrían soportar otro incidente como el anterior. "Tampoco tendría quien me salvara", pensó , suspirando.
Por su parte estaba todo listo. Pronto llegarían el ministro y el personal del registro civil para llevar a cabo la boda. Fue hasta la habitación de Michael para ver si ya le habían puesto su hermoso trajecito de tres piezas que le habían diseñado especialmente para la ocasión. Esta vez era cuidado por una niñera que el señor Nigel había contratado ya que su madre y ella estaban muy ocupadas con los preparativos. ¡Estaba hermoso! Sus grandes ojos grises estaban más enmarcados que nunca en esas tupidas pestañas negras. La miró y salió corriendo a su encuentro.
—Mamá —dijo. Y a ella se le llenó el pecho de orgullo.
Leah puso como condición para casarse el que se contaran toda la verdad. No quería iniciar un matrimonio en el que hubieran secretos. Ya había tenido esa mala experiencia antes por lo que quiso que todo se blanqueara entre Carl y ella.
El señor Nigel quedó conmovido por la historia de Maia y quedó de una pieza cuando se enteró que el pequeño Michael en realidad era su hijo y fruto de una situación poco feliz. Su mirada se llenó de tristeza y odio. ¿Cómo podían dañar a una muchacha tan dulce y buena? No merecía haber pasado lo que pasó. Ella fue la causal de toda la felicidad que estaba experimentando. Fue ella que le trajo la esperanza de que aun podía haber un futuro mejor para él. Se dio la oportunidad de comenzar una nueva vida. Quería a esa muchacha como otra hija y quería que fuera un ejemplo para sus hijos pero el resultado fue lo contrario a lo que él esperaba.
Aquella noche en la que se fue, Josh vino llorando a su habitación y como nunca antes, lo abrazó y sollozó durante largo tiempo sin poder expresarse. Él se limitó simplemente a abrazarlo y decirle dulces palabras con las que le hablaba cuando se lastimaba de niño. Cuando se calmó pudo expresar cosas que antes no podía. Le dijo que estaba haciendo terapia porque necesitaba curar su corazón y su mente, que necesitaba corregir un error del pasado y que quería alejarse un tiempo. Sospechó que estaba relacionado con Maia pues él no era ningún tonto y conocía a su hijo. El día en que salió a buscarlo después de anunciar que se casaría con Leah y la vio a ella corriendo despavorida confirmó lo que ya venía sospechando desde siempre. Ambos estaban enamorados. No quiso decir hasta donde llegaron pero entendió que era algo doloroso para querer alejarse de todo lo que amaba. Quizá sea el principio de la madurez, pensó mientras caminaba por el césped para preguntar si ya estaba todo listo.
Apuró el paso, pues ya lo esperaban en la hermosa glorieta que haría de altar religioso. Estaba nervioso como un adolescente y no era para menos, se casaría con una mujer fabulosa con la que compartiría el resto de su vida. Solo una sombra se cernía sobre su felicidad y era el retraso de su hijo. Tal vez decidió no venir, se dijo tristemente. Trataría de ser más comprensivo con él. Era su familia y lo amaba. Suspiró y se acercó al altar...
— Carl Nigel, ¿acepta por esposa a Leah Low? —estaba preguntando en ese momento el ministro.
Leah estaba radiante con su vestido bordado a mano. El señor Nigel no escatimó gastos, quería que su boda sea inolvidable para ambos y para los seres queridos. Luego habría una cena allí mismo y un concierto en vivo de una banda famosa, todo había sido meticulosamente organizado tanto por los contrayentes como por Maia que ya habían descubierto era una buena organizadora de eventos.
El muchacho llegó vestido con un traje a medida y se erguía en todo su largo oteando a ver si podía observar aunque sea la última parte de la ceremonia. Se había pinchado una rueda del auto cuando viajaba por lo que se retrasó un par de horas. Le hubiera gustado llegar antes para compartir este momento con su padre. Tenía puestos unas gafas oscuras para protegerse del sol ya que todo era al aire libre y era un día soleado y caluroso.
Decidió quedarse en la parte de atrás y cuando escuchó dar los Síes a los recién casados quiso salir de allí. No quería ser visto por nadie. No se sentía preparado aún para enfrentar las sombras pasadas. Todavía no...
Maia llevaba a Michael dormido pues estaba levantado desde muy temprano y el trajín del día hizo que finalmente el sueño lo venciera. Entró a su habitación intentando no hacer ruido con la puerta. Al cerrarla casi da un grito. Josh estaba sentado en un sofá la costado de la cama.
Se quedó sin poder expresar palabra. Él se limitó a quitarse las gafas para mirarla.
—Ssssh —le hizo señas para que salieran luego de acostar al niño.
—Necesito hablar contigo —le dijo él. Podía notar tristeza en sus ojos antes relumbrantes, una sombra los atravesaba.
—Aquí no podemos, despertaremos a Michael —dijo ella en todo de regaño.
—Vamos a mi habitación —le dijo él. Ella llamó a la niñera para que se hiciera cargo hasta su regreso y lo siguió.
Editado: 14.03.2022