El Pasado Nos Condena

Capítulo 53: Porque no sé adonde ve

Josh

Casi al finalizar la reunión con mi socio, ví llegar a Maia con mi padre y otros dos hombres más, seguro son otros inversionistas. Traté de hacer contacto visual con ella. Teníamos que hablar. Le envié un mensaje de que nos reuniéramos aquí mismo una vez desocupados de nuestros compromisos. Ella estuvo de acuerdo. Se fue mi cliente y también vi cuando mi padre se levantó y se despidió de Maia.

—Hola, papá. ¿Cómo te fue?

—Tenemos que cruzar los dedos, si todo sale como creo, levantaremos Nigel Corp nuevamente —lo abracé y dí unas palmadas en su espalda demostrando que lo apoyaba.

—Así será, papa. ya lo verás.

—Me voy a casa, ¿vienes?

—No, papá. Quedé en resolver algunos temas pendientes con Maia —señalé en su dirección.

—Oh, entiendo. Los veo más tarde —dijo y se dirigió a la salida. De repente vi a mi padre avejentado. Sin dudas los problemas de la empresa lo tenían bajoneado anímicamente, ya no tenía edad para andar en esos rodeos. Tendría que buscar la forma de empezar a ampliar mi radio de acción para que no trabajara tanto. Di un suspiro y me dirigí hacia donde estaba Maia.

—Hola, amor —besé sus suaves labios sin quitar mi mirada de su cara. Ella estaba nerviosa. Pedimos algo de beber, yo un whisky y ella un café.

—¿Por qué estás tan nerviosa, Maia? ¿Acaso quieres decirme algo que no sé? —yo sabía en el fondo lo que iba a decirme, pero necesitaba escucharlo de su boca.

—No es fácil, Josh. Es muy difícil para mí. Verás...—carraspeó y tomó un sorbo de su café. —¿Te acuerdas cuando salimos del instituto y desaparecí de aquí hasta que me ofreciste el trabajo en la empresa? —Asentí en silencio. Por dentro me estaba muriendo lentamente mientras ella hablaba.

—Me fui porque estaba embarazada —lo lanzó así de una, sin poner anestesia ni solución indolora.

—¿De Michael? ¿Michael es tu hijo? —dije con una voz que no era mía. Me escuchaba de lejos.

—Así es. Michael es mi hijo. Y a pesar de todo, es lo mejor que me pasó en la vida. Lo amo con locura y me arrepiento de haberlo negado, él no se lo merecía. Pero era la única forma que tenía de darle lo mejor. En ningún trabajo me aceptarían por ser madre soltera.

—No creo que eso haya sido un problema para nosotros, Maia.

—¿Te estás escuchando? ¿Tú? ¿El mayor juez que hay sobre la tierra? ¿Crees que me hubieras ofrecido el puesto si sabías que tenía un hijo? Lo primero que me preguntaste en la entrevista fue si continuaba soltera para venir al ataque —dijo con un rictus amargo. Tenía razón, desde entonces yo quería estar con ella y eso me habría frenado a contratarla.

—Lo cierto es que por eso me fui, nos fuimos. Mi madre vendió todo para afrontar los gastos del parto y postparto y solventar nuestros gastos en una ciudad lejos de aquí.

—¿Por qué? ¿por qué se fueron? Nadie te conocía ni sabía nada de tí en el instituto.

—Porque temíamos que si se sabía que estaba embarazada apareciera el padre del niño un día a reclamarlo —abrí la boca para preguntar pero opté por el silencio.

—¿Y quién es el padre del niño? —pregunté aun a sabiendas de que no me iba a gustar la respuesta, pero era necesario que me lo dijera. Tenía que despejar mis dudas.

Ella dudó si continuar o no. Tomé sus manos que estaban apoyadas en la mesa para darle valor. Ya estábamos en el baile, no quedaba otra que bailar. Empezó a sollozar, podía percibir un dolor grande que salía de su voz.

—No sé, Josh. No sé —dijo casi en susurro. Me quedé abriendo la boca mirando. Mi mente trabajaba a mil haciendo cálculos.

—¿Cómo es eso? Explícame.

—No sé, Josh. Esto es difícil para mi. Algo me pasó en el instituto...—empezó diciendo y mi mundo se terminó de derrumbar. Quité mis manos de las de ella para que no notara el temblor que se apoderó de mí. "Maldición, maldición. No puede ser", repetía una y mil veces en mi cabeza. El cráneo quería salir de tanta presión.

—Alguien...alguien me violó. No ví quien fue, nunca lo supe. El día de la graduación me enteré que estaba embarazada, fue muy duro para todos. Me costó mucho hacerme a la idea de que debía amar a ese niño y que no tenía la culpa de lo que yo había vivido —mi corazón quiere salir corriendo de este lugar, siento que me asfixio. Me aflojo la corbata y la camisa para permitir mayor entrada de aire.

—Yo, yo sabía que no te iba a gustar escuchar esto, yo sabía que no debía meterme contigo, Josh. Mira como te pones, tal como supuse que harías cuando te contara. Por eso no lo hice antes, fui una cobarde. Perdóname —dijo ella dulcemente tratando de tomar mis manos. Me sentía un maldito infeliz más aun cuando ella pensaba que yo era un santo.

—Por eso te dije que no podía ofrecerte nada, por eso me negaba a aceptar tener algo contigo, cuando eso pasó me sentí tan incompleta, tan rota que pensé que no podía ofrecer nada jamás a ningún hombre. Pero allí estabas tú para hacerme sentir especial y para romper con esa barrera que yo misma me había impuesto.

—Maia, no soy lo que crees. No sabes como me lastimas con esas palabras —mis lágrimas brotaban sin esfuerzo de mis ojos y se deslizaban por las mejillas.




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