El Pasado Nos Condena

Capítulo 46: Me perderé en un momento contigo

Josh

Al mediodía tenía cita con uno de mis socios para ver los informes preliminares de las actividades que se habían realizado en los últimos meses.
—Buenos días, señorita —escuché una voz masculina dirigiéndose a Maia, la puerta de mi oficina estaba abierta porque así lo había pedido a mi cita anterior. Arrugué la frente al reconocer a Jhonson, uno de mis socios.
—Buenos días, señor Jhonson. El señor Nigel lo espera para su cita —era la voz de Maia respondiendo al saludo.
—Creo que aún me quedan unos minutos, podemos aprovechar el tiempo para conversar un rato, señorita...Maia Low, ¿verdad? No podría olvidar su nombre ni aunque quisiera. Es usted una belleza, ¿sabía? Quise decírselo cuando la vi la anterior vez que vine pero no se dio la oportunidad  —podía imaginarme la cara de hiena caliente mientras hervía de rabia adentro.
—Eh, yo creo que el señor Nigel puede recibirlo en este momento —podía sentir los nervios de Maia — sígame y lo anuncio  —escuché que dijo y me levanté para esperarlo de pie en mi oficina.
—Señor Nigel, el señor Jhonson ya está aquí —me dijo casi sin mirarme y cuando levanté la vista lo ví al degenerado mirándole el trasero tras ella. Casi podía sentir como bullía la sangre en mi cabeza.

—Gracias, Maia, puedes retirarte —le dije mirando fijamente al infeliz ese. Sería muy socio y todo lo que él quiera pero no estaba dispuesto a sus faltas de respeto con mi mujer.
—¿Sería tan amable de servirme un café, señorita Maia? Estoy algo cansado y necesito algo que me mantenga alerta, ¿no? —le brillaban los ojos mientras trataba de entablar una charla. No podía ser descortés en estos momentos, la empresa estaba pasando por un mal momento luego de lo ocurrido con el maldito de Rick. Le hice un gesto afirmativo a Maia de que lo hiciera, ya me encargaría de este cabrón.
—Bien, a lo nuestro, Jhonson —le dije —mientras esperamos a que mi novia le traiga su café podemos ir adelantando la lectura de los informes —lo mencioné sin darle mucha importancia, como si fuera algo normal. Pude escuchar cuando sus mandíbulas sonaron al abrirse. Me guardé la sonrisa para mí.
—Oh, eres afortunado. No sabía ...disculpa...lo de la señorita Low —carraspeaba.
—Noo, no te preocupes por favor. Es una mujer muy hermosa y tendré que acostumbrarme a que otros la miren aunque, para su desgracia, ella es solo mía —reforcé esta frase juntando ambas manos y apoyando los codos en el escritorio.
—Bien, vamos al grano entonces —y no le quedó otra que ponerse a trabajar. Cuando Maia entró con el café ni siquiera intentó mirarla, dejó sus ojos puestos en el informe que tenía enfrente. Ella me miró sorprendida y yo le hice un guiño. Me causó mucha gracia su huida con las mejillas arreboladas.

La reunión fue tediosa y larga, la hora del almuerzo prácticamente estaba llegando a su fin. Acompañé a Jhonson a la salida y ahí seguía ella, sumida en su laptop. Despedí al pesado y me enfoqué en ella.
—Maia, ya has almorzado? —ella levantó la vista sorprendida y miró la hora. Se tomó la cabeza.
—No, me perdí en el tiempo. Voy volando a comprar algo y vuelvo —dijo tomando su cartera.
—Espera, ¿por qué no vamos juntos? ¿o prefieres que pida algo y comemos aquí? Estoy hambriento y en poco tengo otra reunión —estaba esperanzado de que ella aceptara, mientras podía ver como se debatía entre aceptar o no. Finalmente se dio por vencida y me preguntó que comeríamos. Elegimos algo sencillo para poder continuar con la jornada.
Nos sentamos en mi oficina ya que era más cómodo, había una pequeña mesa con dos sillas ideales para apoyar las bandejas y bebidas. Ella se veía incómoda y no quería eso. Sabía que debíamos hablar.
—No me has contestado. Sigo esperando —le dije luego de hablar de trivialidades. Ella se quedó pensando..
—¿Acerca de qué? No me preguntaste nada—hizo ese gesto con las cejas que me volvía loco.

—Te pregunté por que me estás evitando...  —lo dije como al pasar. Ella se tensó levemente.
—No te estoy evitando —agachó la cabeza y se concentró en su comida.
—Si, desde que hicimos el amor has intentado alejarte de mí. ¿Por qué? —la miré fijamente para ver su reacción y ella casi se ahoga con el jugo que bebía en ese momento. Cuando se recuperó tomó toda la fuerza para decir:
—¿Y qué querías, Josh? ¿No es así como se manejan en tu círculo? ¿No hacen así con tus amigos? Ya quiso probar Rick, ya estuve contigo...¿quién sigue? —habia mucho dolor en sus palabras.
—No creo que eso quieras, Maia. Tú no eres así... —traté de tomar sus manos con las mías. Las alejó rápidamente.
—¿Ah, no? ¿Y como sabes? No me conoces...crees que porque hace unos meses vivo en tu casa ya sabes exactamente como soy? —un rictus de amargura cruzó por su rostro. Ojalá pudiera evitarle el dolor, estaba vulnerable, no podía en estos momentos enfrentar la verdad. Debía hacer que confiara en mí.
—Te conozco más de lo que te imaginas, más tiempo del que crees —me recosté en el espaldar de la silla y la miré fijamente. Enseguida apartó su mirada. Otra vez se ruborizaba. Me causaba mucha ternura. Dios, estaba enamorado de esta mujer. En este preciso momento pude reconocerlo. Debía demostrárselo, mis palabras nada valdrían para ella. "Tal vez aún hay esperanza para nosotros, Maia"...
Para romper el momento incómodo la invité a salir. A cenar y luego a algún lado que quisiera ir. Quizá al cine, al teatro, al museo o adonde sea que van las parejas. En mi vida hice eso, para mí las mujeres eran para llevarlas a la cama y nada más, no habían cosas "románticas".
Quedamos en ir a un pub recién inaugurado, había música en vivo que le gustaba y se juntaba gente de nuestra edad. Tal vez podríamos invitar a Lauren y a alguien más. Conversamos largos minutos sin darnos cuenta que el tiempo había pasado y era hora de volver al trabajo. Ya llegaban los demás empleados y habíamos perdido nuestro momento a solas.   




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