El Pasado Nos Condena

Capítulo 33: Es difícil recuperarme

Ya había desistido de hablar con Maia esa mañana cuando escuchó un revuelo en la puerta y retumbó la voz de Rick. Se acercó corriendo para acortar la distancia y lo vio discutiendo con los guardias queriendo zafarse.
—Suéltenme, maldición.
—¿Cómo te atreves a venir aquí, Mike? Fui claro contigo anoche, te dije que no te acercaras a mi casa —vociferó Josh con sus ojos negros vueltos llamas y los puños apretados. La herida en la frente le latía
En ese momento, Maia venía bajando por las escaleras con un lloroso Michael en brazos ya que los gritos lo habían asustado.
—Tú...¡maldita perra! —gritó Rick señalándola y moviéndose furiosamente.
A Josh le vino una cortina negra en su cabeza que le impidió contenerse y se abalanzó contra Rick tirándolo al piso y propinando puñetazos a la cara sin piedad. Maia gritó, Michael lloró y tuvo que venir el personal de seguridad para separarlos.
—¿Qué diablos te pasa, Josh? ¿Por qué actúas así? ¡Somos amigos!! —dijo Rick limpiándose la sangre de la boca.
—Tú dejaste de ser mi amigo cuando viniste a esta casa a abusar de la confianza que te dimos! —gritó Josh señalándolo.
—¿Es por ésta que estás así?? Pero si ella quería estar conmigo. Dile, Maia...¡dile! —le hacía ademanes a Maia quien estaba paralizada a mitad de las escaleras sin poder emitir ningún sonido.
La niñera se apresuró a sacar al niño de allí y Maia solo atinó a sollozar en silencio. No pensó que ver a Rick le causaría tal shock. Creyó que había superado el momento traumático que había vivido en la piscina. Solo quería huir de allí pero las piernas no le respondían. Quedó pegada a la pared con un pie en cada escalón. Josh vio por el rabillo del ojo un leve movimiento en donde ella estaba y el rostro le cambió. Algo no estaba bien con Maia.
Subió corriendo salteándose algunos escalones para llegar adonde ella estaba. Temblaba violentamente y tenía el rostro rojo y los labios apretados.
—Maia, Maia..—la sacudió delicadamente de los hombros pero ella parecía no escucharlo.
Se dio cuenta que era la presencia de Rick lo que lo ocasionaba ese estado por lo que dio orden a los hombres de seguridad que lo sacaran de la casa.

—A partir de ahora tienes prohibido pisar esta casa —gritó a todo pulmón mientras el otro emitía todas las palabrotas que se le venían en mente.

—Maia, mírame —le susurró tomándola de la barbilla
Ella solo cerró los ojos intentando alejarse mientras las lágrimas caían sin previo aviso.
—Ya se fue. Rick ya se fue —le decía en un susurro —No te hará daño.. Nadie te hará daño nunca más, Maia —dijo acariciándole una mejilla. Ella se estremeció levemente al sentir el roce y volvió a alejarlo.
La señora de la limpieza se acercó a ver lo que ocurría así que Josh le pidió que llevara a Maia a su habitación y le avisara como seguía. Maia se apoyó en el hombro de la señora y se dirigieron lentamente hacia el pasillo.
Josh maldijo por lo bajo la situación tan desastrosa que se había ocasionado. Rogó que su padre no se enterara por el chisme del personal. Miró la hora y se dio cuenta que era tardísimo. Debía apresurarse para ir a la oficina...


Diario
"Me sentí malísimo al ver de nuevo a Rick en la casa. No pensé que el cobarde se atrevería a regresar a la casa. No se si fue idea mía o Josh le reclamó "anoche" lo que había pasado conmigo. Fue cuando llegó con la cara golpeada, ¿será posible que Josh se haya enfrentado con su amigo de aventuras de siempre para defenderme? Debo andar con cuidado, puede ser una estrategia para que caiga en sus redes. Debo reconocer que Josh se portó muy bien conmigo, se dio cuenta lo mal que estaba y quiso calmarme. Estaba tan confundida que en ese momento no lo entendí. Tampoco entiendo mucho ahora...pero me pareció ver algo en sus ojos...no sé que puede ser."

 

Josh estuvo retraído gran parte del tiempo en la oficina. Hizo todo como un autómata. No veía la hora de regresar a casa. Necesitaba hablar con Maia. No podía soportar un día más sin hablar con ella, sin decirle que nunca contó a Rick lo que había pasado entre ellos, que no quería jugar con ella, que siempre quiso estar con ella...que se equivocó. Se pasó nerviosamente las manos por su tupida cabellera oscura y ahogó un grito de frustración. En ese momento, entró Maia con unos papeles.
—Necesito que firmes estos papeles urgente —expresó sin preámbulos y tirando prácticamente las carpetas en su escritorio. Josh se quedó de una pieza, con la mano en el aire.
—Maia, pensé que te habías quedado a descansar. No era necesario que vin...—comenzó diciendo cuando fue interrumpido.
—No voy a quedarme a lamer inútilmente las heridas, Josh. Tenía que venir. Solo estoy cumpliendo con mi obligación. Solo has el favor de firmar —dijo sin siquiera mirarlo. Él se acercó lentamente como temiendo espantarla. Ella se veía tan vulnerable, tan inocente, temblaba como aquel día...aquel día de mierda que quería olvidar.

—Maia, necesito hablar contigo. Dame un momento, por favor —espetó juntando las manos en son de ruego.
—No tenemos nada de que hablar, Josh. Aquí tu eres mi jefe y yo tu empleada. y en la casa, bueno, no soy más que agregada a tu familia. No somos nada —lo dijo con tanto dolor que Josh se estremeció. Cuanto sufrimiento había en ella y era como si ese mismo dolor lo atravesara a él también.
—Si no vas a firmar solo dime y yo...
—¿Tú qué? ¿A quién buscaras para firmar? Por si no te diste cuenta, el único que puede hacerlo soy yo —dijo abriendo los brazos como ofreciéndose.
Maia bufó de rabia, parecía que le salía humo por las orejas. Se dio vuelta repentinamente y encaró hacia la puerta. Josh anticipó su movimiento y alcanzó a poner su mano para impedir que la abriera. Quedaron inmóviles al sentir la cercanía del otro.
—Maia, hablemos.
—No hay nada de que hablar
—Tu sabes bien que si. No lo niegues. Comamos algo. No te dejaré ir hasta que no digas que si.




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