Lucía, presa de la desesperación y el miedo, buscó cualquier rayo de esperanza en medio de la oscuridad abrumadora que la rodeaba. Sus ojos se posaron en la muñeca, esa entidad que la había arrastrado al abismo de la tortura y el horror.
–"Por favor...", murmuró Lucía con voz temblorosa, sus labios apenas articulando las palabras. –"¿Hay alguna forma de detener esto? ¿Puede haber alguna salida?"
La muñeca, con su rostro de porcelana impasible, sonrió con satisfacción. La tenue luz que emitía hacía que sus rasgos parecieran aún más siniestros.
–"Claro que hay una forma, Lucía", susurró la muñeca con una voz que resonaba como un eco desde el abismo. –"Todo esto puede detenerse. Pero tienes que jugar. Solo necesitas jugar conmigo".
Lucía parpadeó, sorprendida por la respuesta. ¿Jugar? ¿Qué tipo de juego podía poner fin a la pesadilla en la que se encontraba atrapada? La muñeca parecía estar ofreciéndole una oportunidad, pero Lucía sabía que debía ser cautelosa. No podía confiar plenamente en las palabras de la entidad maligna.
–"¿Qué juego?" preguntó Lucía, tratando de ocultar el temor en su voz. –"Necesito saber qué tengo que hacer".
La muñeca inclinó la cabeza, como si estuviera considerando sus palabras. Luego, con un gesto suave de su mano de porcelana, señaló hacia una esquina oscura de la habitación. A medida que sus ojos se acostumbraban a la penumbra, Lucía pudo distinguir una forma que yacía en el suelo, cubierta por un paño viejo.
–"Ahí está tu respuesta", dijo la muñeca con tono enigmático. –"Descubre lo que yace bajo esa tela, y tendrás la oportunidad de poner fin a esta pesadilla y serás libre".
Lucía se estremeció ante la perspectiva de lo que podría encontrarse debajo del paño. La muñeca le había dado una pista, pero era una pista que parecía llevarla aún más profundo en el abismo de secretos y horrores. ¿Qué podría ocultarse bajo ese paño y cómo podría ser la clave para liberarse?
Con el corazón latiendo con fuerza, Lucía se acercó lentamente a la esquina y agarró el paño con manos temblorosas. Lo retiró con cuidado, revelando un objeto antiguo y misterioso que yacía en el suelo. Era un pequeño cofre de madera, adornado con intrincados diseños tallados. La superficie del cofre parecía emanar una débil luz dorada, como si contuviera algo de gran valor.
Lucía se quedó mirando el cofre, sintiendo que estaba en un punto de no retorno. La muñeca le había ofrecido una oportunidad, pero ¿podía confiar en que esta oportunidad la llevaría a la libertad, o simplemente la sumergió aún más en sus garras? Su futuro estaba en juego, y Lucía sabía que debía tomar una decisión que podría cambiar su destino de una vez por todas.