El Pasado Nos Condena

Capítulo 66: Que la vida es un sueño

EPÍLOGO

 

Michael Nigel correteaba alegre en el gran patio. Ahora era más divertido que antes pues tenía con quienes jugar. La familia había crecido exponencialmente desde hace unos años. Sus padres se casaron y a los pocos meses llegó su hermano Charles quien podía correr inseguro aún. A lo lejos atisbó la rubia cabellera de Linda, su primita un par de años menor que él, hija de Lauren con Richard, un amigo de infancia que regresó de un día para otro de su recorrido por Europa y apareció en la puerta de los Nigel. Cuando él y Lauren se miraron, pareció que su único objetivo era buscarla para desposarla. Fue un amor intenso, rápido y así también trajo rápido fruto. Convertirse en madre transformó a Lauren de una manera que nadie jamás imaginó. Se volvió una señora de su casa y los niños empezaron a llegar a tropel. Tenía además de Linda, a Marcus y esperaba otro que aun no sabían el sexo. Se la veía feliz y era una excelente madre.

Josh adoptó a Michael como su propio hijo, y es de allí que llevaba orgulloso, su apellido.

Leah salió a echar una ojeada a los traviesos niños, esperaba que no se ensuciaran tanto para la hora en que empezara la fiesta. Carl cumplía años y el movimiento en casa era intenso. Ya hace años que se había retirado dejando la presidencia a su hijo Josh y la vicepresidencia a Maia. Lauren por su seguidilla de embarazos decidió quedarse en casa así que su esposo pasó a formar parte importante de la firma, colaborando y asistiendo en todo. Gracias al proyecto se dio un aire renovado y fuerte que impulsó a un crecimiento paralelo al número de integrantes en la familia.

Carl Nigel estaba listo. Siempre fue práctico así que no tardaba nada en vestirse por lo que, a pesar de ser el agasajado, estuvo antes que todos impecable y pulcro como era habitual en él. El corazón henchido quería salirse al mirar el patio plagado de pequeños Nigel a los que veía como extensión de sí mismo. Era feliz, sin dudas. Había encontrado a la compañera ideal que recorría junto a él los mismos caminos y sus hijos tanto propios como allegados, estaban logrando al fin, encaminarse hacia algo con lo que nunca soñó. La paz en el patio de la casa estaba allí, presente, a pesar del bullicioso griterío. 

—¡Abuelooooo! —corrió gritando a su encuentro Michael, al que siguieron con sus pasitos inmaduros los demás. Se agachó para fundirse con ellos en un gran abrazo. Sin dudas, este fue el mejor regalo que tuvo en toda su vida.

----------------------------------FIN --------------------------------------------------

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Llegamos al final de esta historia, la segunda novela que escribí. Espero le den una oportunidad.

Los invito a leer "Yo, su protector" y la continuación de éste, que ya está en la plataforma actualizandose día por medio "Yo, su jefe".

Gracias gracias por leerme. Los quiero.

 




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