El Pasado Nos Condena

Capítulo 56: Pero no podía permanecer alejada

Maia


Hoy es mi día de regreso a Nigel corp. Estas últimas semanas me he dedicado a buscar otras opciones laborales y con el currículum que tengo he conseguido un par de ofertas tentadoras pero ninguna como la que tengo en la empresa. Haciendo números no podría darle una buena vida a Michael y no quiero vivir de la limosna de mi madre, ahora que está casada con un hombre rico al menos no debo preocuparme en ese aspecto por ella. El señor Nigel le ha abierto una cuenta bancaria exclusivamente para ella y sus gastos personales en la que deposita una suma considerable mes a mes. Con eso mi madre solventa los gastos de Chris y me ayuda mucho con Michael. Si bien he ahorrado un poco de dinero para comprar una casa digna para mi hijo y para mí aun no es suficiente para los gastos de ambos.
Me estoy dirigiendo en taxi a Nigel Corp. De lejos voy acercándome a la compañía que ahora también será de mi familia gracias al matrimonio de su dueño con mi madre. Si bien yo solo soy una empleada siento que pertenezco a esta empresa, que soy parte de las pulsaciones de un corazón gigante y sueño también con un día verla superar todas las expectativas. El edificio se alza imponente abarcando gran parte de una manzana en la ciudad, bien ubicada casi en la zona céntrica y más importante. Cuando entré por primera vez era una muchacha asustadiza que solo quería complacer a todo mundo para ser aceptada y quien debíó negar a su hijo para obtener un trabajo bien pago. Ahora no, lo que viví durante el último año me ha hecho ver que soy tan o más buena que muchas otras mujeres que han pasado por aquí.

—Buenos días, señorita Low, me saluda sonriente la impecable recepcionista.

—Buenos días, Clara. ¿Cómo has estado? —me detengo un momento a conversar con ella. Sigo siendo una asistente así que estamos a la misma altura en cuanto a status dentro de la empresa. A medida que me dirijo a mi lugar en el escritorio al lado de la oficina de Josh muchos empleados se acercan a saludarme mientras voy pasando por los distintos pisos. "Vaya, se ve que me extrañaron", pienso y me alegra saber que no soy la misma muchacha que pasaba desapercibida en el instituto, la invisible y rara chica a la que nadie invitaba.

A medida que me acerco al último piso donde están las oficinas de Josh, Lauren y el señor Nigel mi corazón palpita con mayor fuerza. No sé como haré, no sé como reaccionar. ¿Debo ser fría? ¿debo parecer indiferente? Eso es lo que más me tiene mal, no saber como reaccionar ante él. "Sólo debo ser yo", me doy ánimos, jamás fingí ser alguien que no soy.

Finalmente llego sola en el ascensor al piso de mis pesadillas y cuando se abren las puertas salgo husmeando para todos lados. Aparentemente todo está silencioso, no se ve tampoco a la asistente del señor Nigel. "Mejor para mí", me digo dando una gran exhalación, ya que tenía guardados grandes volúmenes de aire en mis pulmones. Me dirigí a mi escritorio y puse manos a la obra más que nada en el papeleo ya que todo el trabajo digital lo había hecho desde casa en mi computadora personal. Miro el reloj empotrado en la pared y me doy cuenta que es temprano aún, no creo que los jefes estén aún en sus oficinas salvo que haya algún problema urgente que resolver como aquella vez que el señor Nigel regresó de su luna de miel y nos trajo a todos antes de las seis de la mañana. Empiezo con el archivero y con las carpetas de pendientes, veo que son muchas. Doy un sonoro suspiro en la silenciosa sala, solo me responden las paredes y los muebles. Me encanta esta paz antes que inicie el ritmo endiablado del día.
 

Josh
— ¿Te acompaño? —me preguntó la rubia con la que resultó que pasé la noche. Me dolía muchísimo la cabeza. No se como llegué con ella, lo último que recuerdo haber hecho a conciencia fue ir al bar de siempre hasta emborracharme como lo hacía con frecuencia desde que se destapó la olla. La doctora me ha llamado varias veces para retomar la consulta pero no quiero nada con ella, por su culpa Maia se alejó de mí y me tiene como un perro apaleado.

—Vas a disculparme pero no se quien eres ni lo quiero saber. Aquí tienes dinero, no volveremos a vernos —saqué los billetes que tenía y se los extendí a la mujer que me miraba como si le hubiera dicho algo absurdo. "Que pretendía? que le diera un anillo de compromiso?". Ni siquiera recordaba lo que había hecho con ella. 

—¿Vas a dejarme así? después de lo que paso.... —detesto cuando hay reclamos por algo que debería quedar claro desde el principio.
—  No me interesa lo qeu pasó ni como pasó. Voy a irme y espero que te vayas luego, o quédate, falta aún una hora para desocupar la habitación y ya está paga. Cierra la puerta al salir —me dirigí a la puerta cerrándola sin mirar atrás.

Fui a casa a darme un baño y cambiarme de ropa. Me sentía atroz. La cabeza me reventaba y el estómago hacía extraños ruidos. sin dudas el alcohol que ingerí me está dañando el cuerpo. No recuerdo cuando fue la última vez que hice ejercicio físico y pronto mis músculos empezarán a caer. Sé que me estoy dañando pero no puedo reaccionar, no puedo seguir adelante sin ella. Lo único que me consuela es ver al niño, para mí el representa un pedazo de ella así que me ilusiono con eso. A menudo paso por su habitación para verlo dormir o para jugar un rato con él cuando está despierto. Me he acercado también al silencioso Chris para sacar información de Maia. Por él sé que se encuentran a menudo en un parque cerca de aquí donde lleva al pequeño y ella los encuentra allá. Eso me indica que sigue en la ciudad y no pierdo la esperanza de volver a verla. 




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