El Pasado Nos Condena

Capítulo 49: Es mejor si no me fío

Josh

—Levanta, Josh, en este instante te quiero en mi despacho —escucho la estridente voz de mi padre que por poco me hace quedar pegado al techo del susto. Es que no se les pasa la costumbre de cortar con los sueños que tengo. No hay que hacer adivino para saber con quien estaba soñando.

Me sacudo la modorra de encima, me baño y cambio para ir a la guillotina, estoy seguro de que es un reclamo por algo.
Casi no puedo articular palabra cuando tira sobre el escritorio un periódico conocido, una foto mía aparece allí con el titular : "Heredero Nigel embaraza a su novia. Se agranda la familia Nigel".
Estoy seguro que el color se fue de mi rostro. Apreté los puños. Como fui tan imbécil de dejar a medias el tema de la perra esa.

—Es mentira, papá. No embaracé a esa mujer —digo con la poca voz que encuentro buscando en los rincones de mi cabeza que me taladraba insistentemente.

—Si eso es cierto, tendrás que demostrarlo. Soluciónalo en este instante, Josh. Estamos en la mira. ¿Entiendes que esto es un revés para las nuevas inversiones que tenemos en puerta? —la furia del rostro de mi padre no la ví jamás en ninguna otra persona. Temía que se infartara.

—Maldita perra —mascullé por lo bajo. En ese momento entraron los demás integrantes de la familia quienes tenían la mirada curiosa por saber lo que ocurría con tanto grito. Y allí en medio de todos entró, y lo que vi en sus ojos no lo volveré a ver jamás en mi puta vida. "¿Cómo mierda se me olvidó solucionar este tema?",  me martilleaba con el puño la cabeza. Ella miró el periódico y ni siquiera se dignó mirarme. Un vacío se hizo en mi estómago. Quería hablar con ella, gritar que todo era un error pero no podía delante de todos. Nadie sabía aún lo que pasaba entre nosotros, ni siquiera habíamos hablado del tema, no sabíamos como encararlo.

—Debemos encontrar una solución. Debes llamar a la muchacha y preguntarle que quiere por su silencio —hablaba mi padre. Mis ojos no podían dejar de dirigirse a Maia insistentemente mientras una tristeza infinita se apoderaba de ella, pude sentirlo, por Dios, mi corazón estaba machucado.

—Es mentira, lo juro —dije en voz alta sin quitar mi mirada de ella. Esperaba que entendiera que quería explicarle.

—Con permiso —dijo imprevistamente y salió prácticamente corriendo. Sabia que le hacía daño la situación. Ahora debía solucionar esto urgente.

—Yo lo solucionaré, papá. Déjame hacerme cargo de esto. Por favor —supliqué a mi padre mirándolo fijamente. Ya era tiempo que empezara a hacerme cargo de los problemas en los que me he metido por culpa de mi maldita inmadurez.

Inmediatamente empecé a hacer llamadas. Esto sería rápido.
 

Maia
Mis oídos se cerraron al leer el titular. No podía escuchar nada de lo que se hablaba a mi alrededor. Mi madre me dirigió una mirada de pena. No quise ni mirar a Josh. Por supuesto, la culpa era mía, sabía que no debía acercarme a él, que solo sería un juguete, que me usaría para hacer lo que desde siempre hizo con las mujeres, yo no era nadie para él ni jamás lo sería. Fui muy estúpida al creerle todo lo que me dijo. Solo una tonta como yo caería en sus manejos. al final las demás, de las que siempre me burle, son mas inteligentes que yo, ellas acatan bien las reglas del juego, saben que con Josh es solo sexo y a la casa. Mis mareos crecen cada vez más...debo salir de aquí o voy a asfixiarme. Pido permiso y me voy. Tengo que huir de su presencia, del olor de su cuerpo que inunda esa oficina me hace daño y me hacer recordar los momentos que ahora quisiera olvidar.
Que estúpida fui. Debí imaginar que esa vez que vino esa mujer a su oficina era para decirle algo, con razón me hizo que sacara turno con un ginecólogo. "Tonta, tonta, tota", golpeaba mi cabeza con los puños mientras recordaba unas ecografías en su escritorio. Mis lágrimas salían sin poder contenerlas, él no merece ni una de ellas pero aquí estoy, llorando como estúpida que soy. Escuché la puerta abrirse de golpe, intenté limpiarme el rostro pero ya era tarde, Josh apareció detrás mío y me miraba por el espejo.

—Vete, Josh —le dije lo más duro que pude. Traté de que la voz no se me quebrara.

—No, no voy a irme hasta que me escuches.

—No tienes que explicarme nada, tú y yo no somos nada. Que nos hayamos acostado un par de veces no significa nada —traté de parecer indiferente mientras me lavaba y secaba las manos sin mirarlo.

—Tú sabes que eso no es así. Tú sabes lo que siento por tí —me dijo mirándome fijo. Me dí vuelta para encararlo. ya no podía seguir dilatando esto.

—¿Y qué sentías por mí mientras te revolcabas con ella?

—Eso fue mucho antes de que aceptaras salir conmigo. ella no significa nada, es una más de tantas.

—¿ Como yo, no? —no quise pero mi voz sonó muy amarga.

—No, Maia. No lo eres. Tú sabes que eres especial para mí. Tú eres el amor de mi vida. Te amo desde el primer día que te ví. Yo...

—Ya no sigas, Josh. No puedes decir con la boca una cosa y demostrar otra con el cuerpo.

—Te juro que no embaracé a esa mujer, yo siempre me cuidé...

—Conmigo no lo hiciste —dije horrorizada. Otra estupidez de mi parte. Caí en cuenta de esta terrible verdad al decir eso. "Dios mío", pensé. Ahora tenía algo más importante por lo que preocuparte.




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