El Pasado Nos Condena

Capítulo 50: La espera desespera

Maia

—¿Tomas anticonceptivos? —preguntó mirándome fijo. Me da pudor hablar de estas cosas, no creo que algún día pueda acostumbrarme. No me sentía cómoda hablando de estos temas con él. Me tapé la cara nerviosa.

—No, no creí que se repetiría, yo...nunca tomé —inspiré profundamente. Otra tormenta se avecinaba. No podía ser más estúpida.

Él caminaba por el diminuto espacio como un león enjaulado refunfuñando por lo bajo. Casi podía escuchar sus atormentados pensamientos. Ahora no tenía uno, sino dos problemas gravísimos para resolver. Sé que no tengo experiencia en esto de las relaciones pero leí muchísimo acerca del tema, tendría que haber tomado los recaudos. Sin dudas me dejé llevar sin pensar no fuimos responsables. Ojalá las consecuencias no sean nefastas.
 

Josh

—Un problema a la vez. Hoy se soluciona el tema con esa mujer y luego nos sentamos a hablar de lo nuestro. ¿Te parece? —la tomé de ambos brazos en señal de apoyo. Quiero que ella confíe en mí, que sepa que puede contar conmigo.

La besé con pasión, intentando con ello quitar de ella el dolor que le causaba las consecuencias de mis actos. Quise borrar esa mirada que vi cuando se enteró lo de los dichos de Layla, no voy a olvidar la tristeza de sus ojos en aquel momento.

—Te amo, Maia. Eso quiero que lo tengas claro y que ahora solo hay una mujer en mi vida y esa eres tú y estoy dispuesto a cualquier cosa para que siga siendo así. Incluso enfrentarme a nuestras familias —lo digo firme, sin dudas. Ella traga saliva. Es difícil para los dos este tema.

Finalmente pude convencerla que esto se arreglaría y continuaríamos adelante haciendo caso a nuestros sentimientos. Yo sabía que ella me amaba, lo había demostrado con su cuerpo al entregarse a mí de una manera que me conmovía y hacía temblar mi piel, en la forma en que me miraba y respondía ante mis toques.
Llamé a unos amigos que trabajaban en los medio de comunicación, en el instituto se formaban varias carreras y yo había tenido contacto con estudiantes de la mayoría de las carreras que allí se dictaban. Como asistía a los eventos de todos era muy conocido en distintos medios. Recordé a un par cuya familia se desenvolvía en esa esfera así que les pedí ayuda para quitar la noticia de los medios. Mientras, llamé a un bufet de abogados que se especializaba en este tipo de casos. Si yo estaba seguro de no ser el padre del niño era muy probable que así fuera. Lo difícil ahora era realizar el ADN aunque había otros estudios que requerían más tiempo y dinero para corroborar mi paternidad negativa. Mientras, solo quedaba esperar.

 
Ya terminaba otro día y mi cabeza iba a estallar de la tensión. Ahora debía ver el tema de Maia. Con ella he llegado al punto de volverme un imbécil con todas las letras, lo que sentía cuando estaba con ella no lo había pasado antes así que todo era nuevo. Fue la primera vez que estuve sin usar protección, deseaba sentirla plenamente en mi piel por eso no creí necesario el uso de preservativos. Y ahora podía haber consecuencias. Tampoco había tenido que preocuparme por ese tema antes, las mujeres con las que había estado eran experimentadas y tomaban anticonceptivos desde que iniciaban tempranamente su vida sexual activa.
Pero Maia era diferente a todas sin dudas. Por supuesto que no las tomaba. Ella no tenía vida sexual antes de estar conmigo, al menos no activamente y aunque era una muchacha inteligente eso escapaba de su control.
Le envié un mensaje por teléfono:

¿Estás disponible? Necesitamos hablar
Movía aparatosamente mis piernas sentado en mi cama mientras esperaba la respuesta. El celular vibró:

En un momento me desocupo. ¿Donde nos vemos? 

Estoy en mi habitación. Ya es tarde para ir otro lado. Nos reunamos aquí.

Está bien. voy en diez minutos.
 

Me quedé esperando mientras mis pensamientos volaban a esa vez que quería olvidar, era tan diferente ahora. No me sentía preparado aún para enfrentar la verdad pero conocía las consecuencias de no hacerlo. Escuché golpecitos en la puerta y abrí.

 

—¿Entonces? —dije nervioso al rato. Estábamos esperando el resultado del test rápido de embarazo que al final salimos a comprar casi a medianoche. Me sentía muy nervioso, sudaba como si hubiera corrido una maratón. Ya habían pasado unos minutos y me desesperaba la espera.

Ella salió sin expresión del baño de mi cuarto y me miró sin poder yo interpretarlo. Sentía que explotaba por dentro.
—¡Negativo! —pegó un chillido y corrió a abrazarme. Una frescura de alivio recorrió mi columna vertebral. Por supuesto que me encantaría tener hijos con Maia pero no en estas circunstancias. Debía solucionar aun un montón de pendientes en mi vida. Estuvimos abrazados un rato y fue la sensación más embriagadora que tuve. Era increíble lo que esta mujer me hacía sentir, no estábamos en un acto sexual, era un abrazo de ayuda, de apoyo, de emoción y lo disfrutaba igual que si le estuviera haciendo el amor.

—Bueno, nos salvamos —le dije cuando la bajé al fin. Ella me dio ese golpecito de puño en mi hombro.

—Es tan diferente a como fue con Michael...—dijo y se quedó callada tapándose la boca. No sé si soy muy lento o aquellas palabras no querían entrar en mi cerebro. Sus ojos se dirigieron a los míos mirándome con terror.




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