Josh salió a caminar pues le hacía mucho calor y no podía dormir. Si bien estaba agotado porque había conducido muchos kilómetros para llegar a la boda de su padre no tenía sueño. El encuentro con Maia lo dejó con más dudas que antes. "¿Algún día podrían superar eso?, pensaba mientras caminaba pateando las piedrecillas del camino. La noche estaba despejada, a esa altura del año era muy raro que fuera un día tan cálido. Los novios habían tenido suerte, les tocó un día maravilloso. Tal vez si nadaba un rato en la piscina gastara la poca energía que seguramente le quedaba y para terminar de apagar el fuego que sentía. Esta noche seguramente soñaría con Maia.
Se encaminó hacia el fondo, donde estaba la piscina...
Cuando llegó, vio a alguien forcejeando con una mujer inconsciente. Luchaba por salir pero el peso muerto que tenía le impedía moverse rápido. Vio que ambos estaban en ropa interior. Al levantar la mirada, Rick lo vio y grito:
—Ayúdame, Josh. Se desmayó...no sé que pasó, estábamos en un momento íntimo y de repente...—decía. Josh frunció el entrecejo. Aún no podía ver la cara de la muchacha pues su largo cabello tapaba su rostro.
Se acercó rápidamente a la orilla y extendió su mano hasta alcanzarla, la levantó por debajo de los brazos y la puso en el piso. Al despejar el cabello para ver si respiraba, quedó de una pieza.
—Maia...—gritó. —¿ Qué le pasó, Rick? ¿Qué le hiciste? Ella no sabe nadar —gritó asustado recordando aquel día que tuvo que sacarla del agua.
Vio que respiraba normal pero sus latidos eran muy débiles y se la veía pálida a la luz de la luna. Comenzó a darle pequeñas palmadas en el rostro para hacerla reaccionar.
—Maia..Maia...despierta, por favor —decía dulcemente. Se acercó a su oído para que ella pudiera escucharlo. Vio las marcas que tenía en el cuerpo y recién observó los jirones de ropa que estaban cerca de la tumbona.
—¿Qué hiciste, Rick? Contesta —le grito mirándolo con furia mientras éste se secaba. Pudo ver sus movimientos descoordinados y al instante se dio cuenta que estaba alcoholizado.
—Nnadaa...solo queríamos nadar. Ella accedió —mintió descaradamente. Nadie le creería a ella. —Estábamos de lo más bien cuando se desmayó...—continuó diciendo
Ella gimió levemente. Él la miró esperanzado. Se levantó a buscar una toalla para cubrirla. No quería que pasara vergüenza por encontrarse delante de los dos con ropa interior. Su cuerpo era glorioso, ojalá pudiera disfrutar de la vista en mejores circunstancias. No le creía nada a Rick. Ella no era así. "Ella es solo mía"...dijo para sus adentros besándole los cabellos dulcemente.
La llevó en alzas hasta su habitación luego de llamar al personal de seguridad y asegurarse de que se llevaran a Rick. No quería correr riesgos de que anduviera merodeando la casa. Había un niño pequeño viviendo allí y en esos momentos se había convertido en un peligro andante y debía encargarse de la seguridad de la familia. Ya hablaría con él cuando se recuperara.
La puso en la cama pero la ropa interior estaba mojada y ella empezó a temblar. Pensó en las opciones. A esa hora no había nadie levantado en casa y su madre tampoco estaba. Tendría que quitársela él mismo. Intentó hacerlo cuando ella empezó a forcejear débilmente, tomando sus brazos y clavando las uñas en ellos.
—Maia, Maia...soy yo —susurró en su oído. —Abre los ojos, Maia. Ábrelos...
Ella así lo hizo débilmente e intentó alejarse sollozando.
—Maia, no voy a hacerte daño. ¿Qué pasó? Cuéntame —decía mientras le acariciaba con dulzura la mejilla.
Ella tomó la sábana para taparse al darse cuenta de su casi desnudez y lo miró con desconfianza.
—Tu lo enviaste ¿verdad? Seguramente le contaste lo que hicimos y él quiso probar también, como lo comparten todo ¿no? Como hacían con las chicas en el instituto —dijo amargamente.
Josh se quedó sin palabras. Atinó a callar pues en estos momentos no valía la pena disgustarla más por el estado de nerviosismo que tenía.
—Vete —le gritó alejándose cada vez más.
Josh no entendía nada. Su mente pensaba a toda velocidad.
—No entiendo, Maia, ¿ qué quieres decir? ¿Estás insinuando que yo le conté a Rick que estuvimos en mi habitación? —dijo perplejo.
—Si..si...tú lo hiciste. Si no fuera así no habría querido...no habría querido...—se detuvo sollozando y se tapó la cara para que él no la viera llorar. Sentía que un gran odio crecía dentro de ella.
—Maia, Maia...a ver, déjame entender...¿Rick intentó abusar de tí? Él me dijo que estaban nadando y que te desmayaste —seguía sin comprender mucho.
—Si, él me quitó el vestido a la fuerza y luego me tomó de la cintura y cuando me sentí lanzada al agua, algo explotó en mi cabeza y no recuerdo más —seguía llorando amargamente.—Vete, vete Josh —le gritó y le señaló la puerta.
—Pppero..Maia...yo —empezó diciendo él pero se dio cuenta que era inútil. Debía esperar a que se calmara. —Está bien, me iré...pero hablaremos por la mañana. Si es cierto lo que dices, Rick va a pagarlo, no lo dudes —dijo seriamente.
Se retiró y ella lloró hasta que se durmió.
No pudo dormir en toda la noche pensando en lo que había pasado. Eran tantas cosas juntas, su regreso, la luna de miel de su padre el cual lo dejó a cargo de la empresa y de la casa. "Maldición, ahora soy responsable de todos", se dijo. "Si pasa algo bajo mi responsabilidad mi padre me deshereda", pensaba. Lo que más le preocupaba eran sus sentimientos hacia Maia. "Le dije que la amo", se golpeaba la cabeza con el puño. "¿Como pude ser tan imbécil?". La verdad estaba muy confundido, le prometió a su padre que regresaría para hacerse cargo de todo y de paso solucionar de una vez por todas el embrollo que tenía con Maia y ahora se encontraba en una encrucijada. La seguridad con la que regresó se empezaba a esfumar lentamente. Otra vez soy cobarde...
Editado: 14.03.2022