El señor Nigel aprovechó cuando todos se retiraron del despacho para acercarse a Maia y a su esposa. La miró con unos ojos tristes únicos que expresaban todo lo que sus palabras seguramente no podrán hacerlo.
—Siento mucho que hayas tenido que pasar por esto, hija. Ahora eres parte de mi familia y pondré la cara por tí como lo haría por cualquiera de mis hijos. No te preocupes. Hundiremos a ese infeliz. Yo me encargaré —prometió acariciando paternalmente sus mejillas bañadas en lágrimas.
Maia se adelantó tímidamente y lo abrazó buscando la protección que tanto necesitaba. Al darse cuenta se retiró avergonzada.
—P-perdón, señor Nigel. Y-yoo.
—No es nada, hija. Está muy bien. Yo quiero que seas también mi hija, si lo permites. Y quiero que siempre, escúchame bien, siempre puedas confiar en mí, ¿me entendiste? —a lo que ella asintió con la cabeza débilmente.
—Puedes tomarte el día si lo necesitas, iré con Josh y Lauren a ver que podemos solucionar de este embrollo
—N-no...yo quiero ir también. Si necesitan mi presencia, allí estaré —dijo estoicamente. Como no podía ser de otra manera, pensó orgullosa su madre. Ya conocía a Maia y sabia que su hija nunca se daba por vencida.
El resto del día transcurrió en reuniones y llamadas. Tenían una lucha contrarreloj contra la baja de las acciones de la empresa que ni bien retiró Summer su capital, empezaron a caer en picada. Debían encontrar un inversor urgente o todo se iría por la borda.
El trabajo de tantos años, tanto esfuerzo no iba a ser en vano maldijo Carl Nigel. El abogado se presentó a última hora de la tarde diciendo que existía una esperanza. Tal vez pudieran llegar a un acuerdo con la familia Summer a cambio de no levantar los cargos contra Rick.
— No, no lo permitiré. Quiero que ese muchacho pague por lo que hizo contestó Carl. Tiene que haber algo más. No puede salirse con la suya.
La puerta se abrió como una tromba y entró con la cara desfigurada de ira el señor Summer, el padre de Rick.
—¿Cómo demonios es que mi hijo fue golpeado por este inoperante y ahora es detenido por abuso sexual? —dijo señalando al rostro de Josh.
—Escucha, Summer, te prohíbo que te dirijas de esa manera a mi hijo o a cualquier persona de mi familia.
—¿De qué artilugios se han valido para meter preso a mi hijo? No tienes dignidad, Nigel —vociferó tirando unas gotas de saliva sobre los presentes.
—Nada de artilugios, Summer. los cargos que tiene tu hijo son fidedignos. Él intentó abusar de mi hijastra aquí presente —dijo señalando a Maia a quien el corazón se quería desbocar. Lauren había salido a llevar una documetación a otra oficina por lo que solo estaban ellos tres en esos momentos.
—Tú, mujerzuela. Seguro te anduviste ofreciendo y ahora te arrepientes. ¿Cuánto quieres? Estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo
Maia seguí inmóvil en su lugar pero unas lágrimas empezaron a florecer en sus ojos. Josh quiso irse a los puños, pero un ademán de su padre lo detuvo a medio camino.
— Te vas a retirar en este instante, Summer o llamo a seguridad. Esto lo arreglaremos en la justicia. Y pregunta a tu hijo. Que te diga la verdad.
— Esto no se va a quedar así.
Maia empezó a tambalearse, un mareo terrible surcaba por su cuerpo. Josh logró llegar a ella en el momento justo en el que perdió la conciencia.
"Maia, Maia",escuchaba de lejos su nombre. La voz era conocida, se dio cuenta que amaba esa voz. "Te amo", vino a su recuerdo. Fue despertando en cámara lenta y descubrió los profundos ojos negros de Josh que la observaban preocupado. Más allá, el señor Nigel cortaba una llamada.
— Ya reaccionó. Dejen todo como está, ya no es necesario que vengan. Gracias —decía.
Josh le tomaba la mano y sentía caliente allí por donde ésta pasaba. Hizo un ademán de quitárselas e intentó levantarse pero un terrible mareo la volvió a acosar.
—Quédate recostada, Maia. Debes tomar algo para hidratarte. Traeré un té -dijo y salió.
— Te afectó mucho lo que hizo Rick. Debes hacer una denuncia, Maia. No permitiré que esto quede así —Carl Nigel realmente estaba muy enojado.
—N-no, señor Nigel. No quiero perjudicar a la empresa y tampoco quiero ser expuesta. Le pido por favor, que esto no salga de aquí. Le pediría le diga a sus hijos que no comenten nada —su tono de voz era muy firme. Estaba segura de lo que quería. No iba a continuar exponiéndose a las burlas de nadie.
Josh regresó con una taza humeante.
— Maia, tienes que denunciar a Rick
— Es lo que le decía
— No, no y no. No voy a hacer nada. Doy autorización para que utilicen lo que pasó para salvar lo que se pueda de la empresa. Y algo más, Josh. No quiero que nadie más se entere de esto. No quiero estar en boca de tu círculo de amistades.
Josh
Al escuchar las palabras de Maia dirigiéndolas directamente a mí no me quedó otra que admirar su valentía. Tragué saliva al escucharla. Noté mucho dolor en esas palabras. Me sentía tan culpable por no haberle dicho la verdad. Aún me hervía la sangre por lo que hizo Rick o al menos por las intenciones que tenía con ella. Si hubiera sabido en el momento me encargaba de él y su colorada cara. El maldito se atrevió a tocar algo que es mío, no permitiré que se salga con la suya, voy a hundirlo así sea lo último que haga.
Me dirigí al despacho de su padre y pedí una cita. El infeliz se atrevió a negarla así que lo llamé y le dije que llamara a su hijo y tendríamos una charla de hombre a hombre. Se presentó con sus aires petulantes creyéndose el rey del mundo pero le paré el carro diciéndole que si Maia no actuaba lo haría yo testificando a su favor ya que fui el que los encontró en situación comprometedora en la piscina.
— No harías eso, Josh. Somos amigos hace años.
— No sabes de lo que soy capaz —pude ver como saltaban gotas de saliva de la rabia que tenía.
Editado: 14.03.2022