El Pasaje Maldito

Capítulo 7: El ritual de liberación (Parte II)

 

Tras la liberación del espíritu atrapado, el Pasaje Maldito pareció cobrar vida nuevamente. La atmósfera estaba llena de esperanza y alegría, y los residentes se sentían agradecidos por la valentía y el coraje de Lucía y Carmen. Sin embargo, ambas amigas sabían que debían estar alerta, ya que el mal aún podía regresar en cualquier momento.

 

 Con el espíritu liberado, Lucía y Carmen creyeron que habían puesto fin a la maldición que había acechado al Pasaje Maldito durante tantos años. Se tomaron un momento para celebrar su éxito y agradecer al curandero y a la memoria de la curandera fallecida por su guía y sabiduría.

 

 Pero algo en el fondo de sus corazones les advertía que no había sido erradicado por completo. La muñeca de porcelana seguía en su hay, y aunque el espíritu se había mostrado agradecido y liberado, todavía había una sensación inquietante en el aire.

 

 Una noche, mientras la luna brillaba en el cielo, el Pasaje Maldito se sumió en la oscuridad. Lucía y Carmen se encontraban en su habitación, tratando de conciliar el sueño después de tantos días llenos de emociones y desafíos. Pero la paz fue interrumpida por un sonido siniestro que resonó en los pasillos.

 

 Era una risa macabra y escalofriante que hizo estremecer a Lucía y Carmen. Las risas resonaban por todo el conventillo, llenando el aire con una presencia maligna. Lucía sintió un escalofrío recorrer su espalda, mientras una sensación de pavor se apodera de ella.

 

–"No puede ser... ¿acaso el mal ha regresado?" susurró Carmen, con los ojos llenos de temor.

 

 Lucía apretó los puños con determinación. 

 

–"No lo sé, pero sea lo que sea, debemos enfrentarlo una vez más. No podemos permitir que esta maldición vuelva a acechar nuestro hogar".

 

 Juntas, salieron de su habitación y se adentraron en los oscuros pasillos del conventillo, siguiendo el eco de las risas siniestras. Pronto, llegaron al ático, donde habían realizado el ritual de liberación.

 

 El ático estaba envuelto en una bruma oscura, y en el centro, se encontraba la muñeca de porcelana. Lucía pudo ver cómo su expresión facial parecía haber cambiado nuevamente, como si estuviera mirándola con malicia.

 

 Las risas se intensificaron, y de repente, la muñeca comenzó a moverse por sí misma. Se deslizaba por el suelo con una agilidad inhumana, como si estuviera siendo controlada por una fuerza invisible.

 

 Carmen retrocedió, asustada. 

 

–"¡Lucía, tenemos que hacer algo! La muñeca está poseída nuevamente".

 

 Lucía se acercó con cautela, sosteniendo la vela que había llevado consigo. 

 

–"Debemos enfrentarla y detenerla antes de que cause más daño".

 

 Pero antes de que pudieran hacer algo, la muñeca se elevó en el aire, flotando frente a ellas. Su mirada, penetrante y siniestra, Lucía pudo sentir cómo una presencia oscura intentaba invadir su mente.

 

–"¡Mantén tu mente clara, Lucía! No dejes que te controle", gritó Carmen, pero sus palabras parecían desvanecerse en el aire.

 Con firmeza, Lucía resistió el intento de sometimiento de la fuerza maligna. Reunió el coraje que había hallado en su interior, y gradualmente, consiguió liberarse del poder del mal.

 

 La muñeca lanzó una risa desquiciada y una sombra oscura se formó a su alrededor. Sin previo aviso, la muñeca apuntó hacia una de las ventanas del ático, y con un movimiento repentino, la ventana se rompió, dejando paso a un fuerte viento que llenó el lugar.

 

 Carmen se aferró a una columna para no ser arrastrada por el viento. 

–"¡Lucía, no podemos enfrentarla! Es más poderosa de lo que pensamos".

 

 Lucía se mantuvo firme, sintiendo cómo el viento azotaba su cuerpo. 

 

–"No podemos rendirnos, Carmen. Debemos proteger a los residentes del conventillo".

 

 Con determinación, Lucía levantó la vela hacia la muñeca, usando la luz para contrarrestar la oscuridad que la rodeaba. La muñeca emitió un grito de dolor, y la sombra a su alrededor se disipó momentáneamente.

 

 Sin embargo, la muñeca no se detuvo. Siguió lanzando objetos por el aire, rompiendo ventanas y amenazando a Lucía y Carmen con su poder. Parecía más poderosa y malévola que nunca.

 

 En un último intento desesperado, Lucía recordó al anciano curandero y a la curandera que la habían guiado en su lucha. 

 

–"¡Los espíritus del bien te protegen! ¡El amor y la valentía te acompañan!", gritó, aferrándose a la esperanza de que el poder de sus guías los protegería una vez más.

 

 Justo en ese momento, una figura apareció en la entrada del ático. Era un hombre alto y vestido con túnicas, con un rosario en la mano y una expresión de determinación en su rostro.

 

–"¡En el nombre del Señor, te ordeno que te detengas!", exclamó el hombre con voz firme.

 

 La muñeca se giró hacia él y soltó una risa malévola. 

 

–"¿Quién eres tú para enfrentarme?" preguntó con desprecio.

 

–"Soy un hombre de fe y protegeré a estas jóvenes del mal que las acecha", respondió el hombre.

 

 Con el poder de su fe, el hombre se acercó a la muñeca y comenzó a recitar palabras de exorcismo. La muñeca lanzó gritos desgarradores, y una aura oscura comenzó a envolverla.

 

 Lucía y Carmen se acercaron al hombre, sintiendo la protección que su presencia les brindaba. Juntos, enfrentaron al espíritu malévolo, luchando contra su poder y su intento de posesión.

 

 La muñeca se debatía, pero el hombre de fe no se dejó amedrentar. Continuó recitando el exorcismo con una determinación inquebrantable, hasta que finalmente, el espíritu malévolo cedió.

 



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En el texto hay: misterio, terror, muñecas

Editado: 10.12.2023

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